Pasa por ser uno de los mejores conocedores de las entrañas del independentismo.
El periodista Arcadi Espada sabe perfectamente cómo se comportan los secesionistas y que siempre tienen un as debajo de la manga para intentar imponer su criterio, ya sea por las buenas o por las bravas.
Este 1 de julio de 2021, el columnista de El Mundo asegura no sentirse preocupado por el debate que se ha creado en torno a si en Cataluña habrá o no referéndum de autodeterminación.
Espada está convencido de que, por el momento, todo es una cháchara que no lleva a ninguna parte porque el armazón jurídico del Estado impide cualquier veleidad, empezando por el propio PSOE de Pedro Sánchez, tan proclive a satisfacer las exigencias de aquellos a los que debe la poltrona:
Es indiferente que el Partido Socialista aceptase o no un referéndum de autodeterminación. Y ocioso preguntarse sobre la relación con la mentira del presidente del Gobierno. El cambio del sujeto de soberanía requiere la reforma de la Constitución y no hay mayoría parlamentaria ni hoy, ni en la vida política de Sánchez, capaz de impulsarla.
Recuerda que cuando los secesionistas pusieron contra las cuerdas al Gobierno con una intentona golpista el 1 de octubre de 2017, el Estado actuó contra los sublevados de manera contundente:
Hace nueve años los nacionalistas catalanes iniciaron un movimiento revolucionario, aprovechando un momento de debilidad del Estado y de la Unión Europea, y el intento fracasó ridículamente. El Estado destituyó al Gobierno de la Generalitat y encarceló o mandó al exilio a sus miembros y las autoridades europeas ignoraron drásticamente a los independentistas.
LOS DESBARRES DIALÉCTICOS DE GABRIEL RUFIÁN
Para Arcadi Espada, afirmaciones como las formuladas el 30 de junio de 2021 en el Congreso de los Diputados por Gabriel Rufián dan prueba de que ahora mismo el independentismo se sabe debilitado:
El independentismo da cada día pruebas sigilosas de su derrota. La última la exhibió ayer el diputado Rufián con su habitual torpeza. Cualquiera que no sea él comprende que la jactancia con la que interpeló al presidente –»También dijo que nunca habría indultos, así que denos tiempo»– prueba que la autodeterminación no es objeto de negociación alguna.
De hecho, el periodista y fundador de Ciudadanos cree que, de momento, la autodeterminación de Cataluña está lo suficientemente lejos a tenor de las actitudes de Gobierno de España y Generalitat:
Si estuvieran sobre la mesa propuestas serias sobre el caso, al diputado Rufián le obligarían a guardarse su natural chocarrero. Y si el presidente del Gobierno tuviera la ambición de llevar a cabo una reforma profunda del sistema político y quisiera que su intento fuera tomado con gravedad por los ciudadanos, tanto los partidarios como los contrarios, habría empezado por convocar a la oposición parlamentaria cuya participación en cualquier reforma de calado es inevitable.
Pero pone el foco en algo esencial. Y es que Espada se malicia que mientra se esgrima el espantajo de la autodeterminación toda España podrá estar tranquila.
El problema será cuando ni Sánchez ni Aragonès aborden ese asunto porque entonces será el momento en que, de forma subterránea, traten de canalizar y de hacer pasar por legal una consulta de ese calado:
La preocupación española, o sea la de los ciudadanos libres e iguales del país, deberá empezar a manifestarse, precisamente, cuando el Gobierno y la Generalitat dejen de hablar de autodeterminación. Será el momento Tep (trampa-engaño-privilegio), al que la conducta nacionalista acude cada vez que constata su impotencia para vencer y al que el Estado se presta porque, en su primitivo desatino sentimental, sigue creyendo que España tiene una deuda que pagar a los nacionalistas.
