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La caravana del hambre; otra manipulación de las masas con el beneplácito y la connivencia de muchos medios de comunicación

La caravana del hambre; otra manipulación de las masas con el beneplácito y la connivencia de muchos medios de comunicación
Caravana de migrantes a México Agencias

En los últimos días no hay informativo de radio y televisión que no informe de la llamada Caravana del hambre, que arrancó en Honduras y El Salvador, atravesó Guatemala y ha entrado en México, camino de Estados Unidos con más de 7.000 personas entre menores, jóvenes, talludos, ancianos y tullidos, a los que a cada poco se suman en la retaguardia varios cientos más.

Esos medios de comunicación lo hacen con las consabidas dosis de dramatismo, declamación y amarillismo que caracteriza el falso periodismo. Sin embargo, ninguno se ha preguntado ni, en consecuencia informado, quién está detrás de ese éxodo, quién lo organiza, financia, mueve, alimenta mediáticamente y provee a miles de personas, muchos de ellos familias completas, del sustento diario, curas médicas y cobijo nocturno que una marea humana de esas proporciones requiere continuamente. ¿Quién les instrumentaliza?

A lo que se ve, cada vez hay más ingenuos que creen que todo esto surge por generación espontánea, sin planificación ni fin oculto y con gente que un día tiene una visión idílica, se levanta, coge sus bártulos y sus hijos y se apresta a recorrer a pie 2.700 kilómetros, atravesar tres países y otras tantas fronteras y plantarse en Estados Unidos para exigir pan y trabajo para ellos y los suyos porque quieren cumplir el sueño americano. Un fenomenal deportista español ha dicho recientemente que en la sociedad hay más tontos que ventanas. Y yo añado: y más incautos que chapas. ¿Quién está detrás de esa ONG que, con otras, asiste a los caminantes y que se llama Organización Internacional para las Migraciones? porque el nombre no deja de ser sospechoso o, cuanto menos, equívoco.

¿En nombre de qué derecho reclaman comida y salario a un país que no es el suyo? ¿Por qué no lo hacen ante sus gobiernos respectivos?, ¿ante los sátrapas que les someten a inseguridad, hambruna, desesperanza y falta de futuro? O ante la inoperante Organización de Naciones Unidas (ONU) para que intervenga contra esos Estados por las condiciones en las que viven sus ciudadanos. ¿O es más preciso llamarles súbditos?

Si analizamos las imágenes que emiten las televisiones y los videos en Internet, no parece que sean famélicos los integrantes de la Caravana del hambre, nombre, por otro lado, que habrá salido de un director de marketing. Muy al contrario la morfología de los caminantes es típica de la zona y sus cuerpos son capaces de andar más de cincuenta kilómetros al día durante varias semanas y chillar frases preparadas y aprendidas de antemano que recitan como papagayos ante la ristra de cámaras de televisión que les acompañan.

La lógica dice que la comunidad internacional, las ONG más carismáticas y los defensores más fervientes de los derechos humanos deberían organizar permanentemente caravanas del hambre, quedadas por la libertad y manifestaciones contra la tiranía en aquellos países en donde sus despóticos regímenes dictatoriales someten al pueblo a penuria y arbitrariedad. Pero no es así: no les tocan ni un pelo y callan como muertos.

Por el contrario es en y contra las naciones con un Estado social y democrático de Derecho, ordenamiento jurídico de libertad, justicia, igualdad y pluralismo político, y un estado de bienestar aceptable, en donde se organizan asaltos sistemáticos y perfectamente organizados a sus fronteras para reclamar un supuesto derecho de todo ser viviente nacido fuera de sus límites geográficos a entrar como Perico por su casa en la que no es la suya y tener bienestar y trabajo.

¿Por qué no se monta esto en China, Rusia, Irán, Arabia Saudí, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Honduras? Sí, ya sé que los buenistas dirán que los desheredados del mundo van donde saben que hay riqueza y que es de justicia, incluida la cristiana, atenderles. De acuerdo, pero ¿sin límites?, ¿sin que entren con papeles y contratos de trabajo bajo el brazo?

Que un Estado sea democrático y haya conseguido con esfuerzo alcanzar una renta per cápita que permite vivir bien a sus ciudadanos y atenderles con eficientes servicios sociales, ¿es sinónimo de país explotador y culpable de las desgracias ajenas? ¿Tiene que terminar siendo igual que aquél del que huyen? ¿No será que la internacional de la cosa quiere igualar a todos por abajo, acabar con las democracias, instaurar las dictaduras -marxista-leninista, nazista o fascista, me da igual- para que luego quede la primera? Empiezo a pensarlo.

JORGE DEL CORRAL

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Autor

Jorge del Corral

Hijo, hermano y padre de periodistas, estudió periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Ha trabajado en cabeceras destacadas como ABC y Ya. Fue uno de los fundadores de Antena 3 TV. Miembro fundador de la Asociación de Periodistas Europeos (APE) y del Grupo Crónica, creador de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión (ATV) y fundador de la Unión de Televisiones Comerciales (UTECA). Un histórico de la agencia EFE, donde fue subdirector y corresponsal en Roma.

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