Una de las cualidades periodísticas de Carlos Salas es que no es de lo que se suben siempre a la ola y navegan a favor de la corriente, para ahorrarse críticas, etiquetas malvadas o descalificaciones burdas (Donald Trump dará prioridad para entrar en EEUU a los los inmigrantes que hablen inglés y tengan estudios).
Todo lo contrario (¿Salvador o imperialista?: El mensaje de Trump que hace saltar las alarmas acerca del fin del sátrapa Maduro).
Dice Salas y escribe lo que piensa, como queda patente en el último análisis que publica en ‘La Información’ (Donald Trump pide al Congreso 1.600 millones de dólares para volver a la Luna e ir a Marte):
Donald Trump es posiblemente el presidente más estrafalario de EEUU en muchas décadas, quizá el más estrafalario de la historia. Insulta a los periodistas, se burla de las mujeres, empuja a presidentes en encuentros mundiales y hace payasadas en los congresos de la ONU.
La popularidad de Donald Trump fue durante su primer año de su mandato inferior a la de Barack Obama en el mismo periodo, lo cual demostraba que a los ciudadanos no les gustaban sus tonterías.
En el segundo año la popularidad de Trump estuvo más o menos empatada con la de Obama, aunque con ligera ventaja de Obama; y en este tercer año, Trump ha ido recuperando prestigio en EEUU, especialmente en abril. Los datos proceden de Rasmussen Reports, una empresa que recoge datos diariamente.
Es decir, a medida que han pasado los meses, Trump ha ido recuperando su imagen. Sin embargo, si sigue siendo el mismo presidente estrafalario, ¿qué ha cambiado?
Los indudables logros económicos. El periódico más rival de Trump, The New York Times avisaba en marzo pasado que la economía estaba mostrando signos de debilidad, lo cual se plasmaría en los resultados del primer trimestre. Pasó lo contrario.
El desempleo en EEUU está al nivel más bajo en los últimos sesenta años (datos de abril). La Bolsa ha subido un 30% y los salarios han crecido un 2,9%. El sentimiento de optimismo económico está a finales en su tasa más alta en 18 años, y los beneficios empresariales están rozando niveles de record históricos, gracias a la contundente rebaja de impuestos a finales de 2017, según CNBC.
En el primer trimestre de 2019, la economía americana creció 3,2%, mucho más de lo esperado, una cifra que no se veía en muchos años. Y todo ello, teniendo en cuenta el «government shutdown», cuando a principios de año Trump bloqueó el presupuesto del estado, si no le apoyaban en la construcción del Muro con México. Trump rompió los esquemas de todos, incluido The New York Times.
Y ahora, Trump plantea reducir el tradicional y terrible el déficit comercial imponiendo aranceles a los productos chinos, que son el gran dolor de cabeza de la economía americana.
Desde el punto de vista de la política internacional, la estrategia de Trump, como la de cualquier empresario que quiere hacer negocios en el extranjero, consiste en el bargaining, es decir, en regatear: con Corea del Norte amenaza, negocia, cede, vuelve a amenazar, se reúne… Los coreanos lanzan misiles y Trump ordena retener barcos coreanos.
Con Irán dio un paso arriesgado hace un año, cuando se retiró de un acuerdo que levantaba el embargo occidental a Irán, a cambio de que no enriqueciera uranio con fines armamentísticos. Trump no se fió del acuerdo firmado años antes por Obama y los países europeos, y volvió a imponer un embargo por su cuenta. Los iraníes sufrieron inflación y problemas de abastecimiento de modo que, como respuesta, el gobierno iraní dijo que podría reiniciar su programa nuclear con fines nada pacíficos.
Estados Unidos ha movilizado a un portaviones y varios destructores a la zona del Golfo que en términos diplomáticos significa «enviar un mensaje». Y en teoría, el Pentágono mostrará en los próximos días, imágenes de barcos iraníes transportando misiles que pueden ser usados contra objetivos terrestres, según informaba Bloomberg.
Trump ha conseguido echar a los terroristas del ISIS de Siria, pero no ha conseguido desalojar a Nicolás Maduro y sus secuaces del poder en Venezuela. Es difícil pensar que quiera llegar al final de este mandato (le quedan menos de dos años) sin haber resuelto el problema de Venezuela.
El Comando Sur, que es como se llama al despliegue táctico militar de Estados Unidos en Latinoamérica, no cesa de enviar mensajes nada subliminales a Maduro: «Usted es el responsable. Haga las cosas bien. Cuide a su pueblo». Craig Faller, almirante del Comando Sur, dijo en una entrevista con un medio de EEUU, que iba a apoyar «una solución diplomática y política», mientras el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, le pide directamente una invasión.
En resumen, la gestión de Trump en estos dos años ha tenido buenos resultados económicos, incluso espectaculares si los comparamos con las previsiones que hacían los analistas. Ha eliminado el paro en EEUU, ha impulsado la economía, y ha aumentado los ingresos de la familia media.
Para él, sería ideal acabar este periodo presidencial resolviendo los asuntos internacionales sin meter a su país en más guerras, pero sí usando la potente fuerza de disuasión de su ejército. Si lo logra en los dos años que le quedan, no sería extraño que en las elecciones de 2020 renovara su mandato como presidente de los Estados Unidos, para pavor de sus enemigos.