ANÁLISIS

Santiago López Castillo: «Soberbia, ineptitud, mentira»

Santiago López Castillo: "Soberbia, ineptitud, mentira"
Pedro Sánchez y Adriana Lastra (PSOE). EP

Estos ácratas, iracundos, soberbios, deberían darse una vuelta por el Astete para darse cuenta del embrollo de sus vidas y echar el freno, magdaleno. Ah, pero que son agnósticos, lo había olvidado, y están a muerte con el cristianismo que, otrora, obligaba a tener devoción de todo corazón.

De ahí que hagan y digan todo cuanto se les pase por el forro de sus caprichos. Son valientes porque saben que el humanismo cristiano pone la otra mejilla y a pesar de que ellos, ustedes, vosotros, no tienen ni media hostia. Niegan los plagios, los fraudes a la luz del día, y no digamos cuando son con nocturnidad y alevosía. Puede estar cayendo la mundial pero esta izquierda zafia sólo contempla un paisaje idílico con pajaritos y florecillas sociales. Son los moralistas, los también considerados como tales; los regeneracionistas no como Joaquín Costa sino con el puño en alto y el otro, en la faltriquera. Digan lo que digan, cójanles con las manos en la masa, ellos son seres puros, incólumes, merecedores de la verdad y la gloria; bobalicones quienes les intenten echar del poder, y venían por unos días para poner un país en orden luego de una nación en desorden, que va -y si no al tiempo, y siento decirlo- directa al caos y a la desintegración por la cañería del desagüe.

Los protectores de estos mangantes resumen la alocada situación que vivimos, todo por la pasta, con «los destructores de la democracia», «la cavernícola mediática», «la derecha extrema», no confundir con el extremo izquierdo que era Gento, la galerena del Cantábrico. No. La extrema izquierda, en cambio, no existe. Brilla por su ausencia en casi todas las emisoras de radio y televisión. Manda la Moncloa y sus ondas expansivas llegan hasta Telemadrid, una televisión creativa que está a merced de Sánchez, el bonito de la Moncloa que tiene ilegalmente a la socialista Carmen Caffarel quien, presa de la mamandurria, también está en TVE; sí, la elementa que estuvo en la cadena pública cuando Zapatero y me seccionó de un tajo aun llevando un programa límpido, pedagógico y de gran audiencia, «En Verde», a favor del medio ambiente y los animales (ella, la hija del actor José Mª Caffarel que salía todos los viernes en Estudio 1, qué malo era Franco).

Y luego hablan de las poltronas de los pudientes de derechas. Qué caras. Son socio-listos. Los que se enmascaran con la pálida cal de los sepulcros, la pobreza,
embaucan a los parias del destino -para seguir siendo más pobres- y esquilman los recursos productivos de la nación, ríase la gente que yo voy caliente. En sus sucias artes, está -como decía mi padre- la mentira, el arma más poderosa de los socialistas. Predomina, además del sectarismo congénito, la ineptitud y la falta de formación profesional siempre a cubierto por esos jueces que se me antojan lacayos en vez de repartidores de justicia, bochornosa ministra Delgado.

Encima, esta cohorte dieciochesca -saltarina, saltimbanqui, bufa- se rasga las vestiduras ante la evidente incapacidad de un Gobierno tramposo (no todo lo legal es ético ni moral, lo digo yo). La incompetencia de determinados zurupetos con actitudes reprobables al menos, les hace proclamar a los cuatro vientos, o sea, todos los voceros de radio y televisión, que la derecha los «acorrala de la forma más despiadada por la resentida y cruel derechona». ¿Se olvidan de la pasión, crucifixión y muerte de Rita Barberá, comunidad valenciana; también la región murciana; el ex ministro Soria; Cristina Cifuentes; Pablo Casado y otros perseguidos con más ahínco que el dedo flamígero, a muerte, de los césares romanos?

Por si fuera poco, estos farrucones socialistas tratan de coartar la libertad de expresión a los medios de comunicación en general, como si no lo hubieran hecho durante sus respectivos mandatos tanto a nivel estatal, autonómico como local. Y bramaban por aquella norma del PP para el restablecimiento del orden, que el PSOE se encargó de zarandear y desterrar lo que ellos llamaban la «ley mordaza». Sus tics, resumidos en estos paupérrimos cien días, tienen fiel reflejo en Maduro y Cuba, naciones que expidieron másters a go-go, y que el iluminado Sánchez exhibe «cum laude».

Como es una misión imposible predicar al que no sabe, aconsejo a esta torcida de fanáticos socialistas que si se quieren regenerar apliquen estos principios: contra la soberbia, humildad; contra avaricia, largueza; y no mentir, que sería decir lo contrario de lo que uno siente.

Lo triste es que no sienten ni padecen, van a lo suyo.

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