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Carlos Dávila: «España se la juega este domingo»

Todos los males que son la característica fundamental de la gobernación miserable de Sánchez -el repulsivo abrazo a ETA naturalmente que también- se agravarían

Carlos Dávila: "España se la juega este domingo"

Ortega y Gasset, al que se le cita para todo en este país venga o no a cuento, no guardaba muy buen juicio sobre los informadores a los que, sin cortarse un pelo, les denominaba cruelmente “la fauna periodística”, eso a pesar de ser hijo precisamente de un eminente miembro de esta fauna: Ortega Munilla. Aún así ofreció algunos consejos, más orales que escritos, sobre el comportamiento ético de los protagonistas de nuestra profesión. Su idea era que los periodistas debían ser honestos más que objetivos. Toda una revolución. Muchos años más tarde y fuera ya de España, el mítico director del Washington Post, Ben Bradley, llegó a sostener cosa parecida. Y así se comportaba. Tanto que, llegadas las elecciones presidenciales siempre preguntaba editorialmente a sus lectores que respondieran a tres cuestiones: si se sentían más libres que cuatro años atrás, si eran más o menos ricos, y si les preocupaba más o menos su seguridad. En razón a las respuestas aconsejaba el sentido del voto y no se ponía para nada colorado.

El ejemplo es imposible de trasladar a España. Muy pocos medios se están mojando por ejemplo en estas elecciones del domingo. Sí lo hacen, claro está, y con un impudor casi delictivo, la Prensa, la Radio y la Televisión de la izquierda. Sí, esas que están regadas con un aluvión de dinero y que han convertido por ejemplo y sin ir más lejos, la monstruosa cacicada de Batet de la pasada semana en el Parlamento en un boomerang que se ha estrellado en la cara del Partido Popular. Este mismo jueves denunciaba al cronista un veterano parlamentario del Partido Popular que, en su larga trayectoria política, no recordaba una campaña tan agresiva contra su partido y contra el candidato Mañueco como la que se ha producido en estos días. Sánchez ha tirado de talonario como si el dinero fuera suyo, le ha dado pienso a sus posibles electores y el PP no ha conseguido “colar” que eso supone una falta gravísima perpetrada desde el Boletín Oficial del Estado. Y además, y a todo esto: ¿qué ha hecho al respecto la Junta Electoral? Pues lo siguiente: cursar una advertencia a Casado y a su formación política, nada para Sánchez y su partido. Ya no queda una institución sana.

Parece que todos los elementos (el último la segura lluvia) se han coligado para expulsar a Mañueco del poder. La baja participación se maneja como un dato crucial que dará la victoria a los Frankenstein de Castilla y León, y salvo el caso del aspirante Mañueco que se conserva tranquilo, en el PP las piernas de cada quien han empezado a temblar. Y sobre todo por una cuestión básica: porque todavía no han podido convencer a los electores de lo mucho que se juegan este domingo. Si se produjera la sorpresa y ganaran todas las izquierdas, localistas incluidos, claramente habría que pronosticar que tendríamos Sanchez y su pérfido Gobierno ultraizquierdista para rato. Por lo menos para seis años más. ¿Se le ha dicho esto a los posibles votantes del centro y de la derecha? Pues no; ¿saben por qué? Porque en ese malhadado caso, el porvenir del actual presidente del PP quedaría en entredicho.

Todos los males que son la característica fundamental de la gobernación miserable de Sánchez -el repulsivo abrazo a ETA naturalmente que también- se agravarían si en unas horas los moradores de Castilla y León se quedan en casa y favorecen la opción de todos los siniestros partidos. Los efectos serían pésimos para el futuro cercarno del centro derecha. En estas horas hay un gobernante regional, Moreno Bonilla en Andaucia, que está mirando no de reojo, sino con lupa lo que suceda en unas horas muchos kilómetros más arriba. Un fiasco aquí, comprometería su calendario electoral ya trufado por la continua deslealtad desde luego de Vox en aquella región. Todo esto es lo que se juega a la vera misma de la apertura de los colegios. Los prudentes electores de Castilla y León no son precisamente unos fanáticos de la autonomías, tipo los vascos, los gallegos o hasta los andaluces, siempre han votado doble, región y municipio, y ahora se les ha puesto en otra tesitura. Mírese por dónde, y según hemos advertido en otras ocasiones, ahora están en el trance de pronunciarse por el porvenir político de España. Hablamos de la España actual ya rebajada al sonrojante título de “democracia deficiente. España, una nación incontrovertible que Sánchez, en otra de sus hazañas, está intentando barrenar para seguir confortablemente en sus palacios.

En esta posición y en consecuencia: ¿sería faltar a la ética periodística movilizar abundantemente el voto de los electores o, más comprometidamente todavía, aconsejar a los indecisos que se pronuncien  a favor de quien menos daño haga a este pais? Por esto he traído a esta crónica las posturas del inevitable Ortega y Gasset en España o de Bradley -sin duda uno de los periodistas más importantes desde que el mundo es mundo- que se inclinaron más por responder en conciencia a las necesidades de su información, que por ser neutrales, una condición que, cuando se juega todo lo que se juega, me parece absolutamente marginable. Siempre hay que recordar a este respecto lo que predicaban en los mejores tiempos de la República Italiana, una vez que nuestros amigos se liberaron de Mussolini, los obispos del país a sus fieles: “No les decimos que voten a la Democracia Cristiana (la de Moro o Andreotti) pero sí que voten a un partido demócrata y cristiano”. ¿Les resulta muy cínico el consejo? Pues miren: la Iglesia Católica nunca se ha fotografiado con movimientos pegados al dia, sino por glaciaciones, por eso sigue en pié. Como diría el presidente del Barcelona, Joan Laporta: “Entonces, ¡al loro!”.

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