La prudencia y la humildad no van con él.
Tampoco la asunción de responsabilidades ni pedir disculpas por haber superado de largo en España los 70.000 fallecidos por la pandemia del coronavirus.
Pedro Sánchez, a la sazón presidente del Gobierno, se empeña en mantener un discurso triunfalista, aderezado por trazas de paternalismo, y, ahora que los datos que arroja una nación como Alemania son peores que los del país de la piel de toro, vuelve a recurrir al clásico eslogan de que los españoles saldrán más fuertes.
Sin embargo, la situación es muy diferente a la que imagina el jefe del Ejecutivo y este 17 de diciembre de 2020 el columnista Arcadi Espada (El Mundo) inocula al mandatario socialista una dosis de cruda realidad al poner en contexto un dato esencial que parece olvidar.
Y es que, por mucho que ahora España parezca está mejor que el país gobernado por Ángela Merkel en cuanto al número de fallecidos y de contagiados por coronavirus en esta segunda ola, Pedro Sánchez no debería de olvidar algo elemental, el efecto del propio azar, que posiblemente no se deba a su gestión el estar ahora mejor que los teutones.
Recuerda Espada que Alemania fue durante la primera oleada un ejemplo a seguir, pero en cambio en el segundo ciclo de la pandemia, los contagios y los muertos se han disparado y eso que se han seguido manteniendo los controles:
En la primavera pasada Alemania fue en Europa el ejemplo a seguir. Y fundamentalmente porque había tomado, según se dijo, rápidas medidas de rastreo y control. ¿Acaso este otoño no las tomó? ¿Dejaron de ser alemanes en noviembre? ¿Es que sus viejos están peor cuidados hoy que en primavera? ¿Cómo es que hay muchos más muertos alemanes usando mascarilla que sin usarla?
El columnista de El Mundo sopapea al presidente del Gobierno de España por ponerse ahora la medalla de hacer mejor las cosas que Alemania sin tener en consideración que debe haber algo más que se le está escapando a todos los expertos cuando donde se había controlado al virus se está disparando ahora sin haber una razón evidente.
Dicho en plata, que ahora Pedro Sánchez debería de haberse conducido por la senda de la modestia y de tener los pies en el suelo. De hecho, razones hay para no subir el diapasón de la euforia cuando, a una semana vista del 24 de diciembre de 2020 las comunidades autónomas están pensando en restringir mucho más la movilidad ante un aumento de casos tras el ‘Black Friday’ y el acueducto de la Constitución y la Purísima.
La mejor manera de no responder a estas preguntas es aludiendo a la pandemia como a un proceso estocástico, es decir, guiado por el azar, que tanto permite los casos alemán e italiano como que los muertos bajen en Madrid con los restaurantes abiertos y suban en París cerrándolos. Tengo entendido que ayer Sánchez se permitió sacar un poquito de pecho de gallina a propósito de las cifras alemanas y las españolas. Comprendo que se tome un kitkat. Pero hace mal. Él debería entender mejor que nadie en España qué es el azar, no en vano ha llegado a presidente del Gobierno.