'Tierra quemada'

«El Ayuntamiento de Irún y su falsa memoria histórica»

La memoria histórica, codificada por José Luis Rodríguez Zapatero y organizada por Pedro Sánchez Pérez Castejón en la Ley de Memoria Democrática

"El Ayuntamiento de Irún y su falsa memoria histórica"

Bajo el epígrafe “La guerra de1936 en Irún”, el Ayuntamiento de la Noble y Leal ciudad de Irún (Guipúzcoa) ha instalado unos carteles en la plaza de San Juan, sede del Ayuntamiento, en la plaza de San Miguel y en la Plaza del Ensanche, antes Plaza de España y hasta 1937 Plaza Pi y Margall, que suponen una indignidad para ella y para sus ciudadanos.

Amparado en lo que tiene que ser por decreto la memoria histórica, codificada por José Luis Rodríguez Zapatero y organizada por Pedro Sánchez Pérez Castejón en la Ley de Memoria Democrática, el consistorio de coalición PSE-EE/Elkarrekin Podemos, presidido por el socialista José Antonio Santano Clavero, que empezó siendo un buen corregidor, manipula la historia de los últimos días de la República en Irún, antes de la entrada de las tropas del coronel Alfonso Beorlegui, procedentes de Navarra. En el texto de los expositores, colocados con motivo de la Semana de Memoria Histórica por la concejalía del mismo nombre, en manos de Santi Jiménez Ussía (Elkarrekin Podemos), el Ayuntamiento tiene la desfachatez de achacar sibilinamente a las “bombas incendiarias” de la aviación del bando franquista el histórico incendio de Irún y de sus más maravillosos edificios, y no a los mineros republicanos asturianos de la CNT que antes de huir de los rebeldes recibieron la orden de destruir todos los magnos inmuebles del centro de la ciudad para que no quedara piedra sobre piedra de los burgueses.El fuego consumió su mejor patrimonio inmobiliario y artístico, que fue pasto de las llamas bajo la política de “tierra quemada”.

Con el título “El incendio de Irún y su posterior reconstrucción”, el arquitecto Enrique Noain Cendoya pronunció una conferencia el 23 de octubre de 2016 en el Museo Oiasso de Irún, cuya cronica en el Diario Vasco, firmada por Joana Ochoteco, dice así:
“El mito del ave Fénix habla de ese ave que, cada 500 años, se consumía en llamas para después renacer de sus cenizas e iniciar un nuevo ciclo. «No hay mejor ejemplo para simbolizar lo que le ocurrió a Irun tras el incendio del 4 de septiembre de 1936», cuando la ciudad vivió «la mayor tragedia urbana de su historia»

Aquel incendio que consumió prácticamente todo el centro de Irun y la posterior reconstrucción fueron los temas de la conferencia que el arquitecto Enrique Noain Cendoya ofreció el jueves en el Museo Oiasso. El acto, titulado ‘El incendio de Irun y su posterior reconstrucción’, estaba incluido en el programa por el 250 aniversario de Irun como ciudad de pleno derecho, que se está celebrando este año. Enrique Noain disertó sobre el incendio más importante que ha padecido la ciudad, aunque no el único, y las consecuencias del mismo.

Su posición estratégica y fronteriza ha ocasionado que Irun haya sido escenario de «conflictos» desde hace siglos: incendios en 1476 y 1512, invasiones y saqueos, bombardeos y más incendios durante las Guerras Carlistas… Pero la de ese 4 de septiembre de 1936 «fue la peor tragedia», subrayó Enrique Noain.

‘Tierra quemada’

La situación en la víspera de la fatídica fecha es la siguiente: tras la sublevación militar del 18 de julio de 1936 y el inicio de la guerra civil, las tropas del coronel Alfonso Beorlegui, procedentes de Navarra, habían tomado Behobia «y se aprestaban a entrar en Irun». Antes de que lo hicieran, «individuos que todos los testimonios históricos han identificado como mineros, proletarios de origen asturiano en su mayor parte y de carácter anarquista muchos de ellos, emprenden la huida de Irun y la plantean con la política de ‘tierra quemada’: se trata de no dejarle al enemigo ni viviendas, ni lugares donde cobijarse, ni abastecimiento de alimentos o ganado, fábricas, talleres…», explicó Enrique Noain.

Según los testimonios de la época, el método que se empleó para quemar las casas fue el de «apilar elementos combustibles al pie de las cajas de escalera de las mismas, rociados con gasolina, para prenderles fuego a continuación».

