Análisis

Jesús Millán Muñoz: “Sobre la Autoridad”

Jesús Millán Muñoz: “Sobre la Autoridad”
Consejo de Ancianos

En tiempos tan complejos en los que vivimos y existimos, y pueden serlo más, quizás haya que reflexionar modestamente sobre el principio de autoridad. Aunque sea a grandes rasgos, porque es obvio y evidente que quizás, el concepto de autoridad en sentido profundo y filosófico y esencial, no está muy claro en la mente de algunas personas, lamentablemente en algunos casos dirigentes, o gestores de determinadas fuerzas sociopolíticas:

– Toda sociedad humana requiere el concepto y la práctica de la autoridad. Hasta dónde sabemos siempre ha existido un grado de autoridad, incluso entre pueblos, mal llamados primitivos, y posiblemente incluso en la prehistoria, deberían existir los llamados «consejo de ancianos», es decir, precedente de los senados, tanto romanos como actuales.

– Somos una especie de primates, sin entrar, en todas las disquisiciones existentes, matices y diferencias. De las doscientas dos especies de simios existentes hoy, de las cuatro o cinco especies de primates existentes hoy, todas, de forma natural tienen una especie de orden natural, por muy raro que nos parezca, existe una escala social, que de algún modo regulan, poderes reales y fácticos tanto sexuales, como en otros ordenes de la realidad.

– Las sociedades humanas, hasta dónde sabemos, claramente desde la época neolítica, pero posiblemente antes, debieron existir un sistema de autoridad sociopolítica, quizás en las manadas o grupos de prehistóricos que pulularon por el mundo, en diferentes especies, la autoridad sería el progenitor, a y en todos los sentidos. Pero esto es una especulación, que todavía los antropólogos y prehistoriadotes y neurólogos no nos han clarificado.

Por lo cual, debemos aceptar, que desde la época neolítica, sea hace ocho o diez milenios, y protoneolíticas, existen el concepto y la práctica de la autoridad, sea de una forma o sea de otra, sea «basada en leyes orales de una tradición ancestral», regida o gestionada por «un consejo de ancianos», que después derivaron, hasta dónde se sabe y conoce, en formas de «reyes sacerdotes o de reyes no-sacerdotes» en las antiguas ciudades-estado, cuándo se pasó del concepto tribu, aproximadamente hablando, al concepto de aldea-Estado o ciudad-Estado.

– Bueno es no olvidar, que de las setecientas sociedades existentes hoy en día, según los sociólogos, todas tienen y practican un principio de autoridad, existe una autoridad máxima, sea de un tipo o sea de otro.

En todas existen el concepto de autoridad, tanto a nivel teórico y conceptual, como a nivel práctico.

– Hasta dónde sabemos, ninguna sociedad, puede sustentarse y sobrevivir, si no se respeta el concepto de autoridad, aunque el mismo concepto de autoridad lleve en su seno, al menos, en la época actual, cómo se debe ir desarrollando y evolucionando éste. O cómo se debe ir dando la alternancia del poder, o diversos grados o entidades o grupos que pueden acotar o acogerse o gestionar el concepto-práctica de autoridad en cada momento.

– La historia ha mostrado y demostrado hasta la saciedad, que cuándo la autoridad no es ejercida de forma justa y equitativa, según cada paradigma del momento, o cuándo está no se admite y respeta, porque grupos o ideologías, defenestran el concepto de autoridad y las personas o instituciones que lo rigen en ese momento no son respetadas, sean por fuerzas internas o por fuerzas externas, o por otras realidades circunstanciales, o por combinación de diversos factores y causas.

Se produce entonces por lo general, un seísmo-volcán-hecatombe del concepto y de la práctica concreta de la autoridad, y por lo general, se cae en épocas de desintegración de la sociedad, del poder, y siempre del Estado, sea en la forma de protoestados neolíticos, o sean en las formas de Estado desde los primeros imperios, pasando por las ciudades-Estado, hasta el momento actual. Ciertamente esa desintegración puede ser de diverso orden y forma y manera y causas.

– No respetar el concepto de autoridad, más aún un concepto de autoridad democrático, como es el que rige Europa actualmente, en sus diversas naciones-Estados buscando la Unidad de Europa, todavía no alcanzado. No respetar en la teoría y en la práctica, la autoridad del Estado democrático, especialmente en Europa, es verse esa sociedad y por tanto, millones de individuos al borde del abismo, un ciclo del abismo. Y el abismo puede ser de muchas maneras y de muchas formas, concretizarse en y con muchos parámetros. Es caer o ponerse en disposición de caer en un laberinto, con consecuencias imprevisibles, e impredecibles, pero todas o casi todas negativas.

– Ciertamente, no vamos a entrar en este modesto artículo en las distinciones y clases y tipologías y definiciones del concepto de autoridad sea según Weber, Kójeve, que son clásicas en la época moderna o actual. Ni tampoco en el concepto de autoridad jurídica, moral, religiosa, tradicional, carismática o una combinación de todas ellas. O en la tipología de autoridad operativa, formal o funcional.

La autoridad, aún más la democrática, aún más la democrática europea, merece el respeto y los signos de respeto hacia la autoridad, que todo ciudadano de esa sociedad-Estado debe, como deber y como derecho a la autoridad legal y moralmente constituida, con los parámetros actuales.

Cuando en una sociedad, los signos, diríamos signos de la autoridad se van degradando, o quienes los tienen que realizar, los van modificando o los van debilitando o los van negando, entonces estamos entrando en un camino-laberinto de enorme preocupación, con consecuencias imprevisibles e impredecibles.

Cuando en una sociedad, en las cámaras y órganos máximos de dicha autoridad, lugares o edificios, no se utiliza un lenguaje correcto, respetuoso, aunque disientan unos grupos o ideologías de otros, o no se lleva el vestido o la ropa adecuada, a la dignidad de esos lugares, que por lo general, son las Cámaras Máximas de la Autoridad Democrática, que representan al Estado, y representan a la sociedad, a todos los ciudadanos de ese territorio y de ese Estado.

Si en esos ámbitos o cámaras parlamentarias, sean regionales, sean nacionales, no se sigue el respeto en las palabras, y el respeto en los gestos, el respeto en el vestido, si no se siguen esas normas mínimas, nos produce y entra en el corazón una flecha de enorme preocupación, porque cuándo se saltan, la historia lo demuestra, las maneras y formas respetuosas y correctas, aunque se tengan distintas ideologías y pareceres, cuándo se rompe las maneras en las Máximas Cámaras de la Representación del Poder o en las Máximas Órganos del Poder, es que estamos a punto de entrar en el abismo.

Cuando individuos o colectivos o grupos, o parte del Estado, en sus órganos legalmente constituidos, no respetan de palabras y de gestos y de formas y de maneras, el orden democrático, orden constitucional democrático en Europa, entonces, se está produciendo una falla de enorme debilidad del concepto de autoridad, de autoridad legal y moralmente constituida, por encima de ideologías y pareceres. Y podemos estar entrando en un laberinto y espiral, con consecuencias impredecibles…

Para terminar, si el concepto y la práctica de la autoridad, se debilita tanto, en distintas maneras y formas, por diversos grupos e instituciones, en forma de palabras o signos o hechos o datos. Sin darnos cuenta o dándonos estamos poniéndonos en el borde del abismo. ¡Aviso para caminantes!

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