ANALISIS

Francisco Iglesias Carreño: ‘Los retazos del día’

Francisco Iglesias Carreño: 'Los retazos del día'
Antoine Marie de Saint-Exupéry, novelista y aviador francés. EP

Todos y cada uno de los momentos, de cada cual, están metidos –casi compendiados–, en (y entre) los amplios– tal vez ampulosos–, importantes– puede que extraordinarios–, significados –entre críticos y graves–, y hasta normales-de la interrelación próxima– de los pasos históricos de sus respectivos entornos-cercanos, medios y lejanos– de convivencia. Y a ellos queramos o no, guste o tampoco, parece que, visto lo visto, debemos (¿lo mismo es procuramos?) servidumbre no reverencial, ecuánime comprensión y a ser posible, siempre que se pueda, sosegada critica analítica.

Ahora, la llamada actualidad nos tintinea a cada momento y en cada ocasión, con la importancia del impacto de lo trascendente, y así nos estamos todos veraniegamente desayunando, un rato sí y otro también, con un conglomerado informativo (¿de posverdad?), que trata de ubicar, por mor del «bloque A» en sorprendido (¿o es supuesto?,¿o tal vez pretendido?) paso del «bloque B»(¿acaso también a la viceversa)?, las aprovisionadas datas (seguras, ciertas, verosímiles, hasta puede que presuntas y/o probables), qué referencian al ciudadano español: Franco y Bahamonde Salgado-Araujo y Pardo de Andrade (D. Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo), cuya vida, muy amplia e intensiva, transcurrió a lo largo de casi 84 años (entre 1892 y 1975, donde su fecha de nacimiento se aporta en el día 4 de diciembre y la de su fallecimiento parece-¿?- que oscila alrededor del 19 de noviembre).

En ese más que dilatado tiempo que emprende camino desde casi el inicio del S. XIX y se adentra en el último cuarto del S. XX, la ya España Nación–así postulada desde la gaditana isla de León (de los Ponce de Cabrera de León), y puesta constitucionalmente en «La Pepa» (de 19-3-1812, que fue re-publicada en 1820 y 1836)– protagoniza toda una serie de acontecimientos, situaciones y hechos, que van, en ese hilar de lo diario, conformando una interiorización -puede que, en aproximación cercana, gradualizada y hasta cuantificada (a bloques eistenianos), pero con visión general continua en todo caso y con fases impactantes — en sus habitantes ( de toda la esfera social y en todos y cada uno de sus hábitats) sobre lo que constituye, con todas las salvedades y puede que rigores interpretativos al caso, su ser (como tal Nación) y lo que, en cotejos comparativos, exterioriza su estar (de la concreta Nación), y donde el acomodo integral interno, a pesar de muy seguidos intentos, no termina de explayarse en una plenitud de interacción cívica consolidada-situación que, por otra parte y sin que ello sirva de disculpa instrumental, también acontece en todos los otros Estados del Antiguo Régimen en Europa–.

Puede que sobre algún personaje, y por interese y circunstancias muy varias, del cual el ciudadano español: Franco y Bahamonde Salgado-Araujo y Pardo de Andrade (D. Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo) pueda tomarse como un ejemplo entre otros varios que se pudieran considerar, se quiera acotar su enfoque hacia momentos ya fijados, u ordenados, de forma apriorística, pero esto ya se ha visto que, a la larga, suele quitarle claridad expositiva al asunto temático y, sobre todo, que es lo debiera interesar, capacidad interpretativa del mismo. Pero de todo hay, y además cuenta aquello de que el papel (e/o internet) lo aguanta todo. A veces, sucede aquello de citar, sobre un tema o asunto, el solo escueto nombre (¿o el solo escueto apellido?) y dejar el resto, el muy amplio resto, a la creatividad imaginativa de cada cual, a partir de unas notas (¿escritas o verbales?, ¿redes comunicacionales?,…), cual pinceladas, sujetas con alfileres, navegando en los procelosos mares de la rumorología.

