George Soros en España para marcar la agenda de Sánchez y Rivera.

Hay dos maneras de hacer análisis político. Una, en función de lo que vierten las agencias de prensa, medios de comunicación o lo que sale de los gabinetes de los partidos, cocinado o a medio hervir. Esta es la más usual, que no deja de ser una manera de llenar papel o espacios radiofónicos y de televisión, con debates al estilo Gran Hermano –salvo excepciones—, en los que solo falta el poli de lux, pero, tranquilos, que, tal y como van las cosas y el derrumbe estrepitoso de la decencia, todo se andará ¡y más! La otra forma de hacer análisis es basándonos en lo que no se dice en ruedas de prensa ni nos cuentan al oído, sino atando cabos con datos de aquí y allá, y fijándonos en ciertos personajes y grupos de poder, en los que casi nadie cree, pero que existen y campan a sus anchas organizando el mundo en su provecho. Para dejarlo claro, pongamos como ejemplo el 11M: la primera opción sería seguir la tesis oficial de los moritos y demás mentiras, y la segunda, indagar en lo que realmente ocurrió, por qué, quiénes estuvieron involucrados, quiénes hicieron la vista gorda y demás incógnitas. Yo opto por esta segunda opción y estoy mucho más cerca de Casolaro que de cualquiera de los prescindibles papagayos que hablan por hablar, basándose en conveniencias cuando no en ignorancia.

Nada más llegar al palacio de la Moncloa, como hablamos en su día, Pedro Sánchez recibió la visita secreta de George Soros, y no precisamente para llamarle guapo, sino para marcarle la agenda. No vamos a quitarle culpa a Sánchez de nada; es más, aún nos quedan epítetos que añadir a su persona, todos para mal. Pero sí es cierto que los globalistas, los del Nuevo Orden Mundial, la masonería-illuminati, Bilderberg o como queramos llamarles, es decir, los amos del mundo, tienen prisa por imponer su plan de dominio-dictadura totalitaria –que ya estamos viviendo y sufriendo, en parte— y necesitan políticos clave, frívolos y huecos, para dar el golpe de gracia a la humanidad, transformándola en un rebaño en toda regla.

Esta semana, Soros volvió a la Moncloa con nuevos encargos para Sánchez. Pero, según apuntan algunas fuentes, parece que también ha visitado a Albert Rivera, alias el Veleta, para el que también trajo alguna orden: nada de juntarse con el PP y con Vox –otra cosa sería si fuera el PP de Soraya—. Pactar con los socialistas es la orden de Soros. En vista de su miedo a las encuestas, Rivera ya había anunciado que con los socialistas, nada. Pero es que de lo que diga este veletín naranja no hay que fiarse, al menos en temas políticos.

En lo tocante al amor, parece que sigue la misma dinámica. No sé qué dirá Malú de esta fama conseguida a pulso. Eso en el caso de que el flirt sea de verdad y no una estrategia, por parte de él o diseñada desde más arriba. Es cierto que estoy hablando desde la perspectiva de la conspirología, pero no sería la primera vez que desde determinados gabinetes se arman parejas con fines de promoción. El más famoso quizá sea el pacto entre el entonces príncipe Rainiero y Grace Kelly, con el fin de hacer de Mónaco un centro de la jet mundial. ¿Y si estuviéramos hablando de una pareja de contrato? Lo cual no quiere decir que no pudiera salir bien. Incluso, a veces, las citas a ciegas acaban en boda, aunque yo a esto no le auguro mucho recorrido.

A mí, el tema Rivera-Malú no me gusta nada. Quizá porque prefiero políticos con una vida estable, que no anden de colchón en colchón. En un representante público, cuya conducta debe ser intachable, los cuernos no creo que sumen mucho. Otra cosa es el mundo de la farándula, donde, en las largas noches de lentejuelas y glamur, entre copa, copa y lo que venga, es más fácil traspasar los límites y que la manga se estire. De hecho, me cuentan que en el grupo de amigos de Rivera-Malú, al que pertenecen unos cuantos famosos de primer nivel, parece que casi todos han tenido líos con casi todas.

