La ‘broma’ nos cuesta casi 130.000 euros brutos al año.
Un pastizal que se llevará a sus bolsillos el señor Ángel Gabilondo por ejercer de pasivo Defensor del Pueblo.
Porque no se puede calificar de otra manera al fracasado socialista.
Su respuesta a la pregunta en ‘La Noche en 24 Horas’ (RTVE) el 9 de diciembre de 2021 sobre lo sucedido con el niño de Canet de Mar (Barcelona) tras reclamar su familia que se cumpliera la ley y se impartiera en castellano el 25% de las horas docentes en la escuela Turo del Drac:
De lo que hemos conocido hasta ahora, yo digo que no hemos conocido lo que tenemos que conocer para poder tomar una resolución.
Vamos a ver, señor Gabilondo, ¿qué más datos necesita conocer?
O, mejor dicho, ¿a qué espera? ¿a que al pobre chaval de 5 años le abran la cabeza?
O tal vez, el ‘paciente’ Gabilondo aguarda a que se den pelos y señales sobre los padres de este menor para entonces tomar las medidas necesarias.
Pero, señor Defensor del Pueblo, si hasta un digital de poca monta y de corte separatista ha sacado todos los datos referidos a los negocios de ambos progenitores y qué ideales políticos profesan, amén del domicilio en el que residen.
El problema para Gabilondo se llama ‘eterno agradecimiento a Pedro Sánchez‘.
El presidente del Gobierno le sacó del ostracismo que iba a ser para el exministro de Educación la Asamblea de Madrid después del ‘huracán’ Isabel Díaz Ayuso en la noche del 4-M.
Y, claro está, el excandidato socialista a presidir la Comunidad de Madrid le debe ahora rendir vasallaje y postrarse a sus pies.
Así que, con el bolsillo bien blindado, Gabilondo calla y se pone de perfil con el niño de Canet porque no puede, con perdón de la expresión, encabronar a los socios separatistas catalanes que sostienen a Sánchez en La Moncloa.
Tampoco hay que olvidar los orígenes de este Defensor del Pueblo, exreligioso y vasco.
Huelga explicar el papelón perpetrado por mucho cura ‘seteniero’ en los tiempos del terror y plomo infundidos por la banda terrorista ETA.
Pues Gabilondo tomó ejemplo y ahora se nos presenta con su faceta más ambigua y equidistante que, en el fondo, es el primer paso para posicionarse del lado de los acosadores de un niño de 5 años y sus padres.