Francisco pide públicamente perdón por los pecados de los españoles en la conquista de México.
Es un deber cristiano, enseñar al que no sabe.
Es por ello que hoy le dirijo esta breve carta abierta al papa Francisco, recomendándole que mida más sus palabras; y no por él, sino por respeto a la institución que representa. Pero a lo que se ve, el populismo demagógico está reñido con la cultura y el conocimiento veraz de la Historia; pero no con la falacia.
Los aztecas con los que se tropezaron los conquistadores españoles, practicaban sacrificios humanos, y tenemos conocimiento de tales prácticas, no por los relatos de los conquistadores, que también, sino por los vestigios arqueológicos descubiertos posteriormente.
En el ritual azteca, se arrancaba el corazón a la víctima y luego su cuerpo era arrojado por las escalinatas del templo.
Los restos de la víctima eran recogidos por sus familiares quienes compartían el ritual del ofrecimiento a los dioses de esa forma, acompañando a los sacerdotes del templo.
La leyenda incluso nos deja algunos detalles que no se sabe su origen, pero si ha permanecido por los siglos, como es que Moctezuma era un gran comedor de nalgas humanas, siendo esta su parte favorita del cuerpo humano. Dado que no existe una constancia clara de que los aztecas practicaban la antropofagia, posiblemente la leyenda sobre Moctezuma habría que releerla desde una óptica menos gastronómica y más escatológicamente pervertida… O a lo mejor fue un bulo, como el reciente bulo del culo de Malasaña. ¡Vaya usted a saber!
En palabras del historiador Víctor W. von Hagen, “la guerra y la religión, al menos para los aztecas, eran inseparables. Pertenecían la una a la otra. Con el fin de obtener apropiados prisioneros-víctimas que sacrificar a los dioses, había incesantes guerras pequeñas e incluso su armamento estaba dispuesto para incapacitar, no para matar, todo para obtener el alimento para los dioses: la sangre y el corazón.”
Que tal si Francisco pide perdón a las víctimas de los aztecas, así como a los pueblos tlaxcaltecas y totonacas que hartos de la tiranía azteca no dudaron ni por un segundo en unirse a los españoles para derribar al régimen opresor, genocida y racista, que había subyugado, cuando no exterminado, al resto de etnias vecinas y no tan vecinas.
Francisco pidiendo perdón por los pecados de los españoles en la conquista de México, y él, con su casa por barrer.