Análisis

Rafael López Charques: «Preguerra civil»

Rafael López Charques: "Preguerra civil"
España, Cataluña, el independentismo y la economía. EE

Si lectores, no se asunten del título de estas reflexiones. Tan solo reflejan la situación latente en Cataluña. Los que sean aficionados a la historia, repasen la de nuestro país, y se encontraran, sin dificultad, con situaciones parecidas, sin tener que remontarse mucho, tan solo al siglo pasado, y vean como acabaron.

Posiblemente habrá personas que considerarán que no es políticamente correcto, como ahora es lo que priva, hablar así, pero también habrá muchas, y de hecho las hay, que son conscientes de que por el camino actual, vamos indefectiblemente al desastre, y que por el bien de todos, vale más ponerse una vez colorado que ciento amarillo.
La actuación de los separatistas catalanes y del gobierno, la semana pasada, ha sido realmente vergonzosa. Podríamos decir que Dios los cría y ellos se juntan para hundir a España.

El no molt honorable president (el no, porque quien ostenta un título debe hacer honor al mismo) está empeñado en que el Rey pida disculpas a los catalanes por su discurso. ¿Por qué? Tan solo ejercitó correctamente sus funciones constitucionales, sin ofender a nadie. Quien debe pedir no disculpas, sino perdón una y mil veces, a todos los españoles, es el impresentable adalid independentista, que se ha cansado de ponernos por debajo de la basura. Sus escritos de todos conocidos, propios de chusma barriobajera, son una ofensa consciente y premeditada al pueblo español. En su egolatría no se cansa en alabar el ADN de su raza; sin embargo, si se analizase a si mismo, y fuese honesto, correría a esconderse, pues si él es un ejemplo de raza superior, que venga Dios y lo vea.

El primer lunes del mes, en un acto institucional proclama: «Gracias a los CDR que apretáis y hacéis bien en apretar», pero a última hora, después de los treinta y dos policías heridos, el asalto al Parlament y a una Subdelegación del Gobierno, se desmarcó cobardemente de sus anteriores palabras.

No obstante sigue exigiendo un referéndum de autodeterminación, con reconocimiento internacional, bajo la amenaza de dejar tirado al gobierno.

Por cierto este año el Govern ha concedido la Creu de Sant Jordi, entre otros a la persona que perdió un ojo en las manifestaciones de año pasado. Hecho muy lamentable indudablemente, pero lo perdió no por una acción de la policía cuando iba tranquilamente a su casa, como dijo por la tele, sino en el transcurso de una refriega en la que se metió, empujando a policías y tirando vallas metálicas contra ellos, como se ha visto en los videos. Echamos de menos que también se la concediesen, por sufrimientos por la patria catalana, a la señora que acusó a la policía de romperle los dedos de una mano, y encima tuvo la mala suerte de que en el hospital se equivocasen y le escayolasen la otra.

Ante esta peligrosa situación, el Gobierno no está ni se le espera. Pasamos de que según un ministro lo ocurrido «era asumible», a que el Presidente dijese que «la violencia no es el camino», continuando con que la portavoz opinase que «Torra no parece responsable porque no ha llamado a la violencia», seguida de otra ministra que dijo que «si fue responsable por alentar el movimiento en la calle», para acabar con otro ministro que redujo todo a un «momento de tensión improcedente».

Resumen: los separatistas siguen haciendo lo que les da la gana, y el Gobierno se desentiende olímpicamente.

Hay voces que piden la vuelta del 155, pero también las hay ya, que reclaman la aplicación pura y dura del 116, ese que regula los estados de alarma, excepción y sitio. Es mejor eso que una guerra civil que supongo nadie desea, pero que desgraciadamente para todos, por este camino, puede llegar. Tiempo al tiempo.

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