En esos dilatados 84 años de la vida del ciudadano español citado, surge el inicio de una amplia convulsión en los individuos, que ya venía precedida de señales anteriores, en orden a la categorización paulatina de sus procesos formativos-directos e indirectos– y de cómo estos se incardinan en su familiaridad y entornos de proximidad ambiental, impresionan sus hechos conductuales y conllevan sus expectativas. Es un ir direccional de la configuración cognitiva de cada persona, en «su transitar»(ejemplificado, y como avance, en los varios hechos de la Guerra de la Independencia 1808-18014 y sus prolegómenos, como en Peñaparda el 17-11-1807, o en León 24-4-1808 y después el Madrid del 2-5-1808) , desde su posición de súbdito a la de ciudadano, en el acompañamiento del posible logro (¡por vías que le anuncian!) de unos nuevos, posibles y alcanzables bienes que se le brindan como óptimos.

Se puede valorar (¡tal vez se debe valorar!) al personaje en concreto, el ciudadano español precitado, pero también, ¡y al mismo tiempo!, el orlamiento acompañativo integral que ha tenido. El «no estamos solos» es ampliamente triangularizado. Las escenas del Asteroide B-612 eran, no lo olvidemos, sucesión de esquemas imaginativos de nuestro admirado Roger de Saint-Exupéry (D. Antoine Marie Jean-Baptiste), que forman parte del mundo de las figuraciones literarias y lo otro, con su realidad-en ocasiones cruda y fuerte–, está en el hacer diario.

El S. XIX tiene, por así decirlo, de casi todo, pero parece ahora, y con la distancia al mismo, que inicia un «latigazo general» (e integral también, abarcando todas interacciones posibles), del cual aún estamos imbuidos en lo que, es de esperar salvo otras apreciaciones, sean los últimos ecos del restrallído de su coletazo.

Por primera vez en la historia mundial los hechos entre los Estados (en la continentalización europea y su amplia área de influencia), que ya antes se transversalizaban, como de amplia incidencia religiosa, cultural, económica y bélica (amén de concomitancias migratorias adheridas) -situación que viene desde la edad antigua–, pasan a ser, sin dejar de sostener lo anterior, de composición social con matices/señales/rasgos que atribuyen, a conjuntos humanos interestatales– con amplia y variada composición identitaria–, porciones de homogeneidad vivencial en aras de sus respectivos y correspondientes status laboral y/o encuadramientos adquisitivos, en la medida en que estos establecían unos raseros discriminatorios contrarios con la condición personal de los individuos y lesivos para la dignidad humana de sus detentadores.

En toda esa situación ambiental, el concreto de España (la Nación de) hace, casi a la vez (y en pronto de sopetón), tanto sus aportaciones propias como su interacción en la foraneidad, caminando desde el inicio de una situación umbral, en descabalamiento de su muy extenso imperio, hacia una posición inercial y dubitativa de inicio apreciable de satelización consumada. Del casi ser el centro del mundo se camina, en aras de una desquiciada gobernanza (muy asida al sistema del Antiguo Régimen), a intentar pervivir en el concierto internacional.

Traer al presente (y/o rescatar) del fondo del arcano, aspectos que han sido directivos de los procesos dinámicos españoles ( y dicho sea, ¡y no sé olvide!, por ende europeos y hasta universales), conlleva en una gran medida, y en nuestro particular criterio, no solo y por ellos, escueta y únicamente, la nominación de los pasados hechos/instantes/aconteceres en sí, no solo lo que antes ya se tenía (¿incluso controlaba?), si no que tal acción impone de los mismos –por infinidad de situaciones-una obligada y pertinente relectura, ¡ en pormenorizada clave analítica!, tanto singularizada como global-del estructurado todo,¡ y con todo!, a forma y modo global–, que en modo alguno y aunque en ello existan procelosos intereses (¿quién duda que puede haberlos?), signifique una actividad «de pis a pas», ¡una más y otra vez!, sobre lo ya dicho, suscrito y/o «debatido» (¿si lo fue?) y además en el antiguo formato, que pudo ser obstinado u obligado, que ya se tenía, como muy asumido, del otrora antes, llevándolo a efecto en los posicionamientos ya conocidos y hasta dados (¿asumidos?) por clásicos, con las líneas interpretativas que ya fueron divulgadas antes y en la forma y la medida en que los consorcios (escuelas, cabildeos, sagas, …) tenían (pre)establecidas.

