ANALISIS

Federico Jiménez Losantos: «El caballo ganador y la yegua de Troya»

Federico Jiménez Losantos: "El caballo ganador y la yegua de Troya"
Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado (PP). YT

Aunque la ganadora de la primera vuelta de las elecciones internas del PP haya sido SSS gracias al censo sucio andaluz (o sea, sin limpiar ni depurar como Madrid) manejado por Javier Arenas Bocanegra, Moreno Bonilla y otros acreditados perdedores, el vencedor moral y seguramente material en la segunda vuelta será Pablo Casado, única garantía de que el PP no será enterrado en la cripta de UCD por el sepulturero democristiano.

Es verdad, como decía en Libertd Digital el domingo pasado, que no tenemos garantías de que Casado no acabe traicionando los viejos principios del PP, como hizo a medias Aznar y ha hecho por completo Rajoy.

En cambio, tenemos la seguridad de que Soraya no traicionará lo que jamás ha conocido salvo para combatirlo, apuñalarlo por la espalda y entregarlo atado a sus televerdugos. Con Casado, cabe alguna duda. Con Soraya, ninguna. Es la muerte del PP.

El bache en el ADN de Doña Diáloga

Este 8 de julio de 2018, en El Mundo, Soraya concedía una minientrevista de género, de ésas con el sexo por delante y las ideas por detrás: el machismo antañón, ahora femirrojo, en el que la mujer es, ante todo, mujer, no un ser humano más; y es censada como un sexo que necesita protección -ayer la del varón, hoy la del Estado- con leyes discriminatorias que niegan cualquier igualdad ante la ley de las personas, tengan lo que tengan entre las piernas. La mujer que, según Margallo, ha tenido más poder en España desde Isabel II, acaso desde Isabel la Católica, aunque para usarlo infinitamente peor, dice:

¿Se ve como la primera mujer presidenta del Gobierno?

Sí. Y creo que sería para el partido y para España algo muy positivo, para practicar con hechos la igualdad de oportunidades que forma parte del proyecto del PP y que están demandando muchísimos españoles. Yo creo que ya va siendo hora de que haya una mujer presidenta del Gobierno.

O sea, que la discriminatoria Ley de Violencia de Género, que en su día prometió derogar el PP, como la de Memoria Histórica, y no derogó, es ahora el horizonte ideológico de esta descuidera de las frases hechas.

Ayer, cualquier política del PP hubiera dicho que lo importante es que la persona esté capacitada para ejercer un cargo, cuyo desempeño es bueno o malo para todos los españoles, tengan el sexo que tengan, incluso si no tienen. Y que la meritocracia establecida en el PP, incluso antes en AP, ha llevado a los cargos más importantes del Estado a mujeres que estaban porque valían, no por el lavabo en el que entraban. Esa igualdad de oportunidades en el PP ha tenido al frente del Gobierno y el partido a dos mujeres: ella y Cospedal. ¿No va siendo hora de que concilien y dejen paso a un hombre bastantes años más joven?

Pero lo mejor es el truco que se saca Soraya de la manga bocanegra para no enfrentarse a Casado en segunda vuelta, según las normas de su siervo Maíllo que ella misma recordó a Casado cuando pidió que pudieran votar todos los afiliados y no sólo los inscritos: «Las normas están para cumplirlas». Y añadieron al unísono las ashishinas: «No se pueden cambiar a mitad del partido». Esta es la nueva doctrina racista de Baby Macbeth:

«Yo soy la lista más votada en un partido en el que la defensa de que gobierne la lista más votada forma parte de nuestro ADN. Siempre lo hemos defendido. Por eso, desde el aval que da ser la lista más votada, y serlo en la mitad de las circunscripciones, trabajaré por la unidad.»

Ese «ADN del PP» tiene más baches que el que nos achaca Torra. No ha habido un congreso abierto desde el de Hernández Mancha y Rajoy ha incumplido en los diez años de privanza sorayina, que son los de la traición al PP de Aznar, todos los plazos legales para convocar congresos. ¡Hasta tres años de retraso acumuló! ¿Desde cuándo está en «el ADN del PP» eso de votar o que mande la lista más votada, si sólo ha votado Don Dedazo?

Sin que le acoten o repregunten, Soraya confunde maliciosamente el que gobierne la lista más votada, que el PP ha pedido cuando no ha tenido mayoría parlamentaria, municipal o autonómica para gobernar, con que lo haga la lista más votada en primera vuelta, que puede no serlo en segunda. Es una trampa tan grosera que llamarla saducea, en recuerdo de Torcuato Fernández Miranda, resulta demasiado injusto. ¡Qué zafiedad intelectual!

La culpa del Golpe es de Arrimadas

Hay una razón fundamental por la que Soraya no debería seguir ni al frente ni a la cola del PP ni de ningún otro partido español: su estrategia de contemporización, financiación y colaboración con el golpismo catalán. Ha sido tan descarada, tan obscena, tan corrompida y corruptora esa política, que todo lo que se ha hecho hasta ahora y pueda hacerse en el futuro para defender a la Nación y el orden constitucional, deberá hacerse contra ella.

