El columnista de El Mundo culpa a Albert Rivera de haber permitido con su cabezonería que el presidente del Gobierno pacte con toda la morralla política de España

Arcadi Espada: «La nueva subnormalidad es el precio de haber dejado a Pedro Sánchez a su aire»

"Los actores políticos españoles aún no han comprendido que la mayoría variable de sanchez solo es la mentira variable"

Arcadi Espada: "La nueva subnormalidad es el precio de haber dejado a Pedro Sánchez a su aire"
Arcadi Espada y Pedro Sánchez.

No es Arcadi Espada un periodista que tenga como rasgo esencial el ser un ‘bien queda’ con el personal.

Es de los que llaman al pan, pan y al vino, vino. Y este domingo 24 de mayo de 2020 le mete un tremendo viaje a Pedro Sánchez, pero a la par ajusta cuentas con el exlíder de Ciudadanos, Albert Rivera, al que culpa precisamente de haber tenido la ocasión de salvar a España de que ahora gobierne la morralla política.

Simplemente, a juicio del articulista de El Mundo, le habría bastado con arrinconar su orgullo y su cabezonería para llegar a un acuerdo con el líder del PSOE después de las elecciones generales del 28 de abril de 2020:

La vida de todos depende demasiadas veces de las decisiones que tome uno. Salvo en la imaginaria Sepharad lo habitual es que un pueblo muera por un hombre y no un hombre muera por un pueblo. Ahora hace un año que Albert Rivera decidió que no pactaría con el Partido Socialista. La noche del 28 de abril, poco después de que cerrasen los colegios, un periodista al que sigo escribió en EL MUNDO: «Ni el Psoe ni Cs pueden hacer otra cosa que gobernar juntos». Naturalmente que hicieron otra cosa, como podía deducir cualquiera que conociera la adicción del periodista por los wishful thinking. Pero no debieron hacerlo. Ha pasado un año. Siglos para la capacidad de memoria contemporánea.

Recuerda que con ese hipotético pacto hoy Iglesias estaría en la calle y sin nada que llevarse a la boca y Junqueras seguiría entre barrotes:

Nadie recuerda que aquel abril el Partido Socialista y Ciudadanos sumaban 180 escaños. Yo sí. 180. Dado que la mayoría de la cámara está en 176, no precisaban de ninguna morralla. Esa mayoría alejaba al nacionalpopulismo del poder. Dejaba a Junqueras en la cárcel y a Iglesias en la calle. Cada uno en su medio. Quizá el acuerdo arrojase al Partido Popular a un futuro tenebroso. A convertirse en aquella Alianza Popular de la época en que la Ucd estaba en su apogeo. Quizá. Pero a la larga el catolicismo siempre acaba encontrando su lugar en España. Además, las posibilidades de que Vox prosperase parecían más claras con un Frente Populista que con un gobierno de centro izquierda. El mayor damnificado de aquel acuerdo solo habría sido yo mismo, dada la razonable posibilidad de que mucho de lo que hiciera aquel gobierno me pareciese bien. Pero entonces aún era capaz de sacrificarme por España y de patrocinar lo que me liquidaba.

Considera que Albert Rivera tuvo mucha responsabilidad en esta situación:

El responsable de que no se alcanzara un acuerdo fue Rivera. Es un vicioso juego recreativo especular con la respuesta que habría dado sanchez si Ciudadanos le hubiera presentado una sólida y detallada oferta de gobierno. Cualquier ser humano sabe que Sánchez es la irresponsabilidad y la ignorancia recombinadas en un azar evolutivo como el que pone cola a un bebé o seis dedos a una mano. Pero su rareza peligrosa solo se añadía a la necesidad de mantenerlo bajo control. Hoy se sabe que la nueva subnormalidad es el precio de haberle dejado a su aire. Rivera tenía razón: uno no se puede fiar de Sánchez. Vaya que si tenía razón.

Apunta que Rivera se obsesionó con una verdad a medias, la de que Sánchez ya tenía un acuerdo con Podemos, algo que se demostró incorrecto al tener que ir a unas nuevas elecciones:

La justificación más inteligible que alcanzó a dar Rivera a su decisión fue que Sánchez ya tenía su pacto listo con la Podemia y el nacionalismo y que por lo tanto era una pérdida de tiempo negociar nada con él. Los hechos lo desmintieron: Sánchez no pudo formar una mayoría y el 10 de noviembre hubo que repetir las elecciones. De modo menos audible, Rivera decía en otoño que participar en un gobierno de coalición podría suponer para Ciudadanos un fuerte castigo electoral. El argumento revelaba una escasa confianza en las propias fuerzas, seguramente justificada. Las coaliciones de gobierno, por lo general, no suelen primar luego al débil. Pero hay excepciones, y cercanas, y dolorosas, como la de Esquerra Republicana con el Partido Socialista.

