Análisis

Antonio Sánchez-Cervera: «La sucesión de Rajoy»

Antonio Sánchez-Cervera: "La sucesión de Rajoy"
Mariano Rajoy, durante su intervención ante el Comité Ejecutivo Nacional del PP, en la que anuncio que dejaba la Presidencia. TAREK

Rajoy estaba políticamente muerto mucho antes de la moción de censura y sus adversarios lo sabían y sus más allegados lo callaban en una trama de complicidad silenciada y hasta culpable. Por eso sucedió, lo que ocurrió.

Una vez más, el de Santiago de Compostela confiaba en la suerte del campeón. En Rajoy, su casualidad política se llama mirar a otro lado, hacerse el sueco o dejar pasar el tiempo o lo que es lo mismo, hacer oídos sordos.

Maquinó con el PNV para sostenerse en el poder, a sabiendas que la deslealtad es propia de la política. Como consecuencia, cuando formalmente se conoció lo más que probable de la primera sentencia de marras (vendrán más), continuó aferrándose a ese destino olímpico que tantas veces le ha deparado el bien de la supremacía política. No calculó que otros ansiaban con voracidad extrema el sillón presidencial y que lo podían conseguir con malabarismos y artimañas de todo tipo, las mismas que él utilizó pactando con el PNV de su desconsuelo. Primó el yo personal sobre todas las cosas, quizá sea esa la razón de que no quiera ahora, avergonzadamente, señalar a nadie para sucederle.

Sí es cierto que la mala previsión y el egoísmo rajoniano le ha costado al PP el cese fulminante de más de tres mil codiciados y solventes puestos de trabajo. A muchos de su partido, seguramente, les importará un bledo que se haya largado con su tam-tam soporífero a bucear por el fondo del mar alicantino. El mal está ya hecho.

El gran problema de Rajoy ha sido precisamente desviarse del tiempo, de la misma manera que al PP de estos momentos lo que no ha de hacer es hablar de ideas y programas, sino renovarse alejado del equipo rajoniano.

El cambio del PP será intestino. No hay que olvidar que el PP de estos momentos está dolido y burlado, rabiosamente envidioso, entre otras razones, porque el PSOE se acaba de beneficiar de unos Presupuestos muy alegres en el gasto y que fueron el resultado de las cesiones a los nacionalistas. Así se comprende que Rajoy haga mutis por el foro sin aspavientos, cuasi en la clandestinidad, sin atreverse a marcar con el dedo a delfín alguno. Le pueden afear que más tonto no ha podido ser meciendo la cuna traicionera del nacionalismo vasco, a merced de que lo más urgente es esperar.

Todo tiene un por qué y es algo que nunca puede desdeñar la persona que vaya a sucederle. Se va con más pena que gloria. «Tu ausencia me hace vivir», dirá alguno recordando, pero al revés, lo que el apasionado poeta francés, Paul Éluard, susurrara a Gala: «Tu ausencia me mata».

La sucesión del que se ha tenido que ir forzada y forzosamente a su plaza de registrador de la propiedad, de la que no tenía que haber salido nunca jamás, será una lucha estéril por el poder monclovita si se presentan los de siempre.

Las dos damas que continuamente han adornado al sinuoso profesional que ahora avalará la legalidad de los documentos, representan a un PP que ya está agotado. Si alguna de ellas sale finalmente elegida, el POSE será el mayor beneficiado. Sánchez es político hábil y si sabe jugar bien sus cartas con los nacionalistas, incrementará de manera más que manifiesta los votos hacia su partido, a la par que disminuirán los de la formación de esa ave marina que es el charrán.

El afiliado, el militante del PP debe ser consciente de que esas políticas son pasado, que por omisión o comisión han consentido la egoísta torpeza de Rajoy sin previamente obligarle a dimitir. Deben apartarse de la trinchera que para las mismas representa Génova, si verdaderamente el PP pretende un día volver al poder ejecutivo de la nación.
El de Santa Pola puede que hasta sonría con total normalidad y será difícil que con los amigos vuelva a hablar de política.

413.386 afiliados del PP serán decisivos. Rajoy les ha dejado como regalo una carga de profundidad que solo podrá volver a levantar cabeza si realmente se regenera con savia nueva. La manzana estaba muy podrida.
Para 2020, quizá vuelva y se afiance el bipartidismo con el POSE de Sánchez y el CS de Rivera.

Antonio Sánchez-Cervera

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