Está desencantado con Felipe González.
Y la verdad es que no es para menos.
Salvador Sostres, como millones de españoles que no son socialistas, pero sí saben distinguir a un político de los de verdad, no a un arribista como Pedro Sánchez, se han decepcionado con la presencia del que fuera presidente del Gobierno de España entre 1982 y 1996 en el cónclave del PSOE en Valencia.
El periodista lo deja muy claro este 20 de octubre de 2021 en su tribuna del ABC:
El problema de la izquierda es que no tiene dignidad. Tal vez la izquierda sea, en esencia, una falta de dignidad. De aseo íntimo, de higiene moral. Nadie como yo le agradece tanto sus años de presidente a Felipe González. Conozco los exactos motivos de su ‘orfandad representativa’, ese curioso sintagma que inventó para distanciarse de Pedro Sánchez y por supuesto de Podemos.
Pero los elogios a González concluyen después de haberse dejado engañar para ‘blanquear’ la gestión de Sánchez:
Pero al final, cuando el partido toca la trompeta, sale a la pista con los demás payasos. Ni es creíble ni le hace ningún bien a nadie –salvo al menú ‘fastfood’ del día de Pedro Sánchez– que uno de los poquísimos referentes sólidos de la izquierda española se mezcle en la siniestra mascarada populista, y acepte con su abrazo contribuir a esta gran parodia de la socialdemocracia que el actual inquilino de La Moncloa está intentando escenificar.
Sostres subraya que al ex dirigente socialista le hicieron pagar, de postre, una cara factura:
La izquierda tiene siempre esta última pregunta en que hasta el prestigio que más incuestionable parecía se derrumba. Es este tic gregario, sectario, sovietizante, esta obsesión tan enfermiza por echar al otro del tablero sin darte cuenta de que eres tú quien acabas autoexpulsado. No sé qué ganancia calculaba obtener el presidente González convertido en figurante de Pedro Sánchez, pero obtuvo su merecido ayer, cuando el socio del Gobierno, Arnaldo Otegi se permitió exigirle que asumiera su responsabilidad por los GAL: ésta es la gentuza a la que también Felipe abraza cuando se presta a hacer de telonero de semejante farsante.
Y asevera con cierto regusto que el abrazo entre González y Sánchez deja una imagen francamente desoladora:
Felipe abrazando a Sánchez es el insalvable abismo que siempre existirá entre la izquierda y la democracia y la libertad.