Análisis

Raloch: «Incógnitas»

Raloch: "Incógnitas"
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con sus ministros, a la puerta de La Moncloa. EF

Creo, sin lugar a dudas, que todos los partidos políticos cuando alcanzan el poder, pretenden hacer historia. Muy poco lo consiguen, a no ser que se refieran a historia negativa, que entonces muchos lo logran.

Tenemos un nuevo y flamante gobierno, que me atrevería de calificar de original en muchos aspectos, lo cual en principio no es malo ni bueno.

Como es habitual dar un plazo de cortesía, seguiremos la costumbre, y diremos como los inigualables Tip y Coll, …y la próxima semana hablaremos del gobierno.

El actual primer partido de la oposición parece que anda un poco desnortado por muchos aspectos.

Destaquemos que, después de haber logrado en su primera etapa una notable mayoría absoluta, en cuanto estuvo en el poder, se olvidó inmediatamente de varias promesas que había hecho en su programa electoral, de alguna incluso en su primera comparecencia pública. Varias de ellas, de cumplirlas, hubiesen sido aplaudidas, no solo por sus votantes, sino también por muchos otros ciudadanos, pero nunca las materializaron, no dieron explicaciones del motivo, y aún hoy en día sigue siendo un misterio.
Este partido está ahora inmerso en lo que llama su renovación, lo que es una expresión correcta literariamente, para enmascarar el hecho de que tiene que cambiar totalmente, en cuanto a las personas y modos de trabajar, si no quiere acabar desapareciendo. ¿Se acuerdan de aquel partido hegemónico que hubo al principio de la Transición? Hay un vejo dicho: renovarse o morir.
Centrándonos en el tema de la renovación, lo primero que opino es que debe ser total, no solo del aparato central, sino también, salvo excepciones muy honrosas, de todos a todos los niveles; de lo contrario será pan para hoy y hambre para mañana; la razón es que la estructura y actuación de estos últimos son un calco del aparato de la capital.

Suenan varios nombres para encabezar la nueva singladura, pero opino que salvo dos de ellos, los demás, si quieren ayudar al partido y hacer un favor a los españoles, lo mejor que pueden hacer es desaparecer, marcharse a su casa y dedicarse a sus tareas particulares.

Lo anterior deben hacerlo no solo las figuras de primer nivel, sino también los de segundo, tercero, etc., todos los que de una u otra manera, han intervenido en algo, ya fuese por convicción o por obligación.

Puede parecer duro lo anterior, pero no lo es. La mayor parte de los afectados tienen buenos puestos de trabajo en la vida privada, muchos en las administraciones. Indudablemente los habrá que no, pero siento decirles que la responsabilidad de lo que pueda ser su situación es suya. Hace poco le preguntaban en la tele a un conocido y veterano político, ¿qué le dijo su padre cuando le planteó que iba a dedicarse a la política?, que primero me buscase un puesto de trabajo estable, le contestó. Lógico, así cuando crea en conciencia que algo no debe hacerlo, no podrán obligarlo, puede decir adiós. De lo contrario …..
En cualquier caso, el quid de esa renovación es que sea real, que sea totalmente democrática, que cualquiera, aunque sea un desconocido, pueda optar; que no haya ninguna especie de sanedrín que de una forma u otra, tenga opción a enderezar un rumbo que no le guste. El que encabece la nueva etapa, debe tener la potestad suficiente para organizar todo el partido como crea conveniente, sin cortapisa alguna.

Lo expuesto es la única forma de que la fuerza política en cuestión renazca de sus cenizas como el ave Fénix, lo contrario será más de lo mismo, sencillamente alargar su agonía.

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