Ya, y tras el desayuno, en atención a esas urgencias/manías/tics de la inmediatez (eso del ritmo de los tiempos), queremos cada uno aportar nuestras propias opiniones, que nos vienen sobrevenidas del ayer, sobre el ciudadano español: Franco y Bahamonde Salgado-Araujo y Pardo de Andrade (D. Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo), y hacerlo en la desconsideración de todas aquellas fuentes documentales (instaladas ya en formatos varios), que se han nutrido del trabajo amplio de muchos profesionales del campo de la investigación histórica y de otras ramas, que han dedicado amplio tiempo a un análisis pormenorizado de tal y, a lo que parece, tan importante tema.

Hora tenemos ya, en todas y cada una de las regiones históricas (que no son una concomitancia con las Coronas Medievales)-ya presentes en la CE´1931 y reconocidas por la CE´1978–, unos estudios y trabajos, también conllevados profesionalmente, sobre las diferentes edades cronológicas de la España Nación, que abundan en la descripción de aportaciones próximas, tanto locales como de mayor amplitud espacial, sobre diferentes momentos concretos y que pueden coadyuvar sobe el mejor, mayor y más amplio conocimiento de unas situaciones temáticas que antes, tal vez por aquello de la centralidad dirigente, solo casi se auspiciaban en los cenáculos del madrileñismo pensante y hasta dirigente, quedándose para el gran resto de fuera, que eran (¿o somos aún?) conocidos como «los de provincias», un papel menor, subalterno y siempre secundario, apenas activo, en la situación de pacientes observantes.

Todos y cada uno de los instantes históricos-con independencia de su intricada relevancia-, pueden estar sujetos a las condiciones de emotividad, situaciones emocionales y, claro está, a interrelaciones de familiaridad, que en la medida de la cercanía a los posteriores sujetos informados, causa efectos diversos y hasta contrapuestos. Ello puede acontecer a la hora de pergeñar una situación de análisis pormenorizado, tanto en la cotejación de material informante, descripción de los hechos como en la evaluación de la reflexiones, sobre el ciudadano español: Franco y Bahamonde Salgado-Araujo y Pardo de Andrade (D. Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo), donde ahora, y por aquello de las traídas, y llevadas, interpretaciones ideologías de los avatares, procesos y acontecimientos, se tienen componentes, ya desde hace tiempo, que inciden en el manejo permanente (¿y exclusivista?) de un «tamiz director», que cerandéa en todas las direcciones, desde una parametrización excluyente, para llegar a conclusiones que se instalan (¿acaso no?) en la satelización de la afinidades y sintonizaciones puramente ideologizantes.

Hablar del necesario distanciamiento y hasta de cierto relativismo e incluso de asepsia neutral , a la hora de la descripción de unos hechos, parece construir una fácil frase literaria en la forma, pero sucede que en el fondo, a veces no muy profundo (máxime si los hechos no son temporalmente muy lejanos), surgen los acompañantes-inevitables e insistentes– que rítmicamente martillean el yunque organizador, y donde se sitúa, claro está, la profesionalidad, contrastada e incólume, de los descriptores. En estos dos pasados siglos (del XIX y XX) en sus acontecimientos, resulta de obviedad palpable, que todos los actuales ciudadanos españoles han sido impregnados, voluntaria o involuntariamente, por sus respectivas vivencias (desde una interacción múltiple y versátil) y que tienen ya opiniones previas, más o menos sólidas, ante cualquier revival de una nueva y/o sugerente exposición (¿y/o teatralización?) de tales retazos de nuestra pasada historia, e incluso puede que, frente a novedades en las profesionales investigaciones-por la presencia de otras fuentes que no eran conocidas antes–, se aferre a su primigenia concepción y , hasta incluso, la enarbole en gradación cuasi dogmática.

