“Sos… Tengo miedo a tener miedo” (Roberto Aguado Romo)

Por qué Rusia no tiene otra opción que vencer en Ucrania o provocar una III WW

La simplificación que vemos en las noticias de los medios occidentales

Por qué Rusia no tiene otra opción que vencer en Ucrania o provocar una III WW

El señor Zelensky, tan valorado por algunos, no pareció tener ningún miedo cuando Rusia situó a sus tropas en la frontera con Ucrania y amenazó con usar la fuerza para evitar que se incorporarse a la OTAN. Se intentó usar la vía diplomática, pero la diplomacia está hecha de muchas cosas y, casi siempre, las mueve la influencia del poder y el interés económico. Así que alguien debió convencer al señor Zelensky de que no iba a ocurrir lo que está pasando; de que le darían armas, apoyo logístico y dinero. Claro que callaron aquella otra parte sobre que la sangre y la destrucción iban a ser ucranianas, y que el conflicto podría degenerar en una guerra nuclear mundial. E imagino que debió ser así, porque nadie en su sano juicio habría dado ese paso de prever lo que está ocurriendo.

El análisis de una situación tan compleja como la que se vive hoy en Ucrania no responde en absoluto a la simplificación que vemos en las noticias de los medios occidentales. Rusia no representa un mundo diferente al occidental, sino más bien una sociedad que comporta valores muy similares a los nuestros y que fue decisiva en su momento para ayudarnos a alejar de Europa el fantasma del nacismo. Sin embargo, alguien parece tener mucho interés en demonizarla en su conjunto y marginar esta realidad. Porque no olvidemos que las sanciones económicas que se están aplicando contra Rusia generarán hambre y pobreza también allí, y la sangre que se derrama en Ucrania no sólo es ucraniana. Me recuerda, en parte, al bloqueo al que se sometió a España tras la segunda guerra mundial, y me pregunto y les pregunto si, tantos años de sanciones, tuvieron otro resultado que el de las privaciones para millones de españoles que no teníamos ni arte ni parte en la política de nuestro país.

A simple vista parecería que ignoro que la muerte y desolación que está produciendo ese enfrentamiento militar sería el único mensaje a destacar, y que por ese motivo hay causa para castigar todo lo ruso, desterrar de competiciones deportivas, relaciones comerciales e incluso literatura, a todo y a todos los que discrepen de las verdades oficiales. Pero, ¿esto es democracia?, ¿es esta la libertad de expresión identitaria de nuestra cultura occidental?

Realmente vamos a acabar teniendo miedo a tener miedo de decir lo que pensamos. Tendremos miedo de lo que pueda ocurrir con nuestro trabajo, con nuestro entorno. Nos calificarán como “monaguillos de Putin”, aunque en realidad quien lo hace quizá sea él mismo un “monaguillo de Biden o de la OTAN”. Algunos deportistas que no comprenden que se destierren de las competiciones a otros, simplemente por ser rusos, ya ven como pueden peligrar sus ingresos por “sponsorización” y sufren el rechazo del sentir oficial. Solo falta una KGB o una Gestapo que nos vigile más de cerca.

He comenzado este artículo con el mensaje que quería transmitirles e intuyo que la mayoría de ustedes no lo compartirá. En efecto, no me resulta fácil estructurar las causas que mueven mi percepción de la situación, porque ni yo mismo comprendo que, desde un punto de vista político, se aproximen mis ideas sobre esta guerra a lo que proclaman aquellos a quienes jamás quisiera tener a mi lado, porque, como una vez dijo Pedro Sánchez, “no podría dormir tranquilo”, tampoco yo, ni junto a podemitas, ni con independentistas. Y son ellos, los comunistas y sus adláteres, los únicos que parecen entender que esas ayudas a Ucrania sólo benefician a quienes fabrican las armas, mientras alargan y aumentan de un modo absurdo, peligroso, e inútil los regueros de sangre que generan. Pero, además y pese a todo, parece que nuestro mundo no tiene ese miedo a tener miedo a una guerra nuclear ¡Qué cosas! Y ¡Qué comportamiento tan absurdo!

¿Pero, por qué digo esto? Pues vean ustedes y juzguen conmigo:

  • Actualmente hay en el mundo unas 12.700 cabezas nucleares distribuidas entre 9 países, de los que Rusia tiene prácticamente la mitad.
  • Se supone que ese tipo de armamento sería exclusivamente un medio disuasorio para evitar la desaparición o el exterminio que pudieran provocar los enemigos.
  • La doctrina de la OTAN asegura que garantizaría con todo su potencial bélico, el atómico incluido, cualquier ataque contra uno de sus miembros actuales o futuros.
  • Si la OTAN, que se fundó en 1949 con 12 países y hoy ya se compone de 30, puede extenderse, como parece que se pretende, a Ucrania, Suecia, Finlandia, y otras naciones que pudiera interesar, el riesgo de un conflicto nuclear crecería exponencialmente.
  • Imaginen, sensu contrario, que Rusia tornara a crear una alianza similar al viejo Pacto de Varsovia y fuera incorporando en ella a países como: China, Venezuela, Irán, Corea del Norte, Siria, Líbano, Cuba, Méjico, etc…

¿Qué posibilidades darían ustedes a una próxima guerra nuclear, si por ambas partes, EE.UU. y/o Rusia, se consintiera esa dinámica?

Hablamos de la libertad de Ucrania para establecer sus pactos defensivos, pero tendríamos que admitir también el derecho de esas otras naciones que he citado, para hacer lo propio uniéndose al otro bloque militar ¿O es mayor el derecho de unos que el de los demás?

Así pues, una guerra entre bloques no sería nunca un conflicto de paños calientes entre acorazados, obuses, tanques e infantería, auténtica chatarra bélica que, muy probablemente, ni llegaría a entrar en acción.

Quisiera terminar por exponerles otra confusión que cuesta comprender, sobre todo para quienes seremos finalmente los que habremos de pagar todos esos nuevos gastos militares que amenazan nuestra ya frágil economía. ¿Tiene sentido comprar esas carísimas armas tradicionales, como los aviones F-35 americanos que parece van a adquirir los países de la UE aplazando sine die el proyecto de futuro avión europeo de combate?

No creo que los F-35 carísimos que vaya a adquirir Alemania le pudieran servir de mucho si han de defender una confrontación de la OTAN, a la que pertenece, contra Rusia, porque ese tipo de enfrentamiento, como todos sabemos, sería ya desde el inicio a “jaque mate” con misiles estratégicos de uno y otro lado y esas armas tradicionales se quedarían en los hangares mientras quienes las compraron se refugian en búnkeres bajo tierra a cubierto de la radioactividad.

¿Y cuál es la solución?  Es muy simple… Pedir la ayuda de Dios, cambiar de dirigentes, y, sólo entonces: ¡no tener miedo a tener miedo!

Juan Mata Hernández

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