El refranero español da para mucho.
Y cualquier gesto de Pedro Sánchez puede perfectamente definirse con uno de esos dichos tan sabios y populares.
Ahora que la calle está que arde, que todo son protestas contra el estrangulamiento al que el Gobierno socialcomunista nos está sometiendo a los españoles de a pie, no hay mejor aserto que aquel que dice así:
Quien siembra vientos recoge tempestades o, lo que es lo mismo, manifestaciones.
Porque sí, porque los ciudadanos están hasta el mismísimo gorro. La cachimba de la paciencia hace tiempo que se le agotó a este noble pueblo. Y al final esa presión tenía que liberarse por algún lado.
Así que desde el Palacio de La Moncloa, desde Ferraz o desde el Congreso de los Diputados van a tener que ir acostumbrándose a que la calle es nuestra, de los contribuyentes, de unos trabajadores que están hasta las mismísimas narices de tener que aguantar como nuestros dineros se van en polladas varias.
Pero, claro, como dijo aquella ‘lumbrera’ de Carmen Calvo, el dinero público no es de nadie y así estamos asistiendo al uso y abuso del Falcon por parte de Pedro Sánchez, a tener el Consejo de Ministros más amplio de toda la historia de nuestra democracia o a que el Ministerio de Irene Montero coordine el reparto de 21.000 millones de euros para las más diversas chorradas.
Eso sí, el Ejecutivo, para aliviar su negra conciencia, ya encontró la piedra filosofal para minimizar las protestas, que todo está alentado y azuzado por la ultraderecha.
Y si eso falla, pues entonces se recurre al comodín de Vladímir Putin y la invasión de Ucrania. ¡Será por excusas!
El presidente y sus acólitos son unos ‘Arquímedes‘ de la política. Sólo les faltó decir ¡Eureka! el día que a la primera de sus ministras se le pasó por el magín y posteriormente soltar con la húmeda la frasecita de marras de que la huelga de los transportistas y demás conflictos profesionales son cosa de la extrema derecha.
Su problema, más allá de que hace tiempo que están tan fuera de la realidad como Franco del Valle de los Caídos, es que el argumento hace aguas por todos lados.
Y como bien dijeron y recordaron machaconamente, a ellos les da igual verdes, que rojos o que azules, que ellos en ese punto son apolíticos y que su único partido es aquel o aquellos que les permitan sacar adelante a diario su pequeña o gran explotación.
Pero no duden que hoy, mañana y pasado la ‘sonrisas Profidén’ de la portavoz del Gobierno nos volverá a decir que todo es una maniobra orquestada por la ultraderecha.
¡Qué mano debe tener Santi Abascal para conseguir paralizar Madrid con 500.000 figurantes!
