Como Sánchez se encuentra en un atranco
quiere ver de qué manera administra
entre tanto ministro y tanta fistra
las entrañas y los huesos de Franco.
Él quisiera tirarlos en un barranco,
pero antes verá dónde los registra,
y cómo después se los suministra
a tanto ministrejo saltimbanco.
A Celaá le dará el peroné
y a ella le consta muy bien el por qué.
Para Delgado no habrá ningún hueso,
con ella, la justicia no está a salvo.
A ella le dará el intestino grueso,
y el delgado le toca a Carmen Calvo.
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Por Salvador Freixedo
Último libro del autor:
«IGLESIA, ¡DESPIERTA!»
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