Análisis

Manuel del Rosal: «Carta de un hombre de 52 años a Pedro Sánchez»

Manuel del Rosal: "Carta de un hombre de 52 años a Pedro Sánchez"

«El salario, la hoja de la paga, es algo muy distinto a una entidad económica. Es el honor del obrero que la enseña a su mujer. Allí se encontrará la prueba de su valor de hombre que le pone al abrigo de la humillación y de la pérdida de su dignidad» Raoul Vergez en su libro «Los yunques de cristal»

Señor Sánchez, tengo 52 años y mis cualidades físicas y mentales está intactas. Yo diría que mucho mejor que cuando solo tenía 25 años por el acúmulo de sabiduría y experiencia que la vida ha depositado en mí. Y usted quiere quitarme mi dignidad y mi honor de hombre y de obrero haciéndome callar con una mísera paguita. A usted le resulta mucho más fácil comprar mi voto y mi silencio mediante un subsidio, que articular los mecanismos necesarios para proporcionarme un empleo donde yo pueda desarrollar mis conocimientos y mis cualidades personales y profesionales, donde me desarrolle y enriquezca como hombre. Para un subsidio mísero y que hiere mi dignidad y mi hombría, usted solo necesita promulgar un decreto ley, para proporcionarme un empleo digno que me permita vivir dignamente a mí y a mí familia se necesita estar en posesión de inteligencia, coraje, determinación, generosidad y decisión, cualidades de las que usted carece. A esas faltas hemos de añadir la pobreza. Si, señor Sánchez, la pobreza que de siempre ha sido la sustancia en la que las izquierdas de todo el mundo y de todos los siglos se han alimentado para medrar en el poder. El socialismo ama a los pobres y a la pobreza porque es de ella de donde sacan los réditos para obtener y mantenerse en el poder. Usted, señor Sánchez, y con usted todos los de esa izquierda más o menos radical, nada tendrían que hacer en un país rico donde los ciudadanos viven dignamente de su trabajo; usted y todos los que son como usted necesitan de la pobreza para hacer creer a los ciudadanos que es mejor malvivir de un subsidio de mierda dado por el «papaíto» Sánchez, que tener un abanico de oportunidades ante si que te ofrezcan un futuro lleno de esperanzas. Yo no quiero su paguita mísera, yo quiero que usted y su cáfila de ministros, asesores y demás fauna socialista, me de la oportunidad de un empleo digno en el que yo, y con arreglo a mis cualidades, pueda luchar por un futuro mejor para mí y para mi familia. Yo, con 52 años, quiero vivir con dignidad y no con la humillación de un subsidio como si de un incapacitado fuera. Yo quiero llegar a mi casa cansado de trabajar, pero satisfecho por haber aportado algo al engrandecimiento de España. Yo quiero aportar con mi trabajo un granito más en el devenir del futuro de mis hijos. Yo no quiero sentirme un inútil al que, con 52 años, se le ha terminado su vida de hombre y de obrero.

Señor Sánchez, yo no le he votado, y no lo he hecho porque yo no quiero malvivir de la limosna; yo quiero vivir de mi trabajo, ese trabajo que usted es incapaz de proporcionar a quienes, como yo y por culpa de políticos como usted, nos vemos arrojados a la marginación, a la humillación y a la pérdida de la dignidad, esa dignidad que un trabajo da siempre al hombre.

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