En mayo de 2017, la revista “Cogent Social Sciences” publicó un estudio de los profesores universitarios británicos Peter Boghossian y James Lindsay, titulado “EL PENE CONCEPTUAL COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL”, donde se afirmaba que los penes no eran órganos reproductivos masculinos, sino que eran construcciones sociales problemáticas para la humanidad, hasta el punto de que eran, en parte, responsables del cambio climático.
Lindsay y Boghossian buscaban ridiculizar los estudios de género, poniendo de relieve lo fácil que es publicar una sarta de majaderías y despropósitos, en las revistas y publicaciones universitarias especializadas en estudiar, homologar y difundir los dogmas de fe de la ideología de género.
A principios de 2018, Lindsay y Boghossian se asociaron con Helen Pluckrose, para repetir la jugada del pene conceptual, pero esta vez a destajo. Así, y en tan solo un año, llegaron a fabricar hasta veinte estudios de tinte postmoderno que remitieron a prestigiosas revistas especializadas en el campo de las ciencias sociales.
En sus artículos defendían tesis tales como que hay que educar a los varones como se educa a los perros, para prevenir así la violencia de género.
En otro de sus artículos copiaron -literalmente- fragmentos del “MEINKAMPF” de Hitler, sustituyendo en el texto la palabra “judío” por “hombre blanco heterosexual”, reescribiendo así la obra de Hitler en lenguaje feminazi, recibiendo ovaciones por parte de la intelectualidad progre.
En otro artículo, afirmaron haber hecho un experimento que demostraba empíricamente las virtudes sociales que tenía el humillar a los niños blancos en los colegios, para que “empaticen” desde pequeños, con el sufrimiento que los de su género y raza han infligido durante siglos a otras razas históricamente oprimidas.
Pues bien, Lindsay, Boghossian, y Pluckrose, no solo consiguieron que doce de sus estudios fuesen publicados por “prestigiosas revistas científicas”, sino que además los comités de redacción de dichas publicaciones llegaron a recomendar que se les concediesen las becas necesarias para profundizar y desarrollar tan magistrales estudios.
Al final, y tras partirse de risa leyendo las loas y alabanzas hacia su trabajo, por parte del mundo académico “políticamente correcto”, manifestaron públicamente al periódico neoyorquino WALL STREET JOURNAL, que todo había sido un montaje para demostrar que, tanto en los campus universitarios como en las revistas académicas, lo científico había sucumbido ante la ideología política de género, y que cualquiera podía defender las mayores aberraciones y pasar por un experto doctor, siempre y cuando siga los dogmas de la corrección política imperante.
Los profesores Boghossian, Lindsay y Pluckrose querían demostrar y demostraron, que en los campus universitarios y el mundo académico, el método científico ha sido reemplazado por la ideología dogmática del odio y la exclusión hacía la mitad del género humano.
Así, y tras haber confesado que todo había sido un montaje para denunciar la corrupción del mundo académico, los tres profesores, hasta entonces con unas impecables credenciales como intelectuales de izquierda, fueron “acusados” de ser unos fascistas… ¿Les suena la música?