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Estas 3 mujeres torturadas y a prisión por rechazar el velo islámico… y las feministas ni mu

Estas 3 mujeres torturadas y a prisión por rechazar el velo islámico... y las feministas ni mu
Yasaman Aryani, Monireh Arabshahi y Mojgan Keshavarz van a prisión por rechazar el velo islámico en Irán. CE

Se llaman Yasaman Aryani (izquierda), Monireh Arabshahi (centro) y Mojgan Keshavarz (derecha).

Son iraníes y han sido condenadas a un total de 55 años de prisión por negarse a llevar el velo islámico.

Con ese telón de fondo y ante el sonrojante silencio del feminismo oficial ante el drama de estas mujeres detenidas, golpeadas y torturadas en nombre del Islam, @ElentirVigo reflexiona en voz alta en Contandoestrelas:

El pasado 10 de abril de 2019, agentes de la inteligencia iraní se presentaron en el hogar de Yasaman Aryani en Teherán para llevársela detenida.

Informa el National Council of Resistance of Iran’s Women’s Committee, que al día siguiente arrestaron también a su madre, Monireh Arabshahi, por el mero hecho de acudir al centro de detención de Vozara para preguntar por el paradero de su hija.

Monireh fue llevada a la prisión de Qarchak, y su hija fue confinada durante 9 días en Vozara, donde la torturaron para arrancarle una confesión. Mojgan Keshavarz fue arrestada en su hogar en Teherán el 25 de abril.

Fue golpeada ante su hija y conducida a un lugar de detención que no se comunicó. En el momento de su detención, Mojgan trabajaba como voluntaria para ayudar a los afectados por las inundaciones en la provincia iraní de Lorestán.

Las falsas acusaciones por las que han sido condenadas a largas penas de prisión

El 31 de julio las tres mujeres fueron condenadas por la Corte Revolucionaria de Teherán en ausencia de sus abogados, en una directa violación de sus derechos procesales.

En un juicio que sólo cabe ser calificado como una farsa, el juez Mohammad Moghiseh condenó a cada una de ellas a 5 años de prisión por “asociación y colusión contra la seguridad nacional”, a un año de prisión por “difundir propaganda contra el Estado” y a 10 años de prisión por “alentar y preparar las bases para la corrupción y la prostitución”.

Un colosal disparate propio de una dictadura islamista como Irán. Además, Mojgan Keshavarz recibió una condena adicional de 7 años y medio de prisión por “insultar a las santidades”.

Y todo esto, repito, por negarse a llevar el velo islámico. El 26 de junio ya habían sido informadas de sus cargos por el citado juez, que en ese momento y usando un lenguaje abusivo contra ellas, las amenazó con estas palabras: “Os haré sufrir a todas”.

EEUU condena la sentencia: Europa y el movimiento feminista callan

Este caso ha merecido la atención internacional. Hace una semana, Morgan Ortagus, portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, condenó al régimen iraní por esa sentencia e instó a otras naciones a condenarla.

Dos días después, algunos expertos de derechos humanos de la ONU condenaron también la sentencia. Incomprensiblemente, ningún gobierno europeo se ha unido a esa condena.

A modo de ejemplo, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España no ha publicado ningún comunicado sobre el caso. Pero más llamativo que el silencio de los gobiernos europeos es el silencio de las organizaciones occidentales que dicen defender los derechos de las mujeres: no se ha convocado ni una sola protesta feminista ante las embajadas de Irán.

Este caso tampoco ha merecido la atención de la mayoría de grupos feministas. Después de una exhaustiva búsqueda, sólo he encontrado dos páginas feministas que se hayan hecho eco de la noticia: The Asian Feminist (en Facebook) y la web sueca Feministiskt Perspektiv.

Lo que pasa cuando el feminismo es más izquierdista que feminista

Esta ausencia de reacciones es incomprensible si tenemos en cuenta que ya han pasado tres semanas desde que fue conocida la sentencia contra las tres mujeres iraníes.

Tal vez ese silencio del movimiento feminista se deba a su creciente alineamiento con la izquierda política, que se muestra muy laxa con las violaciones de los derechos humanos en los países islámicos.

Un ejemplo de ello es la líder feminista estadounidense Linda Sarsour, izquierdista y musulmana, que ya hizo comentarios trivializando la imposición del velo islámico a las mujeres de Arabia Saudí.

En España, el líder del partido de extrema izquierda Podemos, que promueve un discurso feminista sectario, reconoció en 2013 que se estaba dejando utilizar por Irán para desestabilizar España.

En la actualidad, Iglesias sigue presentando un programa en el canal de televisión HispanTV, propiedad del Gobierno iraní. Podemos nunca ha condenado ni una sola vez la discriminación de las mujeres en Irán, pero a la vez intenta convencer a las mujeres españolas de que viven oprimidas por el “patriarcado”, trasladando el esquema marxista de la lucha de clases a los sexos, siguiendo los planteamientos de la feminista y comunista Shulamith Firestone, fundadora del feminismo radical en la década de 1970.

Al feminismo izquierdista le preocupa más la islamofobia que las mujeres

La realidad es que mientras las mujeres de Irán, de Arabia Saudí y de otros países islámicos son tratadas como personas de segunda clase, las mujeres occidentales gozan de plena igualdad ante la ley y de plena igualdad de oportunidades.

Ante esa realidad, lo lógico sería que el movimiento feminista se esforzase por ayudar a las mujeres que son discriminadas en el mundo islámico. Sin embargo, para el feminismo izquierdista las prioridades son otras.

Debemos recordar que una de las pocas feministas radicales que se atrevió a denunciar la imposición del velo islámico en Irán, Kate Millet, fue la primera persona en ser acusada de “islamofobia”, según recuerda Pascal Bruckner en “The Tyranny of Guilt: An Essay on Western Masochism” (Princeton University Press, 2012).

El término es hoy utilizado por la izquierda política y por su ala feminista para silenciar cualquier crítica al Islam en Occidente. Prueba de ello es que el manifiesto de la “huelga feminista” convocada por la izquierda en España el 8 de marzo criticaba la “islamofobia” y clamaba contra Estados Unidos, Brasil e Italia, pero sin decir ni una palabra sobre la situación de las mujeres en Irán o Arabia Saudí.

Por lo que parece, al feminismo izquierdista le importa más la geopolítica antiamericana que los derechos y la dignidad de las mujeres.

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