Durante la Guerra Fría llegué al convencimiento de que el mundo estaba inmerso en una batalla sin cuartel entre el capitalismo liberal y el comunismo marxista. El tiempo ha demostrado lo equivocado que estaba.
Es tras la caída de la antigua URSS y la desaparición del régimen comunista en Rusia, cuando me doy cuenta que en realidad el problema no era el enfrentamiento de dos filosofías antagónicas, sino la lucha de dos potencias, Rusia y EE.UU., por lograr la hegemonía mundial. Nada que ver con la política, y mucho con la economía.
Es esta una cruenta partida de ajedrez que se juega en terreno ajeno, y los golpes no se los dan directamente los contendientes, sino se dan en rostro ajeno; y los peones no son de madera, sino de carne y hueso; ciudadanos de países poco desarrollados que sangran y mueren en una guerra que nunca fue realmente suya.
Y es que no falla. Cada vez que un país firma acuerdos comerciales con Rusia y entra en su órbita, antes de un año tiene la guerra civil servida en sus calles.
EE.UU. Y RUSIA, HAN TOLERADO TIRANÍAS EN EL MUNDO, SIEMPRE Y CUANDO EL TIRANO DE TURNO FUESE ´AMIGO´ y no se metiera en ´política´; pero en el momento en el que éste ha coqueteado con la competencia, ha durado menos que un pastel a la puerta de un comedor social.
Lo más cínico del caso es que se han utilizado los desmanes del tirano ex amigo, como justificación a la hora de su acoso y derribo. Los mismos desmanes de siempre, a los que antes se hacía la vista gorda, y ahora, paradójicamente, son “casus belli” (motivo de guerra).
Saddam Hussein en Iraq, Gadafi en Libia, y Mubarak en Egipto, o Bashar al-Asad en Siria, han pagado muy cara su ´amistad comercial´ con Rusia. Y digo ´comercial´ porque nunca fue nada personal, solo negocios entre autócratas.
Por último recordar que el terrorismo islámico que hoy padecemos, nace en Afganistán de la mano de Bin Laden (fundador de Al Qaeda), presuntamente financiado y adiestrado por la CIA, en la lucha contra las tropas de la Unión Soviética en Afganistán. EE UU, desde la sombra, dotó de armamento e instructores a los talibanes; éstos echaron a los rusos, y ahora esos mismos talibanes han conseguido que EE UU y sus aliados, salgan por ´patas´ de Afganistán, dejándose allí cantidades ingentes de armamento, amén de las vergüenzas. Cosas del Karma.
Es la disputa de dos gigantes, EE.UU. y Rusia, por conseguir la hegemonía mundial, y en esta sangrienta y sucia lucha, al igual como pasó en el choque entre Roma y Cartago, tan solo puede haber un vencedor, que normalmente será aquel que más ´oro´ y menos escrúpulos tenga.
En cuestión de falta de escrúpulos van a la par. La diferencia estriba en que mientras EE UU es una democracia plena que legitima con las urnas las injerencias en otras naciones, (ver el libro de Pilar Urbano «El precio del trono», sobre las muertes de CARRERO BLANCO Y HERRERO TEJEDOR), Rusia es una autarquía veterana, con varios cientos de años de experiencia en su mal haber.