Los dos refrendos golpistas, presentados por ella como actos insignificantes que no alteraban la legalidad vigente ni la vigencia de la legalidad. Durante años, representó la «política de diálogo» con los separatistas que este año pasado, en Septiembre y Octubre, se tradujo en un Golpe de Estado a plena luz del día, sin que ella fuera capaz de prever ni la existencia de las urnas, ni la financiación de los preparativos, ni la huida de los responsables, con Puigdemont a la cabeza.

Ni el CNI que ella dirigía, ni el Ministerio del Interior, a ella subordinado, nadie se enteró de nada. Humilló a la Policía haciéndola subirse al «Piolín» en vez de a los barcos de la Armada. Millo, el nacionalista que ella nombró delegado del gobierno, insultó después a la policía y lloriqueó por la carga que le ordenó el juez.

Hizo más. Fue tan cobarde que llegó a pedir públicamente al todavía Presidente de la Generalidad, después del Golpe, que simplemente dijera que no había proclamado la República, como acababa de hacer, para no tener que aplicar la Ley, el artículo 155 de la Constitución.

«Nunca nadie lo ha tenido tan fácil», dijo la Abobada del Estado, humillando lo que debía defender.

Toda su cobardía, complicidad y vileza terminó en fracaso. Pero tras haber arrastrado los principios, pignorado la Ley e incumplido sus obligaciones básicas, va y presume de encabezar la resistencia al golpe.

Como si no hubiera hecho nada, le preguntan: «Si es presidenta del PP, «¿qué planteará para recuperar al partido en Cataluña?». Y responde:

«En Cataluña por primera vez los constitucionalistas se han movilizado y creo que a ello contribuyó el Gobierno y el PP. No se había producido nunca. Lo que hay que hacer es fortalecer allí la presencia del Estado. Ésa es la clave. El Estado es el Gobierno pero también los partidos políticos. Es un momento para sentarse, buscar la unidad del PP catalán y conectar con esa movilización social que demanda mayor presencia en Cataluña. Yo he hecho un enorme esfuerzo de presencia allí, a veces pública, muchas veces privada, hablando con mucha gente, otras solamente acompañándoles. Necesitan que les acompañemos, que no se sientan solos. Pero para eso el Estado tiene que estar muy presente. No hay soluciones inmediatas cuando los independentistas pueden estar en el entorno de los dos millones de votantes, pero el resto hasta los cinco son constitucionalistas. Es una pena que Arrimadas no haya sabido visualizar la victoria del constitucionalismo. Creo que es hora de que el PP haga esa visualización.»

Perdón por la larga cita, pero semejante mendacidad pide literalidad. Ahora resulta que no fue el Rey sino Mariano, o sea, ella, la que sacó a la calle a un millón de personas con banderas nacionales. Sólo por modestia sus televisiones no lo retransmitieron.

Y la culpa de la falta de «visibilidad» del «triunfo del constitucionalismo» la tiene Inés Arrimadas, que ha sacado diez veces más escaños que el PP. Fue Soraya la que se negó a recurrir el voto delegado de Comín, como pidió Inés, permitiendo así la elección del catanazi Torra, porque era una imposición del PNV para apoyar a Rajoy. ¡Y ahora resulta que la que plantó cara al golpe no fue Inés sino Soraya! La que de vez en cuando iba de visita y daba millones a los medios del Golpe, dando lecciones a la enemiga más visible del separatismo. ¡Sin Vergüenza!

¿Por qué teme Soraya a la segunda vuelta?

Y si ha sido la más votada, la que ha ganado, la que tiene tanta gente a su favor, ¿por qué quiere Soraya saltarse sus propias reglas y evitar que haya segunda vuelta, aunque sólo voten compromisarios y no afiliados? Si tanto apoyo disfruta, ¿por qué renuncia a él? ¿Por humildad o por pánico?

Sucede que, por más trampas que haga Arenas Bocanegra y por más que pese el sucio censo sin limpiar de Andalucía, cortijo de sus derrotas, a Soraya sólo la ha votado el 34%.

El otro 66% no la puede ni ver. Y aunque cuente por regiones rebañiegas los compromisarios, cada uno podría votar en secreto al único que puede suponer la continuidad del PP, mientras que ella sólo asegura su inmediata fractura y disolución a corto plazo. Por eso miente, presume de lo que debería avergonzarla y quiere que no se vote más. Es que a ella podrían no votarla. Y su fin acarrear el renacer del PP.

La gran pregunta es: ¿aparte de su ambición, representa Soraya algo en el PP? Pues sí: la sumisión al PSOE y el respaldo de cierta derecha a la reforma de la Constitución, o sea a la liquidación de la Soberanía Nacional.

La Soraya de Godó, Cebrián, Roures y Ferreras es el caballo de Troya para destruir España desde dentro. Como, en su línea de sumisión a la Izquierda, asume la retórica sexista, operemos simbólicamente al caballo y dejémoslo en yegua, madera muda ante la ciudad de Príamo. Me cuesta no decir mula.

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