Y así, buena parte del centro de Irun ardió. Del horror de las llamas quedan algunas instantáneas, como la de la residencia Miota de la avenida Gipuzkoa ardiendo; pero hablan aún mejor de aquella desolación las de los iruneses huyendo hacia Hendaia, esas «escenas de éxodo» que se vivieron en el puente de Behobia. Desde la localidad vecina, las vistas eran «pavorosas»: el humo parecía haberse tragado la ciudad. En la conferencia del jueves se proyectaron varias de estas fotografías, pertenecientes al archivo de José Mari Castillo.

Las imágenes posteriores al incendio son ciertamente impactantes: edificios convertidos en esqueletos, con esas fachadas que no ardieron «por ser de material pétreo» pero que quedaban colgando en el vacío, con las ventanas abiertas al cielo por ambos lados. Las fachadas «mudas» que muestran las fotografías de la época transmiten ese silencio atronador que deriva de la desolación. De las casas que el fuego consumió completamente no quedaron sino escombros. «Irun se hizo transparente». Calles reducidas a dibujos sobre la tierra, un Irun convertido en el plano de lo que antes había sido. La imagen de la devastación.

Las bajas y los supervivientes

Las calles Fueros y Mayor, parte de San Juan y Genaro Etxeandia, el paseo Colón, Cipriano Larrañaga y la calle Aduana fueron algunas de las zonas más afectadas por el fuego. «Ardió el Irun burgués y pequeño-burgués», lo que denota la intención «ideológica» del incendio. Buena parte de las residencias y mansiones de la alta burguesía irunesa de la época fueron pasto de las llamas: la casa de los señores de Larrañaga, en Artaleku; el palacio de Arbelaiz; el palacete de Aquilino Rodríguez, en la calle Zubiaurre; la casa-solar de los Olazabal, en el alto del mismo nombre; la residencia de los herederos de Miota, situada en cruce entre la avenida Gipuzkoa y el paseo Colón…

También resultaron afectados edificios de significación religiosa como el colegio de El Pilar, el de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que estaba junto al Ayuntamiento, la residencia de los Padres Pasionistas y, parcialmente, el Convento de las Siervas de Jesús. En cuanto a los establecimientos comerciales, se quemaron muchas sucursales de instituciones bancarias, el Hotel Palace, la Sociedad Explotadora de Ferrocarriles y Tranvías, 47 agencias de Aduanas y varios depósitos de automóviles.

Otra de las claves que apunta a un incendio «ideológicamente dirigido» es el hecho de que no se quemó el casco antiguo, «donde vivían las clases populares». Tampoco resultaron afectados edificios públicos como el Ayuntamiento, la Aduana, las Escuelas Públicas, el Hospital, el mercado o incluso la Iglesia de Santa María del Juncal. Algunas de estas construcciones, no obstante, sí padecieron daños debido a operaciones de la guerra.

Hubo edificios «que fueron, sin que esté confirmado, ‘indultados’», como el del Casino, entonces recientemente construido, la finca Ikust Alaia o algunas de las casas de Genaro Etxeandia. Otro superviviente fue el edificio Normandie de la avenida Gipuzkoa. En algunos de estos casos, el hecho de que no ardieran pudo deberse a «sus estructuras de hormigón». Fin de la crónica.

Esta es la historia de verdad, refrendada en el Archivo Municipal con documentos gráficos y manuscritos, la que no puede cambiar Santano ni los podemitas republicanos e independentistas que le apoyan, por muchas mentiras que difundan. La Historia es la Historia y hay que asumirla porque si aceptamos su manipulación cualquier día otro Ayuntamiento, pongamos por caso el de Guernica, podría instalar carteles similares a los de Irún en los que afirmase que el terrible y criminal bombardeo de 1937 lo realizó la aviación republicana y no la Legión Cóndor alemana, con autorización de Franco, para probar sus nuevas armas destructivas. El existencialista Kierkegaard dejó escrito que “La vida puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”.
Lo mas increíble es que ningún irunés de bien, que los hay a toneladas, haya demandado al Ayuntamiento para que un juez restablezca la verdad y suprima ese insulto a la inteligencia que han plantado con toda desfachatez en lugares emblemáticos de Irún. Espero que la causa no sea el miedo sino la desidia.

JORGE DEL CORRAL Y DIEZ DEL CORRAL

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Autor

Jorge del Corral

Hijo, hermano y padre de periodistas, estudió periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Ha trabajado en cabeceras destacadas como ABC y Ya. Fue uno de los fundadores de Antena 3 TV. Miembro fundador de la Asociación de Periodistas Europeos (APE) y del Grupo Crónica, creador de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión (ATV) y fundador de la Unión de Televisiones Comerciales (UTECA). Un histórico de la agencia EFE, donde fue subdirector y corresponsal en Roma.

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