Análisis

Rafael López Charques: «De pena»

Rafael López Charques: "De pena"
Elecciones en Madrid. EP

Sin lugar a dudas, de pena es el espectáculo que está dando, desde hace algún tiempo, gran parte de nuestra clase política, acrecentado últimamente por la avalancha de elecciones.

Lo hemos comentado en varias ocasiones, con tal de conseguir un voto, hacen, dicen y prometen lo que sea. La dignidad y la ética brillan por su ausencia, suplantadas por la cara dura y poca vergüenza. El caso es conseguir la poltrona. ¿Y los ciudadanos?, pues si les gusta, bien, y si no, que les den.

Lo dicho creemos que es una acertada descripción de la situación política de nuestro país.

Por desgracia para nuestra patria, si, nuestra Patria, la desfachatez a la que estamos llegando, incluso en las instancias más elevadas es inconcebible en cualquier país democráticamente serio.

Los políticos presos van a la sesión constitutiva de las cámaras. De acuerdo. Pero tenemos entendido que cuando a una persona en prisión preventiva, y más si está siendo juzgada por hechos muy graves, se le permite salir unas horas de la cárcel por un motivo justificado, continuamente está escoltada por las fuerzas de seguridad. Limitan su actividad estrictamente al hecho por el cual salió temporalmente; no puede dedicarse al compadreo, a llamadas telefónicas, etc. A los citados, solo les ha faltado dar una rueda de prensa.

Por otra parte, como los dos textos legales a aplicar, el reglamento del Congreso y la Ley de Enjuiciamiento Criminal son muy claros al respecto, debían de haberse suspendido inmediatamente a los políticos presos. Sin embargo, la Mesa del Congreso ha tardado varios días en hacerlo; ha pedido repetidamente informes, intentó pasarle el tema al Tribunal Supremo, etc. Creemos que todo ello para dilatar en lo posible la toma de una decisión, como es su obligación a la vista de la legislación aplicable, para ver si mientras pasaba algo.

Otros momentos de cachondeo total tuvieron lugar cuando los políticos presos prometieron su cargo. En sí, lo que hicieron fue lanzar una perorata política, totalmente vergonzosa, que nunca debió permitírseles, actuando como lo hizo en ocasión similar, pero mucho menos grave, el Presidente de la Cámara tras las elecciones de 1986.

Prometieron su cargo «por imperativo legal» (con lo que en lenguaje llano nos estaban diciendo que les importa un bledo), pero no el acatamiento de la Constitución. Según noticias más de uno al cubrir sus datos tuvo la desfachatez de poner como ocupación «preso político».

Hablando claro, ¿de quién pretenden reírse?, ¿hasta cuándo tendremos que aguantar tales mamarrachadas? Al gobierno le sobran medios legales para cortarlas de raíz, pero claro, tiene que andarse con ojo para no enfadar a los que le van a mantener en el poder.

Lo anterior ha dado pie a que algunos se crezcan y siendo diputados del Reino de España, lo primero que hayan hecho es quitar de su despacho oficial la bandera de la nación.
Ante este panorama solo podemos decir una cosa, la situación de nuestro país es de autentica pena. Creemos que en ninguno que se precie, se permitirían los hechos descritos. Es más, aventuramos que los protagonistas no se hubieran atrevido a intentarlos, y en el supuesto caso de que si lo hicieran, el gobierno los hubiera cortado de raíz. Sin embargo, aquí no pasa nada, hasta el presidente interino tranquiliza a uno diciéndole «no te preocupes». ¿Será porque ya tiene prevista la fecha del indulto? ¿Será porque España es diferente?

Este es el país en que vivimos. De seguir así nos convertiremos en el hazmerreir del mundo.

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