ANALISIS

Carlos Dávila: «Pedro Sánchez será el asesino o el salvador de Pablo Iglesias»

Carlos Dávila: "Pedro Sánchez será el asesino o el salvador de Pablo Iglesias"
Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (PODEMOS). EP

Con la excusa de buscar apoyos para formar Gobierno, Pedro Sánchez se reunió el lunes con Pablo Casado y este martes 7 de mayo de 2019 lo hace con Albert Rivera y Pablo Iglesias, aunque las conversaciones a fondo no comenzarán hasta que las elecciones autonómicas y municipales del próximo 26 de mayo configuren el nuevo reparto de poder territorial.

Y Carlos Dávila tiene claro en su columna de OKdiario que el socialista lo tiene claro:

  • No hay partido más botarate a la hora de contener la lengua que
    Podemos. Sus famosos círculos no son otra cosa que curvas de caracol en
    las cuales se alojan sucesivos individuos que van contando lo que el
    anterior les ha dicho. Podemos es un “gruyere” al que el quesero se le ha
    ido la mano a la hora de hacer agujeros. Es un festín periodístico
    Podemos, por eso ahora sabemos que Pablo Iglesias ha depositado su
    futuro en los caprichos políticos del presidente en funciones. Por cierto,
    una digresión: ¿puede un jefe de Gobierno aún no investido comportarse
    como si lo hubiera sido? Viene esto a cuestión por este lujazo vacacional
    que se ha pegado Sánchez el pasado puente en la finca del Estado,
    Quintos de Mora. Ya se comporta como lo hizo desde sus primeros meses
    de presidente: como un cortijero que utiliza los bienes públicos para su
    uso y disfrute.
  • Ha sido una digresión; volvamos al caso. Iglesias quiere ministerios y
    Sánchez solo le ofrece por ahora promesas progresistas y alguna dádiva
    como fue en su momento designar a un comunista de toda la vida, el
    hórrido poeta Luis García Montero, como director del Instituto Cervantes.
    Una cosa así más o menos. Pero acompañantes de Iglesias que no son otra
    cosa que eso, ya filtran que el jefe -también en funciones porque su
    señora le va a quitar el puesto en cuando alumbre a su tercer vástago-
    esta vez no se conformará con quedarse compuesto y sin ministros como
    en ocasiones pasadas. En síntesis; el dilema que plantea el soviético
    madurista es éste: “O nos das carteras o tú te quedas sin cartera”. Como
    suena. Es, desde luego, un chantaje arriesgado porque el podemita no
    atraviesa precisamente por sus mejores momentos tras su personal e
    intransferible desastre electoral. Hace un par de meses, ya convocadas las
    elecciones generales, un veterano izquierdista me confesaba: “Lo único
    que le puede salvar a Iglesias es repartir puestos”. Pues bien: en eso está.
    El titular en funciones de Fomento, José Luis Abalos que no es ni la alegría
    de la huerta valenciana, ni émulo de aquel orador brillante de la Transición que se llamó Emilio Attard, ha dicho sin despeinarse (él con su
    sueldo actual todavía no ha pasado por los “pontepelos” de Turquía) que
    “lo de estar en el Gobierno es los de menos”. ¿De verdad se le ha ocurrido
    a él solito esta bobada? Es de suponer que su imperioso jefe le haya
    mandado a pronunciar tal memez, pero, hombre, podría haber filtrado en
    su medido cerebro la cuantía de la estupidez que, por cierto, ha sentado
    como un tiro en los aledaños de Iglesias en donde habitan individuos que
    darían su vida por ostentar una sinecura ministerial.
  • O sea, el porvenir cercano de Iglesias está en manos de su escaso amigo
    Sánchez que, dicho sea de paso, no le quiere ver sentado en la misma
    mesa, ni siquiera por un rato. ¿Qué decir como compañero de Gobierno?
    Lo evitará salvo que el soviético se ponga furibundo y le comunique que
    corre peligro su investidura. De forma que el PSOE sanchista no va a tener
    otro remedio que escuchar con todo interés las exigencias del que se va a
    convertir en su más asiduo interlocutor. Exigencias matizadas, claro está,
    porque no se puede pensar que Iglesias sea tan lelo como para impedir la
    investidura de Sánchez, hacer que se repitan las elecciones y ofrecer en
    bandeja una oportunidad a los liberales y conservadores del país para que
    se recompongan de una vez por todas, y expulsen a esta panoplia de
    españolicidas a las tinieblas exteriores. Pero esto no se dará. Sánchez
    puede estar tranquilo; por una parte, sabe que Iglesias le puede
    estrangular políticamente pero no del todo hasta matarle por ejemplo,
    por otro, tiene confianza absoluta en la estulticia de los mandatarios del
    PP y Ciudadanos dispuestos una vez más a inmolarse en aras, ¡fíjense! de
    otro Gobierno más o menos Frankestein. En resumidas cuenta: Sánchez
    puede optar o por salvar a Iglesias o por rematarle. En lo que queda de
    Podemos están seguros: se atreverá por la segunda alternativa. Al tiempo.

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