Si no hubiese tanta demagogia...

Baja por maternidad: paños calientes progresistas…y conservadores

El índice de fecundidad en España es de 1,3 hijos por mujer, el segundo más bajo de la UE

Bebé, maternidad, demografía, natalidad

Desde que la mujer decidió ejercer una profesión y acceder con toda legitimidad y derecho al mercado laboral, pocos países desarrollados, por no decir ninguno, han legislado para hacer perfectamente compatible ambos derechos a las madres con escasos recursos económicos. Y el resultado es que no hay reemplazo generacional.

El Gobierno de Pedro Sánchez Pérez-Castejón ha conciliado a las parejas que tienen un hijo igualando la baja laboral por maternidad de ambos progenitores. Los dos (si hay dos) gozan de dieciséis semanas –retribuidas al cien por cien por la empresa y el Estado- para cuidar al hijo y atender el hogar. Es otro paso pequeño o paño caliente para un problema que sigue sin solución: hacer compatible la maternidad con el trabajo fuera de casa de la madre para obtener el sustento de los dos.

Actualmente, cuando nace un hijo el padre y la madre están obligados a tener seis semanas ininterrumpidas inmediatamente posteriores al parto –el padre puede renunciar a ellas-. Estas seis semanas se disfrutan a jornada completa para asegurar la protección de la salud de la madre y el cuidado y atención de los hijos. No obstante, la madre biológica podrá disponer del permiso hasta cuatro semanas antes de la fecha previsible del parto. Las diez restantes se podrán obtener de forma continuada al periodo obligatorio o intermitentes si los dos progenitores trabajan, en periodos semanales (acumulados o independientes) y en jornada completa o parcial, previo acuerdo con la empresa, hasta que el nacido cumpla 12 meses. Alcanzada esta edad, en la que los padres han tenido que hacer encaje de bolillos para que uno de los dos esté siempre con el bebé, se supone que éste ya puede ir a una guardería municipal, que si tiene plaza es gratuita y si necesita manutención y ampliación de horario, debe pagar.

Si la madre no tiene pareja, a los cuatro meses, si ha optado por tener seguidas las 16 semanas, o a los tres, si ha cogido las cuatro semanas previas a la fecha previsible del parto, esa criatura puede, si tiene plaza, ser depositada en una guardería-cuna municipal en las mismas condiciones que a partir de un año, tener una persona que la cuide mientras su madre trabaja fuera de casa, o que su progenitora sacrifique su profesión laboral y deje el puesto de trabajo.

Si no hubiese tanta demagogia en un hecho tan crucial como es el embarazo, el parto y la maternidad de una mujer, la normativa en España y en toda la Unión Europea (UE) debería ser, al menos, como la sueca: 480 días de baja laboral, divididos a conveniencia por los padres. Por lo general, la madre coge el primer año de lactancia y el padre los otros 115, pudiendo también optar ambos a coincidir de baja 30 días. En los primeros 390 se cobra el 80% del salario y en los 90 días restantes una cantidad algo inferior que paga y actualiza periódicamente el Gobierno. Cuando la criatura cumple un año o los 480 días de vida, puede pasar directamente a la guardería pública, cuyo precio es reducido y depende de los ingresos de los padres y del número de hijos, y permitir que su madre, la que gracias a ella se renueva la especie humana, regrese a su puesto de trabajo fuera de casa y dé también satisfacción y rienda suelta a su vocación profesional, después de culminar (y repetir cuando quiera y mientras pueda) su maravillosos instinto natural y social de la maternidad.

Como en tantas cosas, la derecha y la izquierda van de la mano en este asunto crucial, sin legislar lo que una sociedad avanzada demanda para reproducirse y favorecer a los más necesitados. Es un hecho que una madre con posibles y que trabaje también fuera de casa tiene recursos económicos para contratar a una persona interna que cuide a un niño de cuatro meses mientras ella atiende sus obligaciones profesionales. Pero esto es lo que no pueden hacer la generalidad de las españolas: dedicar casi ó el 100% de su sueldo (ahora que la mayoría, ágrafa o licenciada, gana el salario mínimo: 1.166,66 euros netos mensuales) a pagar una cuidadora. ¿De qué viven madre e hijo?

El índice de fecundidad en España es de 1,3 hijos por mujer, el segundo más bajo de la UE, cuya media también está por los suelos: 1,53 hijos, cuando se necesitan 2,1 para garantizar el reemplazo generacional y la estabilidad de la población. Suecia, gracias a esas medidas, ya ha subido a 1,8 hijos por mujer. Mientras en Melilla se alcanzan los 2,4 hijos por mujer, en Orense, Tenerife o Las Palmas no llegan a 1. Entre 2000 y 2017, la tasa bruta de natalidad (nacimientos por cada 1.000 habitantes) cayó en 47 de las 52 provincias y en 2018 el saldo vegetativo (diferencia entre nacimientos y defunciones) fue negativo en 42 provincias, casi el doble que a principios del Siglo XXI. Son las actuales leyes de maternidad las que impiden que España (y la UE) mantenga en positivo la tasa de reposición de la población y las causantes de que cada vez existan más mujeres amargadas porque no pueden satisfacer su instinto natural de maternidad. Y quizás, también, de que en España los abortos consentidos ronden los 90 mil al año.

Sí, ya sé que los más demagogos dicen que para renovar la población e impedir que envejezca ya está la inmigración legal e ilegal. Estos pérfidos son los más machistas y los mayores adversarios de la concepción y de la sociedad.

JORGE DEL CORRAL Y DIEZ DEL CORRAL

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Autor

Jorge del Corral

Hijo, hermano y padre de periodistas, estudió periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Ha trabajado en cabeceras destacadas como ABC y Ya. Fue uno de los fundadores de Antena 3 TV. Miembro fundador de la Asociación de Periodistas Europeos (APE) y del Grupo Crónica, creador de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión (ATV) y fundador de la Unión de Televisiones Comerciales (UTECA). Un histórico de la agencia EFE, donde fue subdirector y corresponsal en Roma.

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