ANÁLISIS

Santiago López Castillo: «L’Etat c’est moi»

Santiago López Castillo: "L’Etat c'est moi"
Uno de los memes que circulan por Internet sobre Pedro Sánchez y Begoña Gómez en la recepción del 12 de Octubre de 2018. EP

Quienes se han tomado la molestia de seguir mis comentarios sabrán del egocentrismo del personaje por todos los cielos y la tierra. En cuanto salió a la palestra el empleado de la planta de caballeros de El Corte Inglés -de esto ha cuatro años-, no paré en resaltar las dotes fabuladoras de este ser ególatra, fantasmal, obseso del poder, absolutista.

Es un fenómeno. Quién le tose. El que venía a regenerar la democracia, a poner los pilares sociales y a poner en su sitio a quienes desvirtuaran el parlamentarismo. No. Usted, zurupeto e indigente cultural, zapaterista cum laude, quería ser reina por un día y tirar de la cadena de la Moncloa. Se metió por la gatera de palacio, cual felino callejero, y de aquí no me desalojan ni a tiros.

Se ríe de la cortesía parlamentaria, desprecia al Senado por el democrático hecho de que el PP tiene mayoría en la cámara (no como usted, «presidente por la puerta falsa»), y, asimismo, se niega a cumplir las reglas básicas de un Estado de Derecho, actitud que le rebela como un presidente en rebeldía. Lo último, para no alargarnos, es el desprecio a los Reyes porque, claro, el Jefe del Estado es él, el iluminado, Dios… Y se junta para perpetuarse en el poder con la ultra izquierda revolucionaria, los ideólogos de la dictadura venezolana con la coleta plagada de insectos destructivos.

El zurupeto, también llamado Sánchez, sigue su camino. A los que le recriminan les manda a tomar por culo. Nada es beneficioso si no viene de la ultra izquierda. Los radicales de izquierdas tienen patente de corso en la corrupción, en los desaires y desmanes de un politiquillo de tres al cuarto, perdón por la redundancia. Para nota, su soberbia fue querer compararse a Felipe VI en el «pasa manos» del Día de nuestra fiesta nacional o de la Hispanidad. Su estruendoso ridículo quiso tamizarse con un error de «protocolo». No, zangolotino. He estado invitado cuantiosas veces a este acto en Palacio y las personas del ceremonial son escrupulosas en su deber. Así ha dado su verdadera talla, la que tiene: mequetrefe.

Y, por último, en cuanto a su mala educación para con la Corona la dio en el duelo con las víctimas de Mallorca, saludando a la reina emérita con las dos manos como si fuera una jugadora de baloncesto; le faltó el azotito en el culo y no por falta de ganas…

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