El columnista de PRISA no digiere tanto cambio de criterio y de opinión de los responsables de la Sanidad española

Los bulos de Illa, Simón y compañía sobre el coronavirus no se los traga ni Juanjo Millás (El País)

"Es evidente que nos hallamos en una zona que obliga a sus autores a corregir lo escrito"

Los bulos de Illa, Simón y compañía sobre el coronavirus no se los traga ni Juanjo Millás (El País)
Juanjo Millás le zurra la badana a los cuentistas de la Sanidad española Salvador Illa y Fernando Simón.

No hay más cera que la que arde y la de los responsables de la Sanidad española ya se ha consumido por completo.

¡Cómo estarán las cosas para que todo un afín a la izquierda española como Juan José Millás haya escrito este 29 de mayo de 2020 en el diario El País una columna donde, con aparente pincel fino, le pinta la cara a los Salvador Illa, Fernando Simón y todos los responsables ministeriales por este ‘baile de la Yenka‘.

Porque, no lo olvidemos, el peculiar director del Centro Coordinador de Alertas y Emergencias Sanitarias aseguró que esto del coronavirus iba a tener un escaso impacto.

Luego, como ya saben, cientos de miles de contagiados, decenas de miles de muertos y correcciones a gusto del ministro Illa con la cifra de los fallecidos, que si 28.000, que si 26.000, que luego por otro lado salen 43.000…

Millás arranca así su texto:

La enfermedad es un cuento. Véase, si no, La historia de la clínica, de Laín Entralgo, uno de los mejores libros de relatos del siglo XX. La cura también es una construcción, porque hay enfermedades que terminan bien. Ahora estamos asistiendo a la narración de la covid-19 en vivo y en directo, que es como si hubiéramos estado mirando por encima del hombro de Kafka mientras escribía La metamorfosis o por el de Flaubert mientras progresaba en Madame Bovary.

Cito estos dos libros porque ambos tienen algo de historial clínico, igual que el Quijote. Toda gran novela tiene algo de historial clínico del mismo modo que todo gran historial clínico tiene algo de novela. Piensen en La muerte de Iván Ilich, de Tolstói, o en Despertares, de Oliver Sacks. Me viene asimismo a la memoria el comienzo de un historial de Freud que comienza así: “Una joven padece de reproches obsesivos. Cuando lee en un periódico que se ha cometido una falsificación o un crimen, piensa que está implicada”.

De hecho, no tiene claro que haya sido una buena idea tanto sobreexposición de los responsables de Sanidad a la hora de estar escupiendo cifras como si no hubiera un mañana:

El directo comporta inconvenientes y ventajas. Por un lado, te permite observar las entrañas de la maquinaria narrativa, pero te obliga a asistir, por otro, a la multitud de vacilaciones del autor o autores. En el proceso de escritura, con frecuencia, hay que volver atrás para tachar y corregir lo dicho.

Y concluye con un recado directo para Salvador Illa y Fernando Simón, a los que exige una rectificación de la historia que le han venido contando hasta la fecha a los españoles:

Comenzaste, por ejemplo, la novela asegurando que la covid-19 era menos que una gripe y más que un catarro, cuando la lógica interna del relato, hacia la página 50, demuestra que ni de lejos era así. No tengo ni idea de la página en la que nos encontramos, ni cuántos muertos provocará definitivamente el virus, tampoco si la novela terminará bien o mal, pero es evidente que nos hallamos en una zona que obliga a sus autores a corregir lo escrito.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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