ANÁLISIS

Santiago López Castillo: «¡Todos somos fascistas!

Santiago López Castillo: "¡Todos somos fascistas!
Soldados de la I Guerra Mundial con su mula y con máscaras antigás. PG

La mentira, a base de repetirla, se convierte en una gran verdad (lo del adjetivo gran depende de la fobia y la filia de los adversarios). El fascismo, según RAE, es un movimiento político y social de carácter totalitario creado por Mussolini en Italia después de la I Guerra Mundial. El término, a tontas y a locas, se propaló por todo el orbe, de la misma manera que consumimos por un tubo el definitorio «hijo de puta». Pues miren, voceros de la izquierda española, mayormente iletrados (Sánchez lo es además de plagista), cada calificación en su nido.

No es igual el nazi alemán que el camisa negra italiano como no lo es el franquismo, que responde, para ser justos, a un régimen autoritario y con un amplio sentido social (Seguridad Social, polos de desarrollo, universidades laborales, viviendas, reconstrucción de regiones desbastadas y consolidación de una sólida clase media). Pero las reminiscencias del Frente Popular prevalecen con solución de continuidad. Así, por recurrir a un ejemplo próximo, unos vándalos atacan la vivienda del juez Llarena, y se erigen en «comités antifascistas». No, tontos, no. No os repetís porque no os da el hipo. Vosotros, fascistas, sois los terroristas. Cualquier insulto os debe revertir aunque vuestra ignorancia sea supina, que lo es, en la destrucción del orden social («promueva huelgas, aunque sean ilegales, en las industrias vitales del país», Lenin 1913).

La izquierda o la ultra izquierda radical detestan el liberalismo, el capitalismo, pero viven mejor que marajás. El mundo conservador, humanista, merece un mínimo estudio de las ideas. La doctrina social católica, por boca de Pío IX y León XIII, condenó el socialismo del siglo XIX en cuanto se presentaba como enemigo de toda autoridad política, de toda propiedad privada y profundamente antirreligioso. Ítem más: en el materialismo dialéctico no hay lugar para Dios como el Creador ni como conservador del mundo.

El okupa de la Moncloa asume todos los poderes. Y toda esa chusma agnóstica que le rodea en su propio beneficio son mismamente ladillas insaciables, consecuencia de un polvo tirado en un estercolero. Y cuando escupen, como consecuencia del odio, no reparan que «¡fascistas!» son ellos, aunque, más propiamente, deben ser llamados marxistas-leninistas que la prensa dócil de izquierdas tamiza con movimientos radicales. Ellos, esta calamidad que los argentinos llaman scraches, dígase acosos, también aplican xenófobos, antirracistas… pero ninguno de estos tirillas acoge a un emigrante en su puta casa.

PD.– Resulta enternecedor oír a Gerardín Iglesias que sufrió torturas bajo el franquismo, y vivía de puta madre en el PCE y luego tuvo su escaño en el Congreso.

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