En primavera de 2018 el papa Francisco dijo: “Se habla de familias diversificadas: de muchos tipos de familia. Pero la familia humana como imagen de Dios, entre hombre y mujer, es una sola. Es una sola”.
Tan solo le bastaron unos pocos meses para aparentemente decir lo contrario. Así, en octubre del mismo año, durante la rueda de prensa para informar sobre las reuniones de la Asamblea Sinodal, el Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Joan Josep Omella, arzobispo de Barcelona, el mismo Omella que hace poco respaldó los indultos del régimen sanchista a los golpistas catalanes, formuló la siguiente declaración:
“Como viejos, no tenemos que tener miedo de embarcarnos en este nuevo camino que el Papa nos señala. Es un camino que nos guía hacia nuevos tipos de familia, nuevas relaciones familiares, y no debemos de tener miedo de abrirnos a esto.”
Pues mire señor cardenal, como viejo que soy al igual que usted, a mí sí que me da miedo y me quita el sueño, ese ambiguo camino que señala el Papa; posiblemente porque a diferencia con usted y su jefe, yo sí soy cabeza de familia con hijos y nietos “reconocidos” (reconocidos; esa “clásica” costumbre que tenemos los laicos de no avergonzarnos de nuestros vástagos), por lo que, si bien entiendo su despreocupación por el día de mañana, creo que debería usted comprender mi preocupación por el Mundo en el que viven mis hijos, y van a crecer y vivir mis nietos.
En cuanto a la consideración que me merece el hecho de que ese camino, “políticamente correcto a los cánones actuales y la Agenda 20-30”, lo haya señalado el papa Francisco, le diré, como experto en la Historia de la Iglesia (y sus historias) que soy, y sobre la que he publicado algún que otro libro, que el Papa podrá decir misa si quiere, pero que mi responsabilidad como padre y abuelo no la tengo para con él y sus titulares populistas, sino para con Dios y mi conciencia.
Me pregunto en qué momento del verano de 2018, el papa Francisco perdió el referente del modelo de familia marcado por la Sagrada Familia; ese que nos muestra el Evangelio, y que predicaba él mismo, tan solo unos meses antes.