-DESDE MI ESCAÑO-

Las contraindicaciones del ‘efecto Feijóo’: ¿tendrá consecuencias su marcha de Galicia para el PP?

"En Galicia solo hay dos opciones, o vencen los populares sin paliativos o es el bloque de izquierdas y nacionalistas los que gobiernan. No hay más"

Las contraindicaciones del 'efecto Feijóo': ¿tendrá consecuencias su marcha de Galicia para el PP?

No, queridos lectores, no voy a ponerme en modo prospecto.

Pero sí es verdad que el movimiento político de Alberto Núñez Feijóo puede esconder contraindicaciones para el propio Partido Popular.

Por supuesto, en este mismo momento, nadie (o casi nadie) osaría a poner en tela de juicio el liderazgo del presidente gallego y la necesidad extrema que tiene la formación de Génova 13 de que este orensano del año 1961 pilote la dirección nacional.

Ahora mismo Feijóo es el Bálsamo de Fierabrás para una organización que quedó desnortada tras el ‘Carromero Gate’, el auténtico esperpento de tebeo perpetrado dentro del partido para espiar a Isabel Díaz Ayuso y su entorno.

No hay mejor remedio para coser las heridas del PP y a las pruebas me remito.

Aún no es presidente ‘in pectore’, lo será a partir del 2 de abril de 2022, y ya las encuestas vuelven a sonreír a los populares.

Desde que en la noche del 2 de marzo de 2022 dio su plácet a presidir el PP nacional, vía Congreso Extraordinario, los populares han cogido resuello en las encuestas y no solo están a punto de dar caza de nuevo a Pedro Sánchez, sino que además con VOX puede sumar la mágica cifra de los 176 diputados, es decir la mayoría absoluta.

Sí, es verdad que hasta los 135-140 escaños que llegó a tener Pablo Casado en los sondeos aún queda trecho por recorrer.

Pero ya es una señal evidente de que el ‘efecto Feijóo’ funciona, aunque también levanta algunas dudas y, sobre todo, temores.

Son esas contradicciones a las que me refiero en el titular de la columna las que siembran algunos miedos.

No tanto por si Feijóo será capaz de copiar su victorioso y contundente modelo electoral a nivel de España, que eso es algo que se da por supuesto, que no será coser y cantar como ha pasado en Galicia las últimas cuatro convocatorias autonómicas, sino por las consecuencias que pueda tener en su propio terruño.

El propio presidente, cuando sonó en 2018 como el hombre a suplir a Mariano Rajoy tras la moción de censura sufrida, dijo alto y claro que él se debía a sus votantes, al pueblo gallego, y que no tocaba coger el AVE de Santiago a Madrid. Vino julio de 2020, se celebraron elecciones en Galicia y ganó por cuarta vez.

Pero ahora, viendo que el PP entraba en fase de descomposición y hasta de canibalismo político indiscriminado, decide cambiar de pensamiento y dar el paso para instalarse en la capital de España.

¿Lo entenderán los electores gallegos? Ese es el miedo que atenaza al PP, la posibilidad de perder un feudo tradicional por el enfado de unos votantes que más que al PP, votaron al candidato Feijóo. Y si no se saca mayoría absoluta en las urnas, se acabará por perder el Palacio de Raxoi.

Porque en Galicia solo hay dos opciones, o vencen los populares sin paliativos o es el bloque de izquierdas y nacionalistas los que gobiernan. No hay más.

Y si no que se lo digan al PP de Manuel Fraga Iribarne en 2005 cuando con 37 escaños, a uno de la mayoría absoluta, se tuvo que quedar arrumbado en la oposición.

 

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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