Vaya por delante que cada uno es dueño de elegir a sus amigos. Otra cosa es que permitamos que los amigos de los políticos puedan “solicitar” leyes ad hoc en su provecho, como parece que ocurre en el caso de Albert Rivera. Y, por lo mucho que nos atañe a los españoles, me gustaría hacer algunas consideraciones. Es sabido que una de las promesas de Ciudadanos es legalizar la maternidad subrogada, una propuesta esperpéntica, que no cuenta con los apoyos ni de la izquierda ni de la derecha, aunque por razones distintas. Maternidad subrogada es un eufemismo por tráfico de bebés; es condenar a niños a no tener mamá. Es mucho peor aún que la prostitución, pues en esta, se trata de un intercambio de mutuo acuerdo entre dos seres adultos. En el vientre de alquiler hay un perjudicado, de por vida, que es el niño, al que nada más nacer, se le priva del latido del corazón de la madre, que es su sonido familiar que le facilita no sentir soledad en esos momentos tan cruciales del nacimiento. ¿Por qué entonces esta propuesta tan poco demandada? Pues todo apunta a que Rivera quiere complacer a algunos de sus amigos íntimos, como Quique Sarasola –hijo de aquel rico Sarasola relacionado con asuntos de los Albertos, las torres Kío, o que decía que había que hacerle una fortunita a Felipe González, según José Luis Vilallonga—, con pareja homosexual desde hace muchos años, con dos hijos adquiridos por vientre de alquiler. Otro de los íntimos de Rivera es el cantante Miguel Poveda, también gay, con un hijo concebido por el mismo procedimiento de vientre de alquiler. No es difícil imaginar, por tanto, dónde tiene el origen la ocurrencia de legislar algo tan descabellado, y quién influencia a Rivera. Curiosamente, es aquí donde entroncamos a los distintos personajes del affaire Malú-Rivera, en el que hay que incluir a su exmujer, la engañada Beatriz Tajuelo, que trabajaba en la oficina de promoción de Miguel Poveda, amigo de Malú. Así empezó un juego peligroso que acabó con una pareja, al parecer, estable.

Mientras nos entretenemos hablando de Malú, de la baba de Mercedes Milá en la presentación del libro fraude o del colchón, lo realmente preocupante es que George Soros haya venido a marcar la agenda de Sánchez y Rivera, los dos líderes que sí parece que sumarían para formar gobierno. Téngase en cuenta que los dos son peones del Nuevo Orden Mundial. Eso enfoca a nuestra ruina y la destrucción de España. Me consta que hay mucha gente valiosa en Ciudadanos que no está al corriente de los tejemanejes de su líder con esta gente peligrosa para el equilibrio del mundo. Conviene decir, una vez más, que Soros fue reprobado en su propio país, Hungría, y han expulsado de Austria a su fundación Open Society, por sus conspiraciones y manejos subterráneos contra la sociedad. Es un especulador sin escrúpulos que a punto estuvo de hundir la libra esterlina; se sabe que financia movimientos migratorios, revoluciones, golpes de Estado como el de Ucrania y Cataluña, así como colectivos y lobbies de presión, tipo LGTBI o los “queer” con todos sus paranoicos y antisociales postulados, y los de mujeres radicales contra el machismo. Nada es casual. Hay que crear, caos, descontento, pobreza, darle la vuelta a la verdad, institucionalizar la mentira, cambiar el significado de las cosas, disolver la idiosincrasia de los estados, hay que despersonalizar, deconstruir, fundirse con la mediocridad y obedecer a los “achichincles” del globalismo, del Nuevo Orden Mundial que quiere esclavos sin conciencia y sin consciencia. Por eso desembarcan en España tipos como Valls, o se alzan en los consistorios gentecilla desprovista de valores, como las Carmenas o las Colaus. No sé si esto podrá salvarse, si aún estaremos a tiempo.

En este apocalipsis con apariencia de irremediable, aparece VOX como arquetipo, como salvador de España, con tanto en contra que parece un milagro. A mí no me gusta la fiesta de los toros –soy animalista como los progres— y tampoco la caza, pero eso no me impide ver que VOX es el único partido valiente que llama a las cosas por su nombre y denuncia falacias que llevan años intoxicando a los españoles y sus instituciones. La corrupción del lenguaje como ingeniería social es más deleznable que cualquier otro tipo de corrupción. Estamos hartos de vivir atemorizados por los alguaciles de la dictadura del género. Debemos tener presente que, gracias a VOX, los golpistas están ante un tribunal para que paguen por su gran afrenta a la Constitución. Es una delicia ver a los abogados de la acusación popular en su papel de defensores del bien y la justicia en el juicio más importante que ha habido en España.

Volviendo al punto anterior, Rivera es tan poco de fiar como Sánchez. Y viendo lo que le gusta Bilderberg, los globalistas, la ideología masónica, una España federal, el aborto, los vientres de alquiler, la censura en los medios y algunas perlas más, no me cabe duda que está dispuesto a todo. Por eso es un buen obediente. Yo no entiendo que algunos medios y las propias encuestas sitúen a Ciudadanos en el bloque de la derecha. De los valores de la derecha, Rivera no tiene ninguno, y solo se arrima cuando le conviene. Se ha convertido en un jugador profesional y sabe ir de farol y hacer alguna trampa. Pero para gobernar España y mantener su unidad, sus tradiciones y valores hace falta mucho más peso y amor a la patria, incluso saber más historia.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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