Jordi Ferré Rey

Mulán y la igualdad real: la imposición de las cuotas es el triunfo de la mediocridad

Salvando las distancias en todos los aspectos

Mulán y la igualdad real: la imposición de las cuotas es el triunfo de la mediocridad
Mulán. PD

Se podría decir que la imposición de las cuotas es el triunfo de la mediocridad. Hace pocos días me entró la nostalgia de volver a ver una película de Walt Disney de cuando era pequeño: Mulán, por su buen argumento, sus momentos divertidos que me sacaban más de una sonrisa y por el afán de superación de la protagonista que luchó contra las adversidades de su época en China.

Cuando vi la película otra vez me gustó aún más de lo que recordaba, pero a la vez me vino en mente una comparación con un tema de debate político: la igualdad entre hombres y mujeres.

La reflexión que saco de la película para extrapolarlo con el  mencionado tema, es que ante las adversidades que vivía Mulán (las guerras, los roles establecidos por la sociedad según el sexo, etc.) sobresale su figura de cuando se enroló en el ejército haciéndose pasar por su padre (que tenía problemas de salud) para luchar contra los Hunos (jugándose no únicamente la vida en la guerra, sino que si era descubierta su identidad en el ejército el castigo era la pena capital).

Su  afán de superación y trabajo,  Mulán se hizo un hueco en el ejército chino, llegando a salvar la vida de su Capitán, e incluso cuando se supo que no era un hombre, sino una mujer, también salvó la vida del Emperador y de China del ataque de los Hunos. Todo ello le valió para ganarse el “título” de heroína y llenarse de honores.

Salvando las distancias en todos los aspectos, Mulán se ganó el respeto por luchar ante tales adversidades de su época mediante la meritocracia, demostrando su valía, lo que a mi juicio, la igualdad real no se basa en hacer una “guerra” de sexos, o en imponer la cuotas de paridad en  empresas, organismos públicos, etc., ya que tanto un hombre como una mujer son capaces de lo mejor y de lo peor, que pueden ser igual de buenos como ser unas auténticas nulidades intelectuales.

Parece ser que se ha instaurado una especie de “aura” o mantra por parte de ciertos partidos políticos, asociaciones, movimientos, plataformas, etc., cuyas recetas a todos los males del mundo es enfrentar a los hombres y a las mujeres, aplicar por obligación las cuotas de paridad, o bien decirnos como debemos pensar y actuar, etc., cuando hemos podido comprobar a lo largo de la historia que hombres con responsabilidades han sido buenos y otros nefastos, pero también han existido mujeres buenas y otras que han sido unas auténticas calamidades.

Bajo mi punto de vista, para garantizar la igualdad entre ambos sexos en cualquier empleo, institución o situación de la vida cuotidiana de las personas (familiar, amistades, entre otros) la receta seria la siguiente: garantizarnos nuestras libertades individuales, no imponernos en cómo debemos actuar y pensar, aplicar y cumplir la ley ante las injusticias, promocionar con la meritocracia a las personas que se lo merezcan indistintamente de su sexo, entre otros ejemplos.

En España, la igualdad está establecida por ley desde hace décadas. Si surge algún problema de desigualdad, animo a que se denuncie en el juzgado como cualquier otro delito y que caiga todo el peso de la ley. Por ejemplo, en España están penalizados el robatorio, las agresiones físicas, etc., pero por desgracia hay acciones de este calibre que se dan a diario, pero no por eso se debe decir que España sea un país inseguro. En otras palabras, jurídicamente tenemos los mismos derechos y obligaciones establecidos en la ley (Por ejemplo, el artículo 14 de la Constitución española lo deja claro: Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”).

Otro ejemplo, España es de los mejores países del mundo para nacer para una mujer (el 5º país concretamente) según el ranking “Woman, peace, and security índex” (Mujer, paz e índice de seguridad) publicado por el Georgetown Institute for Women, Peace and Security, donde incluye puntuaciones muy altas a nivel de protección legislativo, seguridad, etc., como así en otros tantos estudios.

Sin ley, no hay ni democracia, ni igualdad, ni libertad, sólo seremos esclavos del capricho de unos cuantos. Si no reflexionamos entraremos en una guerra de sexos que hará que todos los derechos y libertades conquistados se vayan al garete por culpa del interés de unos cuantos lobbies, y eso debemos de evitarlo. Naturalmente, tanto hombres como mujeres, tenemos que tener los instrumentos para la igualdad y la libertad con la meritocracia, pero sin imposiciones ajenas. Cada persona es libre de opinar (faltaría más) pero que no nos digan cómo hay que pensar o actuar, ni “criminalizar” a los hombres, ni “victimizar” a las mujeres, porque ni los hombres somos violentos, ni las mujeres son débiles e inútiles, ya que caeríamos en el triunfo de la mediocridad que quiere teledirigir nuestra sociedad.

Jordi Ferré Rey

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