Seguimos bajo los efectos de un golpe de estado en el que el Presidente de Gobierno de España, fruto de su ambición temeraria, nos ha convertido a todos en rehenes de Puigdemont. El golpista felón encontró otro mentiroso traicionero que asaltó el Gobierno y ahora se da cuenta que el golpista huido puede hacerle luz de gas mientras termina de desmontar Convergencia y i unió.
Constatar eso debiera bastar para que los españoles salgan a las calles y exijan elecciones anticipadas ya. Aunque a todos los partidos les viene bien ganar tiempo, a los españoles no.
Esta situación no puede prolongarse. En Otoño debiera haber elecciones. La integridad territorial, la soberania popular y la economía de todos están sirviendo como moneda de cambio frente al chantaje a la nación. Ni siquiera tenemos tiempo para esperar que Casado organice el PP, ni que a otro lider sustituya a Sanchez en el PSOE.
Tenemos una vicepresidenta del gobierno de España, Carmen Calvo, que aparte de su memorable «el dinero público no es de nadie» ahora dice «España y Cataluña»; y una ministra de organización territorial, Battet, a la que se deja al cargo del asunto catalán, expedientada por su propio partido por votar el derecho de autodeterminación.
Si no quieren reconocer que viven inmersos en un golpe de Estado será de cosa de su estulticia, de su cinismo o de su ambición, pero resulta evidente que para los que colaboran con los golpistas el poder, y no España, es lo único que importa.
