Análisis

Antonio Sánchez-Cervera: «El nacionalismo gana en el País Vasco y Cataluña por la abstención de una parte de la mayoría silenciosa»

Antonio Sánchez-Cervera: "El nacionalismo gana en el País Vasco y Cataluña por la abstención de una parte de la mayoría silenciosa"
Gora ETA RS

ETA, desde su nacimiento, allá por el año 1959, se creó como un proyecto político para imponer el nacionalismo a ultranza de Euskadi: Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra (en España) y Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa (en Francia), vociferando la falsa y muy idea nazi de la superioridad de lo originariamente vasco frente a lo español. Imposible mayor aberración que ni siquiera se convierte en disparate.

ETA se fundó, se implantó y se ha desarrollado bajo el manto de la radicalidad y del totalitarismo más execrable cual fue el del tiro en la nuca. Sus componentes y ejecutores han cometido crímenes de lesa humanidad, contra la humanidad.

ETA, finalmente, pudo expandirse y consolidarse al amparo y bajo la protección, solapada o no, de miles y miles de ciudadanos y aldeanos vascos, la ambigüedad del PNV y la complicidad clerical.

ETA, obviamente, perseguía, entre otras cosas, lo mismo que los actuales separatistas del País Vasco y de Cataluña: desmembrarse totalmente de España; por eso nos preguntamos con insistencia: ¿hasta qué punto ETA ha sido derrotada? ¿Cómo avanza el nacionalismo propugnado por ETA? ¿Dónde está esa parte de mayoría silenciosa que se abstiene y que, de una forma u otra, ha consentido que ETA se institucionalice?

No hay que olvidar que cuando un potencial votante se abstiene en unas elecciones o decide no ejercer su derecho al voto, el sujeto se atiene al resultado del voto de los electores que sí votaron, al igual que ocurre con el voto en blanco y que una alta abstención se considera generalmente como beligerante o indiferente entre el cuerpo de votantes. Lógicamente, si la abstención se generaliza se pierde el bien público de la democracia, algo que está sucediendo en Cataluña y en el País Vasco.

Así las cosas, reflexionando sobre el análisis de los resultados de las últimas generales de 2019, observamos que en el País Vasco podían votar 1.780.000 personas y que al final votaron 1.279.895 con lo que casi medio millón de personas se quedaron en casa.

Contabilizando los votos de los nacionalistas frente a los constitucionalistas, éstos últimos superan en más de treinta mil a aquellos. Por ello, esa mayoría silenciosa que no va a votar debiera hacerlo y el Gobierno de España, sea cual fuese, no tendría que estar pendiente de un PNV que solo persigue que Euskadi se convierta en un Estado libre asociado al socaire de España como miembro de la UE y seguir mamando de la teta que le da de comer sin más obligación que seguir chupando.

Algo parecido ocurre con Cataluña, cuyos electores ascienden a 5.586.650. Al final votaron 4.149.489 y se abstuvieron 1.198.961.

Pues bien, contabilizando los votos de las fuerzas independentistas frente a las formaciones que en general prefieren la unidad de nuestro país y su integridad territorial, resulta que en votos los partidos constitucionalistas superarían a los nacionalistas en más de 885.874.

Como consecuencia, si ese casi millón doscientas mil personas fueran a votar, los separatistas ni mucho menos dominarían el Parlament, lo que facilitaría y con mucho, la gobernabilidad de España y que el Estado no pueda romperse por unos pocos que nunca fueron muchos.

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