La Marea de Pérez Henares

La cloaca es «su» cloaca

El presidente y sus ministros hacen grandes muestras de aspavientos sobre la cloaca que dicen que les esta vertiendo mierda encima. Y amenazan con ponerle la mordaza a la prensa no “okupada” por expandirla. Cuando la basura, conseguida con idénticos y cenagosos medios, caía sobre la cabeza de los “otros”, del PP, la jaleaban como excelsa libertad de expresión y se municionaban casi en exclusivamente de ella. Pero hay ahora algo todavía más obsceno y más mendaz en este asunto. Es que resulta que la cloaca es “su” cloaca y que varios de quienes quienes hozan en esos pozos llevan su marca y sigla y se sientan incluso en el consejo de Gobierno.

La consigna, de inmediato adoptada como dogma de los “buenos” por los medios del “supremacismo ético” del régimen sanchista, es la de lanzar escandalizados alaridos sobre el origen y la intención de lo publicado y convertir al comisario Villarejo en el “malo de todos los malos”. Que puede que sea muy remalo, desde luego, pero a pesar de su omnipresencia ni contrató al “negro” de Sánchez, ni compró el chalé de Huerta, ni urdió el master fake de Monzón, ni asesoró a los asesores fiscales de Duque. Esos marrones han salido por otras alcantarillas. La suya es otra. Grande, profunda, como muchos y muy variados sumideros y otros tantos vertederos. Es la fosa séptica de Interior y el tiene la lave, o una llave al menos, de la espita.

Resulta de lo escuchado, que el tipo y sus cómplices grababan a todos, y él a sus colegas incluidos y resulta que quienes se revolcaban en la charca es quienes ahora pretenden decir cuan repugnarte era su olor cuando lo que se les oye es rebozarse en un alegre jolgorio cochinero. Una vez contándose como entonces, con ZP presidente y Rubalcaba ministro, se le porteaba dinero en una bolsa de plástico para pagar a quienes tenían como cometido el espiar a Aznar, presidente a la sazón de Castilla y León. Otra, aún más grave por las consecuencias, en espurio conclave para “preparar lo de la Gürtel” que junto al delito de prevaricación por ordenar escuchas ilegales ordenadas apartó a Garzón de la judicatura, puede ser la mejor de las defensas para los condenados. Una sobremesa, bien regada, jaleando el montaje de un prostíbulo para coger por sus bajos a importantes, unas veladas muy risueñas cotorreando Lola sobre las actividades colombianas y nocturnas de los colegas de fiscalía o llamándole “maricón” a un compañero de toga y ahora del consejo de ministros.

Vamos, que sí, que era una cloaca, es una cloaca, pero es precisamente “su” cloaca. Y que no parece haberlo dejado de ser nunca. Se señala a Villarejo como grabador y filtrador. Puede que lo primero sí, pero es mucho más extraño lo segundo. Por razón de la tanta y tan larga amistad, que la ahora ministra Lola Delgado negaba y renegaba de diferentes forma y maneras y todas mentira, y que no parece que haya dejado de existir y siga existiendo ahora. Pues mientras se abjura de la relación y se miente intentando ocultarla, los hechos claman que sigue estando bien engrasada. Tanto es así que es precisamente el despacho de Baltasar, “Balta” para los que están en los secretos, quien hace todos los esfuerzos por anular las pruebas contra Villarejo, invalidando las grabaciones inculpatorias, y actuando como abogado defensor de los Comisarios Enrique García castaño, “el Gordo”, presunta “mano derecha” de Villarejo y de su amigo Carlos Salamanca.

Así que, desde luego y sin duda alguna, tienen razón los que señalan la cloaca y hacen grandes ascos sobre la fetidez que desprende. Pero se les olvida decir que en ese charco y de manera prominente eran ellos quienes se revolcaban en los barros. Eso es lo que callan también y de manera atronadora quienes, so pretexto de que ¡es la cloaca, es la cloaca!, les exculpan de toda mancha. La culpa, según ellos, será en todo caso del cieno por mancharles.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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