La nueva Ley de Seguridad Ciudadana que propone el gobierno social comunista de Pedro Sánchez, es una ley que presuntamente rebaja sustancialmente la defensa y protección de policía y guardia civil, y por ende de la ciudadanía de ley y orden, frente a las turbas de los violentos; el presunto sueño húmedo de cualquier ´perro-flauta´.
Es una ley que en palabras de Agustín Leal, secretario de comunicación de JUCIL «es como si alguien le hubiera dado una hoja en blanco a un antisistema y le hubiera dicho ‘pon lo que quieras’».
La gente no está muy ´cabreada, sino lo siguiente, y la risa va a ser cuando, tras la aprobación de la esa ley, la próxima manifestación, autorizada o no, en lugar de convocarse en Sol o Colón, presuntamente se convoque en el Palacio de la Moncloa, y no precisamente por parte de los subvencionados y controlados sindicatos de gamba y champagne, sino por el estrujado y exprimido pueblo llano. Lo de la Bastilla puede ser una broma.
Francamente no sé en qué estará pensando Pedro Sánchez… O a lo peor es que a raíz de su viaje a EEUU, y los requiebros que le dirigieron cuatro ´frikis´ anacrónicos, presuntamente se ha creído que es Supermán de verdad.
Al igual como posiblemente creyó que los aplausos que sonaban todos los días a las ocho de la tarde, durante el ´arresto´ domiciliario al que nos sometió a todos los españoles durante la pandemia, iban dirigidos a su narcisista y relamida persona.
Mientras no sea capaz de pasear solo por la calle, o de entrar a tomar un café en un bar cualquiera, sin tener que ir ´blindado´ por un ´ejercito´ de escoltas, yo de él me pensaría dos veces lo que está haciendo.
De momento ha marcado un hito histórico: poner de acuerdo y movilizar, por primera vez en la Historia, a policías nacionales, guardias civiles, policías locales, mozos de escuadra, ertzaintza, policías autonómicas, y hasta a los serenos si estos aún existieran.
Alguien se la está metiendo doblada, y él ni se ha enterado.