La reciente puesta en escena de «La Edad de la Penumbra» (que trata de los seguidores de Cristo durante los siglos IV y V) ha supuesto, así parece, no solo volver, ¡y otra vez!, al mundo antiguo, también un cierto reajuste de los enfoques del mismo, y eso con independencia, salvedad y/o solvencia de las tesis de Catherine Nixey, ya que ello, en sí, nos vuelve a situar ante tal escenario y, por ende, se quiera o no, casi nos está obligando a que, en la relectura-de profesionales, eruditos, estudiosos y otros–, nos abramos al análisis de otras verisimilitudes, tratando de evitar agujeros que, por diversas y variadas circunstancias, pudieran no haber sido vistos anteriormente o tenidos en cuenta, y que hasta incluso, llegado el caso, pueden corroborar las versiones anteriores.

Es posible que de los casi 84 años (entre 1892 y 1975), de la vida del ciudadano español: Franco y Bahamonde Salgado-Araujo y Pardo de Andrade (D. Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo), se quieran parcelar en atención a su perfil o no de hombre (y personaje) público, e incluso, en un afinamiento mayor, hacia aquella fase de su vida en que pasa a detentar situaciones de propia representatividad profesional y/o política, lo cual si daría un enfoque sobre él, pero sucedería, al igual que con otros personajes, que la descripción se quedará alicorta y, en todo caso, en nuestro criterio, bastante incompleta.

El análisis que proponemos no pretende, en modo alguno, ser exclusivista, antes al contrario, quiere propender a situar tal proceder en un escaparate actual, de la modernidad presente, donde el detalle y lo global pueden ir cosidos, que ayude igualmente a otros eventos similares, con su enfoque los amplíe cognitivamente y también, en pos de la mayor compresión, los aquilate mejor a un perfil más objetivo, clarificante en su expresión y, en la medida que fuere o se estimara, plural y versátilmente enriquecedor.

Al señalar lo precedente parece que, es obvio, nos decantamos por una exposición biográfica del personaje en cuestión que trata su encuadramiento en un amplio contexto donde el completo de España quede expresamente significado y hasta signado plenamente, para que ya no se vuelva nuevamente sobre otras anteriores situaciones, tanto en este caso concreto como en otros, donde lo que se dice, como se dice y en la magnitud que se le quiere enmarcar a lo dicho, se resuelve con la cita de dos calles de Madrid, manteniendo al resto de la Nación Española en una observancia cuasi tenística, muda e inexpresiva, que solo trata de objetivar, adecuada y sensatamente, en donde ¡qué calle! (¿o qué sigla?), está la pelota, ¡es más!, que en ausencia de la misma los graderíos están desesperanzados y el desánimo cunde en y por toda la piel del hispánico tótem/toro.

Estos Siglos pasados (del XIX y XX), están tan llenos de guerras aquí, ¡y de victimas!, como posiblemente los anteriores, y esto no parece ser patrimonio exclusivo y/o monopolístico de la España Nación, ya que en nuestro derredor, e incluso más lejos, ha sucedido casi igual. Sería lógico, natural y humano, queremos pensar en el hoy, que en esos otros sitios, sus gentes, ante tantas penalidades causadas entre sus conciudadanos, se formulasen instrumentos activos de paz amplia y convivencia harmónica entre ellos, y que nosotros aquí, en cada hispánico rincón (léase casa, calle, junta vecinal, aldea, pueblo, comarca, provincia e histórica región), los tomáramos, ¡a título y rango de ejemplo!, en imitación práctica, e incluso y a mayores, en superando el modelo foráneo, diéramos ejemplos abundantes de calma, sosiego, equidad y buen hacer. ¿Por qué no? Parece que camino, lo que se dice camino, para andar sí tenemos, e incluso para hacerlo todos juntos.

Francisco Iglesias Carreño Del Instituto de Estudios Zamoranos FLORIAN D`OCAMPO

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído