PREDICANDO DESDE SUS PÚLPITOS

Historia de una reconciliación

ZAPATERO HIZO MÁS POR LA IGLESIA CATÓLICA, QUE TODOS LOS PÁRROCOS DE ESPAÑA JUNTOS

Historia de una reconciliación

Hasta los trece años estudié en un colegio religioso, en tiempos de Franco. En aquella época la máxima que regía dichas tenebrosas instituciones docentes era: ´la letra con sangre entra´, y puedo decir que la letra no me entró, pero la sangre sí la vi, amén de otras cosas… Pero lejos de sentir el mínimo atisbo del famoso ´síndrome de Estocolmo´, salí de dicho centro maldiciendo a ´los p. padres escolapios´, y el anticlericalismo que en mi ser se arraigó, provocó que durante treinta y cinco años no pisase una iglesia, salvo para los consabidos y obligatorios actos de bodas, bautizos, comuniones, y funerales.

Pero una cosa sí puedo decir y es que en ningún momento, durante todo ese tiempo, puse ni una sola vez en duda la existencia de Dios, ni mi fe en Jesucristo y su Santa Madre. Fue, además, a partir de los veinticinco años, cuando adquirí el hábito de leer todas las noches los Evangelios hasta hoy en día, como último acto de la jornada. Aun así y todo, continuaría durante casi veinticinco años sin pisar una Iglesia, salvo para lo antes mencionado.

Gracias al anticlericalismo compulsivo y rabioso del poseso Zapatero, hace ahora 16 años que me reconcilié con la Iglesia y los curas; aunque no con los obispos. Al principio comencé yendo a misa los domingos, y me agradó estar en un ambiente fraternal que destilaba limpieza física y espiritual, amén de la relajación que produce el no tener que estar pendiente de haber si el que tienes detrás de ti va y te roba la cartera.

Era como entrar a coger aire fresco y fuerzas en un utópico mundo de paz y silencio, antes de volver a la lucha en la selva de la vida. Pronto pasé a descubrir los placeres de las misas entre semana, en donde prácticamente tenía el templo para mí solo; era gratis, y salía de allí con las pilas cargadas, con una sensación de limpieza única ¡Qué más se podía pedir! Pues de esta guisa me convertí en un feligrés de misa diaria, hasta la fecha, aunque actualmente, desde la pandemia y los recortes de libertad impuestos por el ´Su Sanchidad´, la vea por tv.

Qué grande es el sentirte escuchado y ver como tus peticiones van siendo atendidas, sin prisa pero sin pausa. Ver cómo las cosas comienzan a mejorar, creándose una minúscula isla de paz en medio de un mundo que se desmorona, una paz interior que ni tan siquiera Francisco y sus ´bergogliadas´ es capaz de contaminar.

Yo no puedo probar que Dios existe, por el simple hecho de que no puedo transferir a los demás todas las vivencias personales que he tenido a lo largo de los años, pero lo que sí que puedo afirmar es que Dios me ha probado su existencia en tantas ocasiones, que sería un necio, amén de ingrato, si no lo reconociese.

Mi fe no es una fe ciega y fanática. Mi fe es un don divino, pero al mismo tiempo es fruto de la observación, la reflexión y el raciocinio. Yo no puedo demostrar que Dios existe, por la misma razón de que nadie me puede demostrar lo contrario.

La relación con Dios es una relación personal, íntima y sentida, y transcribir eso en un papel es complicado, aunque no imposible. Tal vez un día lo consiga, con la ayuda de Dios…

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Autor

Antonio Gil-Terrón Puchades

Antonio Gil-Terrón Puchades (Valencia 1954), poeta, articulista, y ensayista. En la década de los 90 fue columnista de opinión del diario LEVANTE, el periódico LAS PROVINCIAS, y crítico literario de la revista NIGHT. En 1994 le fue concedido el 1º Premio Nacional de Prensa Escrita “Círculo Ahumada”. Ha sido presidente durante más de diez años de la emisora “Inter Valencia Radio 97.7 FM”, y del grupo multimedia de la revista Economía 3. Tiene publicados ocho libros, y ha colaborado en seis. Actualmente escribe en Periodista Digital.

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