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Joker: la perversa idea que promueve esta formalmente excelente película

Joker: la perversa idea que promueve esta formalmente excelente película
Joker. PD

La llegada a las salas de cine este fin de semana de Joker, una de las películas del año. Y la combinación del universo de Batman con una cierta poetización de la violencia ha hecho a algunos recordar el peor terror imaginable en una sala de cine.

No en la pantalla, en la sala. La película de Todd Phillips, León de Oro en el Festival de Venecia, se estrena envuelta en una polémica que empezó en las redes, pero que en la última semana se ha convertido en una inquietud real con consecuencias reales.

Sobre esto y mucho más reflexiona en voz alta @ElentirVigo en Contandoestrelas, este 5 de octibre de 2019:

Este viernes fui a ver la película “Joker”, dirigida por Todd Phillips y que está cosechando unas excelentes críticas. Al salir del cine me fui con unas impresiones muy contradictorias.

Por una parte, el largometraje de Phillips tiene una indudable calidad cinematográfica. La actuación de Joaquin Phoenix en el papel protagonista es sencillamente magistral. La banda sonora, de la islandesa Hildur Guðnadóttir, es magnífica. La fotografía es fabulosa. La historia está muy bien contada. Desde un punto de vista meramente formal es una película excelente, digna de una ovación. Pero… Una película puede ser buena por reunir todos los aspectos formales que requiere una obra maestra, y a la vez ser una película tramposa y que genera rechazo. Pasa lo mismo en cualquier otro aspecto de la creatividad humana: se pueden crear una obra técnicamente formidable, pero con un mensaje deplorable.

Un precedente de hace 104 años

Ayer, hacia el final de “Joker”, me vino a la mente una película muy concreta: “El nacimiento de una nación” (1915), dirigida por D.W. Griffith. Se trata de una película admirable desde el punto de vista técnico, que causó sensación en su momento y que aún hoy es considerada una de las grandes películas de la historia del cine. Sin embargo, detrás de ese magnífico envoltorio había una película moralmente tramposa y aborrecible, ya que buscaba generar simpatía hacia un grupo de criminales racistas, el Ku Klux Klan, presentando a los negros como los malos de la historia.

AVISO: los siguientes párrafos revelan algunos aspectos de la película.

Joaquin Phoenix, en una escena de ‘Joker’.

Una película que presenta una visión maniquea de la sociedad

“Joker” está recibiendo críticas por glorificar a un asesino y por incitar a la violencia. ¿Hay algo de cierto en eso? Personalmente, lo que me desagradó fue percibir que esta película promueve una idea perversa y tramposa. Me explicaré. “Joker” nos presenta al protagonista como una víctima de la violencia y de la injusticia. Hasta aquí esta película tiene un elemento común con otras muchas obras cinematográficas que no han generado ninguna polémica. Además, el Joker es un hombre trastornado, hasta tal punto que te provoca pena. Nuevamente, no tiene nada de malo que una película plantee esa cuestión. El problema llega cuando la película presenta al Joker como una víctima del “sistema”. Varias veces se menciona esa palabra durante el largometraje. Pero además, y aquí viene lo que menos me ha gustado, la película cuenta la historia del Joker de una forma que respalda esa idea: los ricos son retratados como desalmados a los que no les importa la suerte de los que menos tienen (Thomas Wayne, que en otras películas es un filántropo, esta vez es un canalla y se refiere a esos desfavorecidos como “payasos”), de forma que la violencia de esos desfavorecidos contra los ricos acaba pareciendo como comprensible y lógica.

El nuevo Joker.

De psicópata criminal a líder revolucionario

Cuando empiezan los asesinatos contra esos opresores, vemos que comienza a difundirse la consigna “matar a los ricos” como el lema de un movimiento popular de quienes están hartos de que los ignoren, los traten mal, no los quieran, etc. Se trata del viejo recurso al victimismo y a la autocompasión para justificar la búsqueda de chivos expiatorios, algo típico de las ideologías totalitarias, que culpan de todos los males a los burgueses o a los judíos. En medio de este discurso tramposo, en la película vemos una transformación del personaje principal: el Joker ya no es un psicópata que disfruta como el crimen, como en otras películas, sino un revolucionario. Al final, toda la película parece dirigida a mostrarnos que, en el fondo, el Joker es malo porque la sociedad le ha hecho así: él se limita a devolver todo el daño que le han hecho. Así, la película ofrece una visión maniquea y demagógica de la sociedad, con ricos opresores y pobres oprimidos. El viejo rollo marxista de la lucha de clases, pero esta vez con un payaso en el lugar de Lenin.

La revista Esquire y su lectura izquierdista de ‘Joker’

Algunos dirán que exagero con lo que acabo de decir. Les animo a leer lo que ha publicado la revista Esquire relacionando “Joker” con la lucha de clases, con cita del Manifiesto Comunista incluida, y haciendo la siguiente reflexión: “Joker llega con una carga política muy fuerte, cimentada sobre brecha entre clases, la injusticia social y el eco a movimientos como Occupy Wall Street”. Varios párrafos más abajo, llega el blanqueamiento del villano como héroe anticapitalista: “en un panorama de superhéroes mayoritariamente adinerados (especialmente en este contexto, Bruce Wayne), cualquier símbolo disruptivo representa un rayo de esperanza”, para al final advertir, eso sí, que “no es tan seguro que su liderazgo esconda un revés ideológico que, como muchos ya están comentando, puede tener un reverso tóxico en el público más conservador“, por aquello, supongo, de que poner a asesinos como líderes revolucionarios es una fea y vieja costumbre de la izquierda que acaba provocando rechazo entre cualquiera que respete la dignidad humana.

Lo que pasa cuando se promueve el resentimiento y la envidia

Más allá de eso, deberíamos recordar que el motor propagandístico del marxismo se alimenta del resentimiento y la envidia, y así el enemigo acaba siendo todo aquel que tiene algo que otro desea, ya sea una casa más grande, un coche mejor, una mujer que ha rechazado a otro, unos hijos que otro no ha podido tener o el mero hecho de haber sido dotado por la naturaleza con más belleza física que su vecino. El problema de “Joker” no es que aparezcan armas, sino que apoya ese discurso resentido, autocompasivo y envidioso, que desgraciadamente sigue muy de moda entre la izquierda política, mediática y académica. Paradójicamente, es la misma izquierda que ha hundido a países enteros en la miseria con sus envidiosas y resentidas recetas ideológicas, sin que hasta ahora haya tenido la decencia de hacer ni la más mínima autocrítica.

 

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