Nuestro espectacular gobierno, podemos denominarlo así por los numeritos de circo barato a los que ya nos tiene acostumbrados, manejó múltiples señuelos para llegar al poder. Una vez en el mismo, está haciendo una encomiable labor didáctica, dado que le ha dado plena vigencia al viejo dicho «nunca te acostarás sin saber algo nuevo».
Antes de conseguir el sillón, proclamó hasta la saciedad, que era la fuerza política más limpia, transparente, honesta, trabajadora, etc., etc., cualidades que iba a transmitir a toda la sociedad. Los ciudadanos entendimos que con ellos nos dirigíamos al «país de las maravillas», aunque no fuésemos acompañados de Alicia, porque todo no se puede tener. En cualquier caso, contentos, se iba a entrar en un nuevo período regeneracionista, que indudablemente falta le hace al país.
Sin embargo algo le está fallando, parece que la ha salido el tiro por la culata, se ha convertido en el cazador cazado. Aquellas actuaciones que tanto demonizaba en otros, son las que se están descubriendo en su seno, un día sí y otro también.
En su descargo echan mano, sin confesarlo, del viejo refrán «cuando el diablo no tiene que hacer con el rabo espanta moscas», proclamando que los tinglados que se les descubren, no son tales, sino deslices, pequeños fallos, diferencias en criterios de interpretación, etc., que la oposición, como no tiene nada que hacer y a nada puede aspirar frente a su ejemplar trabajo, se encarga de engrandecer y llevar a límites absurdos, sin importar el daño que con ello pueda causar, siendo su único objetivo torpedear la acción del gobierno.
Si analizamos objetivamente los acontecimientos, se saca la impresión de que están exprimiendo al máximo lo que lograron con sus mentiras, pues son conscientes de que la carambola que lograron es difícil que se repita.
Empezaron con una negación de lo primero prometido, las elecciones, para encontrarse con un ministro en la picota y al poco tiempo con una ministra; les siguió una alta carga. Los asuntos decían que eran pecata minuta, pero tuvieron que dimitir, culpando de tener que llegar a tal extremo, a la campaña de intoxicación emprendida en su contra por las fuerzas reaccionarias.
A continuación a otra se le descubren amistades peligrosas, que negó hasta que le evidencia fue irrefutable. Lo último hasta ayer, hoy pueden surgir nuevas sorpresas, es la del ministro que hizo, al perecer, experimentos de ingeniería financiera, tema muy alejado de su actividad profesional.
Sigue pendiente el asunto de la tesis doctoral, hasta hace muy poco secreta, aunque ello se negase. Vistos los documentos publicados sobre el tema, quedan pocas dudas razonables sobre el plagio, máxime cuando al principio hubo amenazas de demandas judiciales que luego desaparecieron. Como la gente tiene mala memoria, el autor se olvidó de aquello que dijo en el Congreso, hablando del caso del ministro alemán, que en cuanto le cazaron con algo de la tesis fusilada dimitió.
El gobierno vino como un cazador, a por todos aquellos que no eran limpios y transparentes como ellos, pero como en algunos aspectos demuestra ser muy ignorante, no tuvo en cuenta aquello de que «cada persona es dueña de lo que calla y esclava de lo que dice».
Conclusión, toda su propaganda pretendidamente ejemplarizante, se ha vuelto en su contra, por mucho que lo niegue, las razones que aduce en su descargo solo son «disculpas de mal pagador».
Si el gobierno tuviese una mínima parte de los principios éticos que pregona, convocaría elecciones, única salida digna que le queda. Si además fuese listo también las convocaría, evitándose así pagar la deuda contraída con la izquierda radical y los separatistas, pues los palos por el pago le van a ir a él.
En definitiva, el cazador cazado, pero el pueblo aguanta, ¿hasta cuándo?
