Análisis

Como pollos sin cabeza

Como pollos sin cabeza
Víctor Entrialgo de Castro, abogado y escritor. PD

«La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal».

Karl Marx, 18 Brumario

Corriendo con la cabeza debajo del brazo, dos piraos que se creen Napoleón y Adolf Hitler continúan yendo de acá para allá en su estrategia intolerable de provocación al pueblo español.

Pretenden ahora, en el episodio que nos aguarda, seguir tirándonos piedras buscando nuestra reacción y hacer coincidir el último episodio de su revolución desesperada, en octubre, con el juicio al «Golpe lento», frente al «Golpe súbito» de Tejero, para seguir con la rebelión que un juez alemán ciego no ve y azuzar a las masas para tratar de ganar en las calles el respaldo que les han negado las urnas.

El juez alemán ya tiene la rebelión televisada en directo. Un pirao, un preso y un racista. El próximo será un trapecista. Pero la democracia tiene derecho a defenderse, a sí misma y a las instituciones que la representan de estos personajes y sus acólitos destruyendo su paz social. Y es el estado quien, como sabemos, tiene el monopolio del legitimo uso de la fuerza para defender la democracia.

Que no sólo es derecho sino obligación constitucional para garantizar la unidad territorial del Estado y el orden constitucional dentro del cual estan los derechos y garantias fundamentales de todos los españoles. Un solo alumno sin poder estudiar en Cataluña en español es acreedor de la defensa del Estado en su derecho.

Como todos aquellos que están pidiéndole a este gobierno pusilánime un gesto de autoridad en defensa de nuestros derechos, nuestro territorio, nuestra Constitución, nuestra tranquilidad y nuestro dinero. Un comienzo del desmantelamiento de los excesos a que ha llevado el Estado de la autonomías en lugar del Estado de los derechos y las libertades de los ciudadanos iguales ante la ley. No el de bandidos envueltos en banderas, sonsonias y sentimentalismo, para sacarnos los cuartos.

Actúe el Gobierno sobre los cuartos. Y sobre las horas, todas.

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