Hace años que cambiaron un amor libre que nunca les fue fácil, por el comer libre. Insuflados de «neuveau cuisine», fueron engordando sus posaderas, en detrimento de sus, ya de por sí, ́ emporrados ́ cerebros.
Francamente, la cosecha del mayo francés del 68, ha sido decepcionante.
La mayoría ha salido con sabor a corcho, tal vez debido al relleno de sus tarugas cabezas.
Estos ´pique-assiettes´ de eventos y fiestas, son una simbiosis entre el tordo -cabeza pequeña y culo gordo- y el capón navideño.
Rellenos de vanidad poco justificada, son las moscas testiculares del pensamiento ajeno, que igual acuden a la golosina cultural que al excremento intelectual, siempre que repartan canapés gratis, y se ahorren la cena.
De léxico relamido y halitoso, pronto pasaron del verbo a la pluma, y ello debido a un mal aliento que les había ido ahuyentando una cutre clientela que nunca fue numerosa.
Mientras tanto, siguieron engordando en los subvencionados pesebres de la inoperancia ´progresista´, persiguiendo su húmedo sueño -vaya pesadilla- de que todos nos sometamos a su rasero moral de sectaria bajez
Bien pensado, podrían dejar alguno en una animalista ´reserva´, para satisfacer la curiosidad de generaciones futuras; aunque mejor será dejar actuar a la sabia naturaleza, que de horrores ya están llenos los museos de cera, y de ellos -de los interfectos- no queremos ni la de sus orejas.