Partiendo de la mantenida obviedad técnica, de la práctica forense, de que solo se embalsaman cadáveres, se podría colegir, tras la cotejación de diferentes fuentes informativas, e incluso por explícitos artículos en las vías de las autopistas de la información (o sea, la red), que el ciudadano Franco Bahamonde Salgado-Araújo de Pardo de Andrade (D. Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo) presuntamente falleció en la fecha del 19-11-1975 y que la data de lo posterior supuestamente fue una hartura plástica de la entonces imperante oficiosidad y sus componendas más o menos familiares, con el dudoso aderezo (¿pre monárquico o no?) de sus posibilismos políticos {donde lo anecdótico (¿ acaso esperpéntico?), es que fue embalsamado (4.00 horas) hora y media antes de morir (5.25 horas)}.
Lo cierto sería que, desde la potable fecha del 19-11-1975, termina un sistema de gobierno basado en una dirección personal ( y a lo sumo de un elenco de allegados), que casi nadie pone en tela de dudas, y de la que sus colaboradores, donde se incluían los llamados «poderes fácticos» de la época/era/, se contaban por miles de ciudadanos y en todas las latitudes españolas, donde con su propio y hasta directo hacer contribuyeron al sostenimiento, realización y proyección de tal activo modo político (sistema/régimen/dictadura) en todos los campos de la esfera pública integral de la España Nación.
En la data del 19-11-1975 tenemos, sobre el espacio territorial español, una escenificación oficial de «la situación regional» que ha llegado hasta tal concreto y singular momento que, por posiblemente diversas situaciones y/o no razones dichas, ha dejado de ser analizada, desde su específica y escueta constricción monográfica, en aras de lo que debería haber sido un instrumento de indagación positivo, que ayudara a la hora de la escenificación de todo tipo de eventos que habían tenido lugar durante la temporalidad de 1936-1975.
Al día de la data del 19-11-1975 y al vencer, con motivo de la misma, el plazo del gobierno unipersonal que se asigna de «los previos cuarenta años pasados», debería haberse hecho, aunque se hiciera de manera esquemática, una evaluación continua, región a región, de las incidencias múltiples (fueran conocidas hasta entonces o sobrevenidas después) de lo que había supuesto tal proceso integral para los ciudadanos españoles en la esfera de su conocimiento/acercamiento/proximidad más íntima y alcanzable, que les diera un retrato teselado, por hecho sumatívo regional, del acontecer de toda España.
Lo que no puede seguir sucediendo, como en nuestra opinión sostenemos, es que los trasuntos regionales españoles, desde el 18-7-1936 a 19-11-1975, hayan sido desactivados (¿acaso intencionadamente?), en aras del mantenimiento, cuasi imperativo, de una descripción global y generalística de una visión central y centralizadora de la España Nación, que se ajustaba a las coordenadas mentales y/o ideológicas de las interpretaciones foráneas de los procesos históricos, en la más o menos semiocultada materialización de los mismos, llevada a todos los efectos y a todos los niveles, propiciándoles una magnificencia, no exenta de dogmatismo paracientífico, tanto exclusiva como excluyente.
Entre las ya fijadas datas del 18-7-1936 al 19-11-1975, tenemos en la España Nación, desde la salvedad de: guste o no guste, una descriptiva España Regional que nos viene a los ciudadanos españoles, ¡ y nos viene a todos!, del antes temporal más próximo y cercano— en sus directas emanaciones integrales (políticas, educativas, administrativas, económicas, culturales, ambientales, antropológicas y cívicas), donde participaron al completo, con todas las gradaciones— y valoraciones de escala — que se quieran establecer al caso, todos y cada uno de los habitantes de todas las municipalidades incluidas en cada tesela,¡ y en todas ellas!, del mosaico regional español.
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En algunas interpretaciones, escasas para ser correctos y amables con tales indicios, de lo acontecido en la propia fecha del 18-7-1936 (incluso con los prolegómenos del 17-7-1936, dada las filtraciones de la asonada militar y ciudadana que se preparaba), se escenifica gráficamente la misma en atención a la oficial España Regional (y/o si se prefiere, con mayor adecuación y en mejora de la comprensión al oficial Estado Español Regional— establecido en quince regiones españolas— que estaba en vigencia), dando la visual imagen de su mayoritaria apoyatura militar en siete regiones españolas y su ostensible decaimiento en las otras ocho.
Simular que en la data del 18-7-1936 no está constituido— en la gradación que cada cual valore— el Estado Regional Español, o que al final de los cuarenta años del régimen unipersonal de Franco Bahamonde—apoyado en el partido único del Movimiento Nacional— no está siendo utilizado, como instrumento integral (jurídico, educativo, ambiental, cultural, económico, etc.), por la oficialidad de aquel momento el teselado del Mapa Regional de España es dejar abandona, en la incompletitud interpretativa, tal situación e importante parte de la Historia de España, y por ello no dar una visión completa e imparcial de los hechos históricos españoles de tales momentos.
El Estado Regional Español — de la II República Española— se plasma, en lo que es su concretización a través de sus formulaciones parlamentarias, dentro de un ambiente amplio, hasta emocional si se nos permite, que trasciende en su contenido a todas las capas sociales y es objeto del seguimiento ciudadano a través de tanto las intervenciones de los diferentes grupos políticos, como la difusión en los medios de comunicación y la alta interactividad del profesorado a todos los niveles de la docencia y con independencia de su ubicación rural o urbana. Con tal proceso previo, y en pleno clímax de exaltación del mismo, llega la data del18-7-1936 y los postulados nuevos que esta trae consigo desde una de las dos partes hispánicas en confrontación y litigio que, casi desde el principio (y hasta en sus balbuceos), deja los síntomas de ser una asonada más — de la índole de «la sanjurjada» del 10-8-1932— para pasar ser una cruel e (in)civil guerra fratricida que dejo enlutada toda la España Nación.
Desde el instante inicial seguido al hecho cronológico del 18-7-1936, se procede de forma sistemática y meticulosa al desmantelamiento del llamado «modelo republicano», para su sustitución por una «modelización nueva» del agrado de la opción militar y/o política ganadora de la interna guerra española (del 1936 a 1939), que conlleva en si unos cambios, tanto drásticos como atemperados, donde ciertas situaciones exteriorizantes desaparecen, otras cambian su conceptual significado y algunas, y en cierta forma y manera, dan la impresión — puede que no solo sea la impresión— permanecen y llegan, con cierta presencia y hasta solvencia, a la otra data que aquí manejamos en la constatación del 19-11-1975.
Al igual que para los procesos constituyentes hemos manejada la expresión: «el ir desde la Constitución (del 9-12-1931) a la Constitución (del 6-12-1978)», acaso no estaría demás el tener en cuenta que estamos operando entre el Estado Regional Español de la España Nación que, de forma impositiva, se hace termina el 18-7-1936 y la España Regional que se queda, ¡que si se queda!, el 19-11-1975 y de la que bebe directamente el texto de la Constitución Española del 6-12-1978.
Esa ilación de continuidad, y de permanencia en ciertos grados, entre los hechos regionales previos al periodo transicional español y sus antecedentes hace que ya, por si mismos, sea posible objeto de un más cercano y próximo seguimiento por todos los españoles, sean o no seguidores de corrientes historiográficas, a la vez que puede dar una pauta de utilidad más mediata de las fuentes de nuestra pasado, y hasta reciente, proceso histórico, a la vez que desmonopoliza las visiones pasadas, incluso deslocalizandolas, de todo un conglomerado abigarrado en temática histórica española.
