Pocos aromas hay tan embriagadores como el que se respira en Valencia durante su tradicional Batalla de Flores.
Ojalá llegue el día en que todas las batallas, todas las guerras, sean tan incruentas y hermosas como la valenciana.
Pero hasta que ese esperado día llegue, que nadie piense que la paz se gana lanzando flores, confeti y serpentinas, a quien te está arrojando bombas.
Dicen que cuando uno no quiere, dos no discuten, y así es.
La pregunta ahora sería si en nombre de un pacifismo mal entendido, deberíamos practicar el silencio de los corderos frente a aquellos que, mediante el uso del terror y la violencia, intentan obligarnos a vivir bajo el yugo del miedo.
Lo siento por los ´buenistas´, pero con mi silencio y pasividad desde luego que no cuenten.
Prefiero luchar y morir por un sueño, antes que vivir muchos años en una eterna pesadilla. Elijo vivir un año de pie, antes que cien de rodillas.