En los puestos de máxima responsabilidad deben de estar los mejores, y lo último que se debería de tener en cuenta es si éstos pertenecen al género femenino, masculino, o neutro.
Así, si en una selección para cubrir diez altos cargos resulta que las diez personas más cualificadas para ocupar los puestos son mujeres, en justicia y deberían de ocupar el cien por cien de las plazas; por el contrario, si resulta que los diez mejores son hombres, pues éstos deberían de tomar posesión -así mismo- de la totalidad de los puestos. ¿Lógico, no?
Eso sería lo normal; lo subnormal sería –por Ley– establecer que el 50 por ciento deberían de tener vagina y el otro 50%, pilila, olvidando y menospreciando lo que les une e iguala: el culo.
La famosa LEY DE PARIDAD del iluminado ZP, fue una de las mayores paridas en lo que llevamos de siglo, tan solo igualada por la ´boutade apache´ de: “La tierra no pertenece a nadie; sólo al viento»; parida esta también del de la ´ceja´.
Y es que hay personas que parece que en lugar de utilizar músculo bucinador para hablar, utilicen el músculo esfínter, y en algunos casos con fruición y auténtica incontinencia; y claro, al final sus proclamas adquieren un tinte escatológico que espanta hasta a los gorrinos.
Al final nos encontramos con el farisaico espectáculo de ver la foto del ´sultán´ de la Moncloa rodeado de las muchas mujeres ´a sus órdenes´, como símbolo máximo de feminismo progre, mientras se intenta desmerecer y ´machacar´cuando quien preside es una mujer como Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, o a otra mujer como Macarena Olona por ´atreverse´ a aspirar a presidir Andalucía. Dos mujeres que han llegado dónde han llegado por ellas mismas, y no por ser ´la mujer, la pareja, el parejo, o el ´rollete´, de algún ´marichulo alfa´.