Es lógico que el social comunismo, tras el estrepitoso fracaso sufrido por el marxismo en aquellos países donde tuvieron el poder absoluto, mantenido durante años a base de represión policial y militar con un saldo de más de cien millones de muertos, necesite reinventarse para poder seguir existiendo.
Hasta ahí, vale. Pero lo que ya no vale y resulta patético es que para poder hacer bulto y seguir existiendo, tengan que pescar sus votos en aquellos cotos, diferentes y variopintos cual imagen del grupo Village People, que en la antigua URSS fueron perseguidos y purgados hasta el exterminio: Anarquistas, ecologistas, homosexuales, nacionalistas, y separatistas.
Y todo ello sería razonable si estos marxistas del siglo XXI, tras haberse nutrido para poder subsistir, de la suma de los votos radicalizados de las minorías más variopintas, hubiesen renunciado al marxismo. Pero no pueden; porque si los marxistas renuncian al marxismo, ¿qué son entonces…? ¡Qué les queda…!
Inventar nuevas fórmulas de “encabronamiento” social
Mientras tanto han tenido que inventar nuevas fórmulas de “encabronamiento” social con los que dar contenido y alimentar los sermones de sus megáfonos, cubriendo así el vacío dejado por el extinto y apolillado discurso de la “lucha de clases” y “el paraíso socialista”.
Así la izquierda en España ha tenido que reinventarse y basar la estructura de su agenda política, en la ideología de género, el colectivo LGTB, un guiño climático-vegano-animalista, y pare usted de contar.
Un poco de “aceite de ricino democrático»
O desconocen su propia historia, o piensan que todo el mundo es tan ignorante como sus militantes. Engrasemos sus magras neuronas, con un poco de “aceite de ricino democrático”:
¿Se imaginan a Lenin montando la revolución bolchevique, en base al discurso de la ideología de género y el lenguaje inclusivo? Baste recordar cuando Lenin le soltó a bocajarro a Clara Zetkin, una popular feminista de la época, ´que jamás había conocido a una hembra capaz de leer «El Capital», consultar un horario de trenes, o jugar al ajedrez´.
¿Se imaginan al otro padre del comunismo, junto a Carlos Marx, Friedrich Engels, basando la revolución en el colectivo LGTB? El mismo Engels que hablaba en su libro, “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, de la degradación de los hombres en la antigua Grecia, porque “cayeron en la abominable práctica de la sodomía”.
¿Se imaginan a Stalin basando su poder y fuerza en el colectivo LGTB? El mismo Stalin que bajo su mandato fueron condenados cerca de cincuenta mil homosexuales” al Gulag; la red soviética de campos de concentración, donde los presos homosexuales eran obligados a dormir al lado de las letrinas, a realizar las peores tareas de la prisión, y a comer por separado de los demás presos.
El mismo Stalin que cuando las masivas violaciones y asesinatos de niñas, mujeres y ancianas, más de dos millones de casos, por parte del ejército rojo en la derrotada Alemania, dijo: “Eran muchachos que hicieron miles de kilómetros luchando, arriesgando su vida, tenían derecho a pasarla bien con una mujer…” ¿Perspectiva de género? Lo de Stalin no era machismo, era lo siguiente.
¿Se imaginan al escritor bolchevique Maxim Gorki, cantando loas al colectivo LGTB? El mismo Gorki que publicó en el diario Pravda, el 23 de mayo de 1934: “En la tierra donde el proletariado gobierna valientemente y con éxito, la homosexualidad, con su efecto corruptor sobre los jóvenes, se considera un delito social punible bajo la ley.”
¿Se imaginan al Che Guevara liderando una ´manifa´ LGTB? El mismo Che Guevara que nunca disimuló su especial odio por los homosexuales, a los que consideraba “pervertidos sexuales”. El mismo Che Guevara que en 1960 fundó el campo de trabajo de Guanahacabibes, destinado a “reeducar” a colectivos contrarios a la “ética revolucionaria”, como los homosexuales.
Pues quítenle a los social comunistas españoles la perspectiva de género y el usufructo del colectivo LGTB y sus chiringuitos subvencionados, ¿y qué les queda? Pues reinventarse o morir; y ni aun así.