La Diada, que ha excluido a 6 millones de catalanes de su derecho a la fiesta, convirtiéndola en la fiesta anual del independentismo, ha sido diseñada como medida de presión para el tribunal que va a juzgar próximamente a los golpistas, pidiendo al mismo tiempo que vuelvan els bandolers, los fugados de la justicia, a los que llaman exiliados.
No puede haber otra solución que la absolución, dice un presidente treinteañero y marioneta del Parlamento catalán. O «Yo hubiera preferido..otras medidas cautelares», dice ahora el ministro de exteriores de España, volviendo a sus esencias ambiguas y oportunistas de cuando era Ministro de Hacienda y a cometer el mismo error de que sea el de exteriores y no el de interior, el que, si no puede guardar el silencio, se pronuncie sobre estos temas.
¿Desde cuando hay sentencias a la carta? La justicia, como el bar de la esquina, sólo tiene un menú único para todos y si no te gusta, decía mi abuela, te echas al pie de ello.
¿Como entiende esta gente el estado de derecho en el que viven, lo quieran o no, y haya hecho algo por él o lo contrario?
¿Preferirían vivir en un estado donde los asesinos saliesen de la cárcel si consiguiesen muchas firmas?
¿Pueden evitar la cárcel un asesino del Real Madrid o un pederasta por ser del F.C Barcelona si consiguen el apoyo de sus socios? Deben decidir quien entra en la cárcel los aficionados del Barca, los miembros del opus dei, de la cienciologia o los fieles musulmanes?
Si el delincuente es separatista parece que sí.
Llevan dando la murga qué sé yo el tiempo diciendo que estaban listos. Luego proclamaron una república que duró un par de minutos. Y ahora dicen que tiene que hacerlo la gente en la calle, que es suya, como Fraga.
ANC, Omnium Cultural y sus dirigentes están cada vez más separados de estos politicastros en su laberinto. La masa independentista resulta infantil y caprichosa: no sabe lo que quiere. Y para ellos justicia no son las resoluciones judiciales de un estado de derecho, sino lo que ellos digan.