Y deja bien claro con datos que la decisión de Rivera fue errónea:

El poder es un instrumento eficaz de consolidación y crecimiento en la política y en la vida. Y en cualquier caso, y contra la intuición generalizada, siempre es preferible que más dura sea la caída. El 10 de noviembre quedó perfectamente probado: Ciudadanos bajó de 57 escaños a 10. Lo peor fue que no cayese desde el cielo sino desde el suelo. Como dice Rafael Martos: de los secretos deseos de Rivera, qué sabe nadie. Por lo tanto las dos últimas explicaciones posibles de sus motivos son muy especulativas. Si el móvil fue inutilizar electoralmente al Partido Popular, es evidente que seguir en la oposición no fue el mejor camino. Tal vez podría haber hecho mejor eso mismo y más eficazmente desde el poder. Y si, acabando con Martos, nos propusiéramos saber qué es por lo que vibraba de emoción el corazón de Rivera, esto es, ser él el presidente, pues en eso ha quedado. Presidente de Martínez-Echevarría, abogados.

Remarca que Ciudadanos ya se ha convertido en una inutilidad política:

Albert Rivera Díaz no sólo es responsable de la destrucción de Ciudadanos –mucho más responsable, por cierto, de haberlo dejado en 10 escaños que de haber llegado a 57–, sino que ha contribuido con Sánchez al pudrimiento al que ha llegado la política española. Este pudrimiento es también el del sentido, y una de sus manifestaciones más grotescas es este intento de convertir el apoyo de Ciudadanos –ahora dirigido, parece, por Inés Arrimadas– al estado de alarma en una rectificación de la negativa de Rivera a cualquier pacto con el Psoe. Más allá de la propaganda embarazosa y naïf destilada por Arrimadas y algunos de sus lactantes, el apoyo parlamentario de Ciudadanos no tiene ya la menor importancia. El mantenimiento del estado de alarma se habría aprobado con o sin él.

No duda de que Sánchez seguirá en esa táctica de utilizar y engañar a todos a la vez y varias veces:

Los actores políticos españoles aún no han comprendido que la mayoría variable de Sánchez solo es la mentira variable. Y que lo que Sánchez decide a cada momento es el uso mayor o menor, a derecha o izquierda, que hace de sus mentiras. Esta última pantomima de la reforma laboral, por ejemplo. ¿Alguien puede pensar que Sánchez mantendrá el compromiso de derogarla? Hombre, hombre. Lo realmente interesante son las monedas de letrina que va echando. El último afortunado es Bildu. A Bildu le importa nada que Sánchez mantenga o no su compromiso. Le basta con esa foto del excriminal Otegi sosteniendo ¡un pacto firmado! Y la cruel evidencia derivada de que el Psoe tampoco condena ya la violencia. Hasta la ministra Calviño ha recibido gozosa su denario de letrina. Oh, ah, oh, «absurda y contraproducente» derogación ha dicho. Sí, señora. Pero suficientemente razonable y producente como para alumbrar un pacto parlamentario. Lo absurdo y contraproducente de que yo siga siendo ministra, eso que Calviño no ha dicho.

Y sentencia que Rivera pudo haber evitado que Sánchez se juntase con la morralla y afirma que lo único que ha conseguido es convertir también a Ciudadanos en esa misma morralla:

Vuelvo a Ciudadanos: sus votos no tendrán la menor importancia en esta legislatura. Lo más objetivo es demostrarlo con cifras y letras. Para sumar 180 escaños con el Psoe a Ciudadanos solo le bastaba en abril… el Psoe. Hoy necesita al Psoe (120), a Podemos-Iu (26), a Ecp-Guanyem el Canvi (7), a Eaj-Pnv (7), a Más País-Equo (2), a Podemos-Eu (2), a CCa-Pnc-Nc (2), a Més Compromís (1), a Prc (1), a Teruel Existe (1) y al BNG (1). Eaj, Eu, Ecp, ¡Equó! En aquel abril los votos de Ciudadanos garantizaban una España libre de morralla. Hoy se ha convertido él mismo en morralla y ese tipo de peces solo va bien para un caldo corto.

Te puede interesar

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

Lo más leído