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Carlos Dávila: «Europa arrasa al barrenero Sánchez»

Trabajan para sumir a España en la confusión. Son unos liberticidas; Europa lo ha dejado claro

Carlos Dávila: "Europa arrasa al barrenero Sánchez"
Pedro Sánchez y la censura. PD

Europa le ha pintado la cara a Sánchez y se la ha dejado no ya desfigurada, sino con su auténtica personalidad: un barrenero de la libertad. La faz de un tipo totalitario, o sea con acrisoladas fauces de fascista, que ha pretendido reducir a cenizas a uno de los tres poderes del Estado: el Judicial. Intentó convertirlo en una franquicia suya y Europa, la Comisión, es decir, el Gobierno de la Unión le ha propinado una sonora bofetada que va más allá de la obligatoriedad de rectificación; no, Europa ha asimilado a Sánchez a los países, Hungría y Polonia, que ya resultan ser más una autocracia, una dictadura que un régimen democrático. Sánchez es como ellos.

Esto  ha ocurrido en plena campaña para las elecciones de Madrid en las que Sánchez se juega su futuro; el suyo y el de su partido. Y no comete más que errores o, lo que es peor, acometidas contra la libertad, la que esgrime y representa Diaz Ayuso.

Fíjense y sin respeto siquiera a las formas:  una semana después de haber presentado a Montoro (¡qué apellido el suyo¡) como la estrella rutilante de la candidatura agónica de Gabilondo, la ministra Montoro, consejera “in pectore” de Economía de la coyunda del izquierdismo radical, toma el avión (esperemos que no sea el Plus Ultra) y se marcha a Cancún durante una semana a un congreso de Turismo.

Este dato revela quizá mejor que ningún otro, la escasa, por no decir nula, fe que tiene el PSOE en las elecciones del próximo 4 de mayo. De entrada, existe una enfado, por ahora sordo, pero muy evidente con el protagonismo abusivo de Moncloa en el diseño y desarrollo de la campaña del infortunado Gabilondo. Éste, que estaba patrocinado, incluso por el Partido Popular, para la muy prescindible institución del Defensor del Pueblo, si pierde por goleada, como parece previsible el próximo mes, se puede quedar incluso sin el puesto que se le tenía prometido. ¿Por qué? ¿Quién tiene la culpa de ello? Pues indudablemente Sánchez y su gurucillo, el insoportable Redondo.

En Moncloa, el centro perverso de la campaña, han contado en las últimas horas con el acostumbrado masaje del desvergonzado Tezanos, con una encuesta general que deja de nuevo a su jefe en lo más alto de la tabla, mientras al PP apenas le ofrece un mínimo de subida. En resumen, una miserable argucia sin crédito alguno porque a Tezanos, con su mecenas Sánchez, en este país no le creen ni los suyos. Como suele afirmar un socialista que echa pestes de esta tribu que gobierna España y su partido: “Sánchez e Iglesias ocupan ex aequo el primer puesto de la incuria nacional”.

Como suena. Pero ambos, eso sí, trabajan para sumir a España en la confusión. Son unos liberticidas; Europa lo ha dejado claro.

En Moncloa se rebelan contra los que, desde su mismo partido, denuncian que el protagonismo del presidente del Gobierno está siendo perjudicial para los intereses de Gabilondo. ¿Cómo explicar un intervencionismo que ellos mismos consideran inadecuado? Pues sólo en función de la llegada de Iglesias.

Moncloa ni adivinó que Iglesias iba a comparecer en el ámbito regional de Madrid, ni creyó por anticipado que la audaz y joven presidenta de Madrid, se iba a atrever a contestar a la presunta moción de censura del fenecido Aguado, uno de los culpables de que Ciudadanos esté al borde de la extinción. Se tragaron dos sapos a la vez y trataron de “nacionalizar” la campaña regional con un ardid que, al menos oteando las encuestas más serias, no les está saliendo nada bien. Si estos sondeos aciertan, a las diez de la noche del 4 de mayo el titular será éste: “Ayuso arrasa a Sánchez”, y entraremos entonces en una dinámica  nacional en las que ni siquiera los vómitos falaces de Tezanos valdrán lo más mínimo.

Ahora, con la campaña de Madrid ya iniciada, y un debate destinado a horadar la figura de Ayuso,  la consigna que se vierte desde Moncloa para la compra de sus múltiples medios afectos es directamente esta: “Madrid no es España”, lo que es una forma muy atrevida de impedir que cuaje la idea de que presumible derrota de Sánchez no configura el panorama político  nacional.

Este mensaje -idea-fuerza como la llama el cursi del gurucillo Redondo- se acompaña de esta otra: no todo el pescado está vendido y Ayuso puede quedarse para vestir santos como Javier Arenas en las elecciones de 2012 en Andalucía;  ganó, pero siguió gobernando José Antonio Griñán, hoy a la espera de ser encarcelado por el monumental fraude de corrupción de los ERE.

Ahora mismo, Iglesias está instalado en el valle del desastre y del tremendismo leninista. Da miedo este sujeto, pero afortunadamente no cuaja. Algún demóscopo se atreve incluso a determinar que, si el día 4 Iglesias y su residual Podemos pierden nada menos que medio punto. Si esto fuera cierto -y no parece que diste mucho de la realidad- el ex-vicepresidente puede quedarse el día 4 fuera del Parlamento madrileño. Una catástrofe como esa indicaría el fin de la opción de comunismo exacerbado que pinta el cínico Iglesias.  El debate  de última hora ni quita, ni pone rey, a pesar del ataque de todos contra la candidata del Partido Popular.

La argucia de Tezanos sólo enseña la patita de lo que son capaces estos personajes atrabiliarios en el peor sentido del término. Pueden aceptar que las elecciones no les van a ir nada bien, pero antes de que el ciudadano se acerque a las urnas, la factoría insidiosa de La Moncloa, preparará una traca final. A ellos, no les importa que sus imputaciones  sean falsas. Ellos, como su admirado Hitler (¡tienen tantas cosas en común!) piensan que “la gran masa del pueblo puede caer más fácilmente víctima de una gran mentira que de una pequeña”. ¿Les suena verdad?. Aquí lo tenemos.

Carlos Dávila

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