He aquí el perfil del santo varón, según retazos de su autodefinición en el juicio que se le sigue:
«Soy un hombre bueno, un hombre de paz que busca el diálogo».
«Antes que independentistas somos republicanos y demócratas, y antes que demócratas somos buenas personas».
«Nada de lo que hemos hecho es delito, y de los delitos que nos quieren atribuir, no hemos hecho ninguno».
«Siempre hemos rechazado cualquier forma de violencia, y lo hacemos y lo seguiremos haciendo. Cualquier objetivo de la vida noble puede resultar inmoral si los modos son indecentes».
«Yo no voy a renunciar a mis convicciones, ni las acusaciones van a dejar de perseguirme por ello».
«Votar no es delito… Ni lo era ni lo debe ser».
«¿Cómo va a ser delito trabajar pacíficamente para una opción política?».
«Llevo un año y medio que no me dejan hablar».
«Votar en referéndum no es delito y trabajar por la independencia de Cataluña no es delito. … Nada de lo que hemos hecho es un delito».
«Las movilizaciones en Cataluña han sido siempre pacíficas, ejemplares, cívicas y responsables. Lo dicen todos los medios de comunicación del mundo».
«Me encuentro en una situación de indefensión, estoy seguro de que se me acusa por mis ideas y no por mis hechos. Estoy en un juicio político… Me considero un preso político».
Oriol Junqueras, profesor universitario de formación italiana, orador independentista, utópico y sentimental, santurrón, vaticanista…, hizo de su declaración ante el Tribunal Supremo un mitin político, que ni él mismo habrá de creerse cuando califica su encausamiento como un «juicio político».
Si el Presidente del Tribunal permitiera la repetición del modelo de declaración de Oriol Junqueras, como un soliloquio acorde con las preguntas preparadas de su abogado defensor, único interrogador, sin intervención de fiscales, ni de la abogacía del Estado, ni de la acusación popular, el juicio al procés se convertirá en un petardo ideológico con la posibilidad de dirigirse directamente a un público castellano-hablante, lo que amplifica su mensaje, con el señuelo fingido de su «Amo a España».
En 1931 Miguel de Unamuno publicaba su novela San Manuel Bueno, Mártir. Era el relato de la vida y obra del cura de Valverde de Lucerna, hecho por una testigo excepcional de su vida, Angela Carballino. Santo varón, de bondad heroica en favor de sus feligreses; predicador, todos los días, del consuelo del cielo, pero hecho de manera retórica, fingida y utópica.
El líder independentista Oriol Junqueras, cabecilla declarado de la rebelión del procés, pretendiente a la presidencia de una república catalana, muestra un paralelo panegírico con el cura descreído San Manuel, propagandista de un cielo utópico.
*José Luis Suárez Rodríguez es Director de www.masespaña.es Doctor en Pedagogía y Filosofía. Autor de «Filosofía y Humor». Politólogo. Analista Político.
